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PUTTIN - MISILES

El titular del Gobierno ruso, Vladimir Putin, de manera silenciosa, aprovechando los avatares del coronavirus, aprovechó para despejar el camino para continuar en el poder hasta el 2036 El 11 de marzo pasado se mostró ante el Parlamento con disposición a reformar la Carta Magna que lo mantenía en el cargo hasta el 2024.

Una vez más, para lograr su cometido, apeló a un lugar común: el miedo a Occidente, a la estabilidad rusa y al control vertical presidencial y a la frase típica de los autoritarios: El país no está preparado para la alternancia política.

También asustó a quienes lo escuchaban y a los rusos en general con la frase: “ahora nos llega el coronavirus y la caída estrepitosa del precio del petróleo y con ello bailan las divisas y las bolsas”.

Admitió en su disertación, de manera indirecta que “llegará el momento en que la presidencia de Rusia no será tan personalista”, pero dejó claro que aún no se produciría en Rusia esa situación”, a la vez que cubriéndose en salud estimó que su país “ya ha cumplido con creces su cuota revolucionaria”.

Evidentemente, Putin actúa como siempre lo ha hecho, “como un oportunista” haciendo creer a los rusos que actuar independientemente del poder es de torpes y estúpidos.

Al menos así lo cree Mark Galeotti, investigador principal en el Instituto de Relaciones Internacionales de Praga y especialista en asuntos de seguridad rusos, inteligencia y crimen organizado.

Cuestión de imagen

Occidente tiene de Putin una imagen agresiva ambiciosa, impredecible y desenfrenada, a la vez que su influencia mediante acciones positivas es mínima, debida que es considerado como el dueño de un poder oscuro.

No es casualidad que se presuma que cada vez que fallece un crítico del Kremlin, se sospeche, irremediablemente, de un asesinato y ello, según hasta los propios críticos eso terminará siendo un peligro para los propios rusos, que se convertirían en parias virtuales.

Medio Oriente se inclina hacia Moscú

Ello, desde diciembre de 2019 parece estar sucediendo a partir de que Moscú entregó a Turquía –componente de la OTAN-, sistemas avanzados para incorporar a sus misiles y firmó contratos de miles de millones de dólares con Arabia Saudita, el más reconocido aliado de EE.UU en el mundo árabe.

Putin, que de gil no tiene nada –diría un componente de la 12-, también se acercó a Egipto, convirtiéndose en un participante de la guerra civil que se sostienen en Libia.

Y como si esto fuera poco –frase clásica que emplean los vendedores ambulantes en los colectivos de Rosario-, presumen en la inteligencia norteamericana e inglesa que expertos rusos están ensayando un nuevo tipo de arma, con un propulsor nuclear compacto, de vasto alcance y capacitado para eludir defensas enemigas, según dejaron trascender las agencia AFP.

A pesar que ese nuevo tipo de misil que se conoce como “Burevetnik” y que la OTAN denomina “Skyfall”, el que es impulsado por energía nuclear, explotó en una base de pruebas, en el norte de Rusia.

El misil podría llegar a continuar volando por semanas, lo que le otorga un alcance ilimitado, sin necesidad de utilizar rutas de vuelo balístico en su camino al objetivo.

Ello permite liberarse de la restricción del combustible transportable y cambiar el rumbo según las necesidades, en función de esquivar trayectorias vigiladas por radares y zonas de antimisiles.

Científicos rusos dudan del avance del Burevetnik, ya “que con el uso de la energía nuclear los rusos habrían obtenido la superioridad sobre EE.UU.” (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

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