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Por Ricardo Marconi(*)

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) habría descubierto que la ola de misiles balísticos que Rusia disparó contra Ucrania contiene una sorpresa: señuelos que engañan a los radares de defensa aérea y a los misiles termo dirigidos.

Cada uno de los dispositivos mide aproximadamente 30 centímetros, tiene forma de dardo y es blanco con una cola naranja, según un funcionario de inteligencia estadounidense.

Son lanzados por los misiles balísticos de corto alcance IskanderM que Rusia está disparando desde lanzadores móviles al otro lado de la frontera, -dijo el funcionario de inteligencia-, cuando el misil detecta que ha sido atacado por los sistemas de defensa aérea.

Cada uno de los misiles está repleto de componentes electrónicos y produce señales de radio para interferir o falsificar los radares enemigos que intentan localizar el Iskander-M, y contiene una fuente de calor para atraer misiles entrantes.

El funcionario, que no estaba autorizado a hablar públicamente sobre asuntos de inteligencia, describió los dispositivos bajo condición de anonimato.

El uso de señuelos puede ayudar a explicar por qué las armas de defensa aérea de Ucrania han tenido dificultades para interceptar los misiles Iskander rusos.

Secretos de los misiles 

Impulsado por un motor de cohete de combustible sólido, el Iskander puede alcanzar objetivos a más de 300 kilómetros de distancia, lo que implica clasificarlos internacionalmente como de mediano alcance, según documentos del gobierno de Estados Unidos. Cada lanzador móvil puede disparar dos Iskanders antes de que deba recargarse.

Imágenes confusas 

Las fotografías de las municiones en forma de dardo comenzaron a circular en las redes sociales hace dos semanas. Tenían perplejos a expertos y analistas de inteligencia de código abierto, muchos de los cuales los confundieron con minibombas de armas de racimo en función de su tamaño y forma.

La bomba termobárica rusa desde el lanzamiento desde un avión hasta su explosión

Misil nunca visto hasta ahora 

Richard Stevens, que pasó 22 años en el ejército británico como soldado de desactivación de artefactos explosivos y luego trabajó como técnico civil de bombas durante 10 años en el sur de Irak, África y otras regiones, dijo que había estado expuesto “a un montón de municiones chinas y rusas”, pero nunca había visto esto.”

Stevens publicó fotos de las municiones en un sitio para expertos militares y civiles en desactivación de bombas que comenzó en 2011, y descubrió que nadie más parecía haber visto estas misteriosas municiones antes tampoco.

Ayudas de penetración 

Los dispositivos son similares a los señuelos de la Guerra Fría llamados “ayudas de penetración”, dijo el funcionario de inteligencia, que han acompañado a las ojivas nucleares desde la década de 1970 y fueron diseñados para evadir los sistemas antimisiles y permitir que las ojivas individuales alcancen sus objetivos.

La incorporación de los dispositivos en armas como el Iskander-M que tienen ojivas convencionales no ha sido documentada previamente en los arsenales militares.

“En el momento en que aparecieron los misiles, la gente comenzó a tratar de derribarlos y a pensar en las ayudas de penetración”, dijo Jeffrey Lewis, profesor de no proliferación en el Instituto de Middelburg de Internacional Estudios en Monterrey, California. “Pero nunca los vemos porque son muy secretos; si sabes cómo funcionan, puedes contrarrestarlos”.

El uso de los señuelos puede indicar cierto nivel de descuido o urgencia por parte del liderazgo militar ruso, dijo Lewis, dado que Rusia sabe que inevitablemente serán recopilados y estudiados por los servicios de inteligencia occidentales para que las defensas aéreas de la OTAN puedan programarse para derrotar las contramedidas de Iskander.

Y es muy poco probable, dijo, que la versión del Iskander que Rusia ha vendido a otros países contenga estos señuelos. 

“Eso me sugiere que los rusos le dan cierto valor a mantener esa tecnología cerca de casa y que esta guerra es lo suficientemente importante para ellos como para renunciar a eso”, dijo Lewis. “Están cavando profundo, y tal vez ya no les importe, pero a mí me importaría si fuera ellos, señaló en una entrevista John Ismay.

La embajadora de Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas Linda Posmat defenestró a al presidente de la Federación rusa Vladimir Putin.

La diplomática no quiere “una Ucrania reconolizada que implicaría consecuencias tremendas para el país, para Europa y el mundo entero”.

Putin está rodeado de oligarcas millonarios y ex agentes de la KGB, como él, que lo asesoraron y siguen haciéndolo. Entre ellos, en virtud del desarrollo de los acontecimientos, han comenzado a producirse deserciones y como no podía ocurrir de otra manera, le comenzaron a echar la culpa de todo.

Natalie Sardick, una reconocida analista de temas internacionales estima que “Kiev es un señuelo para Putin, que pretende quedarse con la región del Mar Negro y del Mar de Asov, donde pretendería crear protectorados en el este ucraniano”.

Es necesario recalcar que una vez terminado el conflicto van a generarse necesidades alimentarias tremendas –mayores a las existentes-, y por ende un incremento en la pérdida de vidas.

La crisis entre los refugiados se incrementa minuto a minuto y las víctimas directas e indirectas alcanzan a todas las edades.

Sin duda, concluido el desastre humanitario generado por Putin y su caterva de generales y oligarcas asesinos, habrá que tomar medidas económicas fuertes, derivadas de la invasión. Poner de pie a Ucrania implicará el aporte de miles de millones de dólares y la pregunta será ¿Qué gobierno los pondrá para la reconstrucción?

Es de imaginar que el Estado ruso difícilmente lo haga, ya que analistas económicos sostienen que está muy cerca de caer en default, ya que para un país llevado a la guerra contra su voluntad “sólo hay negocios y sangre”, como lo remarcó en una entrevista el ex canciller argentino Jorge Faurie.

Riesgo nuclear 

Cada día que pasa, se percibe entre los funcionarios que conducen los destinos de la Unión Europea que se incrementa el riesgo nuclear. Y en este sentido el ex gobernador Carlos Ruckauf  dejó claro que “si un misil destruye por error una planta nuclear se produce una pérdida de radiación, la que se expande de manera incontrolable y los vientos la van a trasladar también a territorio ruso”.

Como ejemplo, el ex funcionario argentino especificó que “no hay que ser un especialista en el tema nuclear para subrayar que, por ejemplo, la radiación en Chernobil permanece aún bajo tierras y los soldados rusos que allí se encuentran, como mínimo deben bañarse todos los días para descontaminarse. ¿Es necesario aclarar algo más? (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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