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Sólo siete jets de combate a propulsión tipo A4-AR ‘Fightinghawk’, que fueron comprados en 1997 a los Estados Unidos durante el gobierno peronista de Carlos Menem, son los que tendrán que defender el espacio aéreo nacional de casi 2.780.000 kilómetros cuadrados, a partir de fines del mes de noviembre venidero, cuando dejen de operar los últimos aviones Mirage de origen francés

Estos aviones de combate estuvieron operables durante 43 años para la defensa aérea argentina y fueron íconos en la Guerra de Malvinas, en 1982, cuando se enfrentaron a los modernos aviones ‘Sea Harrier’ británicos de despegue vertical.

Con esto queda de manifiesto la indefensión argentina en los cielos de la Patria ante cualquier ataque o incursión exterior, más allá que desde el Ministerio de Defensa se insista y se afirme que la Argentina no tiene conflictos con otros países, tanto vecinos como extra continentales (Gran Bretaña, puntualmente).

Pero, desde el punto de vista de la defensa del territorio de un país, es necesario contar con Fuerzas Armadas modernas, potentes y de rápido accionar ante la posibilidad de un hipotético conflicto armado. Y eso lo dicen los manuales de historia militar y los textos referidos a la defensa.

El retirado teniente coronel Néstor J. Cruces, un ingeniero militar de mucho prestigio entre las filas del Ejército, hacía referencia a la preparación de nuestras Fuerzas Armadas en su libro ’70 años para siete días’. Y es que, como decía este militar, las Fuerzas Armadas se preparan durante setenta años para combatir siete días que nadie sabe cuándo llegarán.

Entonces –parafraseando a Cruces- “si no reflexionamos sobre esta curiosa particularidad, no sólo será difícil comprender el fenómeno militar y la psicología de los uniformados, sino que también nos estará vedada la posibilidad de plantear una apertura de las tres armas”.

Frente a esta situación de verdadera indefensión del país, debemos señalar que hoy Chile, con un poco más de un cuarto del territorio argentino, cuenta para sus operaciones aéreas con más de 30 aviones de combate F-16 de origen estadounidense, mientras que Brasil, que nos triplica en territorio, tiene más de cien aviones modernos de combate.  

Los siete aviones A4-AR ‘Fightinghawk’ con los que defenderemos nuestro espacio aéreo son aeronaves de segunda mano repotenciadas por la firma Loockeed Martin espacialmente para las Fuerza Aérea Argentina en 1997.

Originalmente fueron adquiridos 36 aviones de este tipo, pero los accidentes que sucedieron y la de repuestos para su mantención en operaciones hicieron que el numero descendiera hasta los actuales siete aviones.

Y no sólo que contaremos con estos aviones, sino que también cuando en noviembre se desactiven los Mirage, la única base aérea que quedará con aviones de propulsión de guerra será la puntana de Villa Reynolds.

La VI Brigada Aérea con asiento en Tandil, en la provincia de Buenos Aires, reemplazará los viejos Mirage por unidades de entrenamiento IA 63 Pampa II de indsutria nacional. Idéntica situación ocurrieron en otras bases, como la mendocina de ‘El Plumerillo’.

Jackemate.com había adelantado semanas atrás la dramática y tristísima situación de indefensión que vive el país, con una nota elaborada por el ex ministro de Defensa del Gobierno radical del extiento presidente Raúl Alfonsín, doctor Horacio Jaunarena.

En esa publicación señalábamos que “de los 29 cazabombarderos de la familia Mirage que tenía la Fuerza Aérea Argentina, sólo tres aparatos están en condiciones operativas de volar y por muy cortos períodos. Esta limitación no es nueva; la entonces ministra de Defensa Nilda Garré, siete años atrás, había prohibido que volaran por la reiteración de accidentes. No obstante, desde entonces, nada se hizo para superar esta carencia”. (Jackemate.com)   

 

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