Por Ricardo Marconi (*)
Los cazadores de fugitivos saben perfectamente que los primeros 100 días de una fuga son los más importantes. En ese lapso, quien escapa se está desplazando la mayor parte del tiempo y, por lo tanto, es el tiempo en el que está más expuesto y en el que hay más testigos del escape.
Y en el caso de Adolf Hitler, fue la CIA la que comenzó a buscarlo en Argentina, por considerarlo vivo, luego de haber recibido informes del FBI que lo ubicaban en nuestro país.
Ex cazadores de la CIA, contratados para un programa de televisión, se dedicaron a tratar de develar definitivamente la cuestión, utilizando precisamente expedientes desclasificados de los dos organismos de seguridad estadounidenses.
Dos de esos informes del FBI lo ubicaron al Führer en Florianópolis, a 750 kilómetros de Buenos Aires y, con el tiempo, ese grupo de expertos hasta llegó en la persecución a la localidad de Charata –donde había muchos simpatizantes del nazismo-, en Argentina, donde indagaron a componentes de una comunidad que, según sus averiguaciones, apoyó al nazismo.
Esos experimentados indagadores recibieron testimonios de que Hitler habría estado viviendo en una instalación subterránea durante 4 meses en Charata y, en una escuela alejada de la población se habría hecho funcionar una mini base militar, a la que concurrían más de 100 jóvenes que formaban parte de la juventudes hitlerianas, quienes se adiestraban sobre las maravillas del proyecto nazi, en lo que parecía ser una escuela alemana en la Argentina, donde hacían el clásico saludo de brazo derecho, levantado en el patio escolar y mirando con orgullos una bandera con esvástica.
Mucho se ha escrito sobre Adolfo Hitler, fundamentalmente en los hechos que derivaron en la Segunda Guerra Mundial y sus motivaciones personales en el marco de la misma.
Esta columna, sólo tiene el objetivo de poner blanco sobre negro sobre secretos de su familia que los historiadores arrojaron a la luz en Alemania, a través de un diario escrito por la hermana de Adolfo: Paula
En el mismo están plasmados significativos detalles que vale mencionar: Paula da cuenta que su hermano se comportaba como un clásico matón en su adolescencia, golpeándola asiduamente cuando ella tenía 8 años y él 15.
El diario de Paula está escrito a máquina y es uno de varios documentos –autenticados-, descubiertos por los historiadores Timothy Rybak y Florian Beierl. Los dos tienen antecedentes de prestigio. El primero como especialista sobre la vida de Hitler y como escritor de varios libros el segundo de los mencionados.
Revelaciones
La inocente “escritora” estaba relacionada con uno de los profesionales de la medicina que hacían eutanasia durante el Holocausto. Se trata de Erwin Jekelius, responsable de matar con gas a 4.000 prisioneros en la guerra.
El joven Adolfo se mostraba –según Ryback, como “una figura paternal y estricta, ya que la abofeteaba con frecuencia”. Incluso, los historiadores hallaron memorias escritas en conjunto por el medio hermano de Hitler, Alois y su media hermana, Ángela.
Hay fragmentos de ese texto que menciona la violencia ejercida por el padre de Hitler, -quien también se llamaba Alois-, y de la manera como la madre trataba por todos los medios de proteger a sus hijos de los golpes que eran objeto.
En el relato descubierto hace mención a un hecho más que evidente del maltrato. La madre, preocupada por no poder controlar a su esposo de un ataque sin control, subió al altillo para cubrir a Adolfo, ya tirado y golpeado en el piso de madera y en ese accionar no pudo evitar ser agredida y lesionada.
Para los investigadores “el terror del Tercer Reich se gestó en el propio hogar de Adolfo”. Es más, la primera imagen de inocencia de Paula que tenían, tanto el historiador como el escritor, sufrió una transformación al conocer que se había “relacionado” con uno de los peores criminales de Austria, ya que, evidentemente, no podía desconocer su relación con la muerte y el destino de hombres, mujeres y niños en la cámara de gas.
Paula vivió bajo el seudónimo de Wolf y no se casó con Jekelius, ya que la boda fue prohibida por Adolfo.
Surgió, en la indagación, el hallazgo de una libreta con cuentas de la familia y un préstamo de 900 coronas austríacas a Adolfo Hitler en la primavera de 1908, para que el joven viviera un año sin sufrir problemas económicos.
El hallazgo “echa por tierra el mito de que mientras estuvo en Viena sobrevivió como un artista que se moría de hambre”. El canal ZDF transmitió un documental con los descubrimientos. [1] (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com
[1] Krysia Diver.