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No era para menos. El capitán del crucero ‘Costa Concordia’, Francesco Schettino, admitió ante que el accidente se debió a un error suyo. Schettino, según portales informativos italianos y la misma BBC, ordenó que el buque se diera vuelta "demasiado tarde", según trascendió de fuentes judiciales.

"Conocía muy bien las profundidades de la zona", explicó en su declaración judicial, con lo cual se da por el piso anteriores expresiones que, según las primeras informaciones, hablaban de lo contrario.

"Imprudente, incapaz y fuera de quicio", así calificó la conducta del marino mercante Valeria Montesarchio, la juez de Grosseto, quien permitió que Schettino vuelva con su familia, cerca de Nápoles, porque opina que es improbable que se fugue, en contra de lo que sostienen los fiscales.

"Schettino se quedó en la costa de la isla de Giglio toda la noche, viendo cómo se hundía el Concordia", dijo Montesarchio. Si no huyó en aquellos momentos, cuando el desastre asumía proporciones cada vez más dramáticas, es improbable que lo haga ahora.

Las labores de búsqueda de los desaparecidos en el crucero Costa Concordia fueron suspendidas a primera hora de la mañana del miércoles debido al deslizamiento de la nave.

El barco se encuentra apoyado a estribor sobre unas rocas y los servicios de rescate temen que pueda caer y sumergirse por completo en el mar. Por otra parte, el casco del barco ha devuelto otros cinco cuerpos, con lo que ya asciende a 11 el número de víctimas del naufragio.

Oficialmente hay 22 personas desaparecidas, mientras que el diario turinés ‘La Stampa’ habla de una lista secreta de la Delegación de Gobierno de Grosseto con 40 nombres. Transcurridas ya varias noches desde el desastre, la confusión es total e inexplicable.

Los buzos de la Guardia Costera localizaron los cadáveres de una mujer y cuatro hombres, de entre 50 y 60 años, como explicó Filippo Marini, comandante y portavoz del cuerpo.

Estos flotaban en la parte trasera de la embarcación, en una zona completamente sumergida y en un punto muy cercano a donde el domingo fue recuperado el cuerpo del mallorquín Guillermo Gual, de 68 años, única víctima española.

Como él, el último grupo de víctimas había seguido el protocolo: todos se habían puesto el chaleco salvavidas y habían acudido al punto de encuentro en caso de emergencia. Iban camino de lo que creían su salvación.

Los equipos de rescate siguen con su labor alrededor del crucero. Efectivos de la Marina Militar han utilizado pequeñas cargas explosivas adosadas al casco, para poder acceder al interior del buque con más rapidez. Hay que darse prisa: el mar empieza a mover el enorme esqueleto.

A la preocupación de recuperar todas las víctimas, se añade la de evitar un desastre ecológico: El Costa Concordia, que había zarpado apenas dos horas y media antes del accidente, guarda en sus bodegas casi 2.400 toneladas de fuel oíl. El lunes, los guardacostas notaron las primeras manchas de lo que parece de este combustible a su alrededor.

Mientras el Gobierno italiano se dispone a declarar el estado de emergencia y limitar el tráfico en la zona del desastre. El Ministerio de Medio Ambiente ha construido un cinturón de seguridad que rodea el crucero 900 flotadores que absorben eventuales salidas de carburante.

Sin embargo, detalló el ministro Corrado Clini, es Costa Cruceros quien tiene que encargarse de vaciar los depósitos de su nave.

La empresa ha emitido este miércoles un comunicado en el que asegura que está contactando con todos los pasajeros que viajaban a bordo del Costa Concordia "para asegurarse de que se encuentran bien tras haber vuelto a casa y para confirmarles que recibirán un reembolso por el precio del crucero y por todos los gastos materiales relacionados".

Costa Cruceros asegura también estar en contacto con las asociaciones de consumidores "para determinar las indemnizaciones" por el siniestro. (Jackemate.com)

 

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