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Por Ricardo Marconi (*)

Como presumimos a instantes de cerrar nuestra anterior columna, se volvieron a modificar, incrementándose, los números relacionados con los homicidios generados, en este año, por sicarios en Rosario. Es que, en la noche del pasado sábado, en el transcurso de una fiesta familiar realizada en Uriburu al 5200, poco después de las 21, dejó de existir Carlos Orellano, abatido con un arma calibre 32, -ya secuestrada y enviada a peritar-, por un joven de 22 años, quien ya fue identificado.

La fiscal Gisela Paolicicelli ordenó la captura del implicado a la Brigada de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal y ordenó el relevamiento y la inspección ocular del hecho, así como la habitual toma de testimonios. Del 2013 al 2021, nuestra urbe ya habría generado aproximadamente 1.500 homicidios con su consecuencia lateral de 6.000 heridos de bala.  

Encuestas de victimización 

Para aclarar más el panorama, la Fundación Libertad este año realizó una encuesta de victimización del delito “para constatar cómo los narcos sicarios trabajan a full” y de ello surgió que 4 de 10 familias fueron víctimas del delito en 12 meses, aunque sólo 2 de cada 10 denunciaron el grave episodio, demostrando esta circunstancia no menor, la existencia de falta de credibilidad en las autoridades de todos los estamentos. Está claro que a ellos poco les importa sufrir el descreimiento mientras cobren sus emolumentos cada fin de mes.

Saga interminable de crímenes   

El recientemente designado Rubén Rimoldi como ministro de Seguridad de Santa Fe exjefe de la Unidad Regional IV, del Departamento Caseros y subsecretario de Seguridad Ciudadana de Casilda, anunció, sin ponerse colorado, que habría “un orden de mandos”, de lo que se infiere que antes no lo había. También se comprometió a reestructurar la institución “para estar donde más se necesita la acción policial”.

Es más, horas antes de iniciar este material periodístico, a quien esto escribe, un excomisario general le señaló: “Las autoridades provinciales ya no tienen control del sistema de seguridad en Rosario. Estoy cansado de ver a agentes de policía tomando café en los bares o mirando en grupo sus celulares, fumando o tomando gaseosas, a veces resguardados en la entrada del Banco Provincial. Incluso alguno que otro al hacerle notar que no custodian a nadie, me encararon, ya sean hombres o mujeres para intimidarme, pero cuando les digo que fui un exfuncionario policial, asustados se cuadran ante mí o se miran entre ellos, guardan los celulares y se dispersan mientras piden perdón. Ese es el nivel de la policía de Rosario y de quienes deberían controlarlos”.

El excomisario general me agregó: “Los mercaderes de la muerte en Santa Fe y en Rosario ya dieron cuenta de Marcelo Saín, Lagna y un tercer funcionario en agosto de este año”.  Lagna, vale recordarlo, debió renunciar en un contexto crítico cuando Rosario superó los 170 homicidios y la pintada de edificios públicos que alcanzó hasta el de la Gobernación de Santa Fe 1950. Fue el momento en que el gobernador decidió también poner en funciones a Miguel Ángel Oliva al frente de la Jefatura local y desprenderse de Emilce Chimenti.

De esta última camada de funcionarios en el área de Seguridad se está destacando el secretario de Seguridad Pública Claudio Brilloni, quien al menos, se hace presente en donde civiles inocentes y delincuentes -más conocidos que Mirta Legrand-, terminan muertos en los hechos que protagonizaron.  “Algo es algo. Peor es nada”, decía un cómico porteño.

Balaceras 

En una ciudad como Rosario se producirían 10 balaceras promedio diarias, según la fiscal Valeria Haurigot, a un costo de mercado de 3 mil a 5 mil pesos por ataque. Mensualmente, habría más de 300 agresiones con armas de diverso calibre. Ya hemos indicado, en otras columnas, que contratar sicarios “de primer nivel y con experiencia” podría llegar a valer 10 veces más.

El tornero “asociado” a narcos 

En el Departamento Caseros, de donde proviene Rimoldi, la policía logró secuestrar 2 ametralladora precisamente “caseras”. Las utilizaban dos menores sicarios de sólo 14 años.

Esas armas, me dicen, tienen el poder de fuego que otorgan los proyectiles calibre 9 m.m. que pueden ser disparados   entre 17 y 30 cuando se aplica presión al gatillo –según el cargador- en un lapso de 5 segundos.

La Agencia de Investigación Criminal (AIC) presume que el armador de las ametralladoras sería un metalúrgico que posee la maquinaria necesaria para desarrollar armas caseras, utilizando planos que fácilmente se conseguirían en la Web. Una beba de 1 año y 7 meses habría sido víctima de una de esas armas.

Una de ellas se incautó, en un control vehicular, luego de un ataque al suboficial Gabriel Sanabria. Era una PAM1, automática que fue desarrollada en la década del 60, en la Fábrica de Armas Domingo Matheu y que fue el resultado de una copia que se realizó a un arma norteamericana –la M3-A1-.  La restante ametralladora sería casera, calco de una MAC II, desarrollada en la década del 70.

Los brutales crímenes cometidos por los sicarios son moneda corriente en las calles rosarinas

Los detenidos menores, oriundos de Villa Gobernador Gálvez, formarían parte de la “Banda de Los Picados”, sicarios menores, siendo uno de ellos de nombre Franco, participante del homicidio de la beba.

La restante ametralladora casera   fue detectada en la localidad de Pérez, en un operativo donde se detuvo a Jonatán D., que la llevaba en un bolso, junto a un silenciador y 16 balas calibre 9 m.m., quien como en el caso anterior, quedó libre por inimputable.

Las averiguaciones permitieron establecer que el menor se dirigía caminando hacia su objetivo: balear una vivienda de Pérez, utilizando un cargador de 17 proyectiles que al ser gatillados no paran de producir los disparos hasta agotar el cargador, la que sería una falla según los especialistas.

Es necesario agregar sobre el poder de fuego del menor que también se secuestraron pistolas Bersa TPR9 con seguro de empuñadura que actúa como tal sólo cuando se suelta el mango del arma, la que los criminólogos saben que es imprecisa, pero sirven para balear frentes de viviendas o negocios desde una moto, mecanismo que tomaron de prestado los sicarios argentinos de los brasileños, quienes iniciaron ese mecanismo de agresión para no dejar huellas. Las armas de este último tipo pueden ser modificadas con cargadores de 30 disparos, luego de realizar una transformación sofisticada para generar pánico.

Armero apresado 

Vale apuntar que otro armero clandestino, en 2013, fue detenido en un taller de la zona sur de Rosario. Se lo conocía en el ambiente delictivo con el apelativo de “Papá Pitufo”.

En calle Kantuta al1.700 del barrio Las flores, este Pitufo que no formaba parte de los dibujitos animados, funcionaba una armería que funcionaba para la mayor banda de narcos de la zona sur de Rosario.

La versión que corrió como un reguero de pólvora por ese tiempo fue que había sido capturado en el marco de una investigación que se hizo por el ataque al exgobernador Antonio Bonfatti. Lamento contar a los lectores que allí “no se encontró la metra”. 

Pitufo era considerado por las bandas de narcos como un “maestro”. Transformaba carabinas 22 en automáticas, con silenciadores. Luego del allanamiento pasó algo que las autoridades no previeron: El hijo del armero fue asesinado. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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