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Por Ricardo Marconi (*)

“Nuestros problemas fueron creados por el hombre. Por lo tanto, pueden ser solucionados por el hombre”

John F. Kennedy (1963)

 El asesinado presidente norteamericano John F. Kennedy –vale hacer hincapié antes de ingresar de lleno a esta columna-, tuvo una especial relación con nuestro país y mantuvo un cordial diálogo con el ex presidente Arturo Frondizi.

El crimen del que fue víctima el ex presidente norteamericano dio por tierra con el intento de entendimiento con la URSS y frenó el acercamiento con la Cuba de Fidel Castro, el que estaba siendo conducido políticamente por William Atwood, quien mantuvo diálogos reservados con el embajador de Fidel en la Organización de las Naciones Unidas, Carlos Lechuga.

Evidentemente, la llama de la antorcha de una nueva generación de estadounidenses se apagó para siempre en Dallas, y en la columna que el lector tiene frente a sí, hacemos foco en los datos de expedientes desclasificados y, puntualmente, referenciamos las acciones emprendidas por Lee Harvey Oswald, tanto en Méjico como en las dudas que quedaron sobrevolando en la denominada Comisión Warren. El homicidio de Kennedy ha hecho correr ríos de tinta en todos los medios de comunicación del mundo a partir del 22 de noviembre de 1963.

El ex presidente norteamericano, en su primera semana en el cargo, dijo a sus consejeros que no creía que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fuese lo suficientemente agresiva en Vietnam y puso en marcha una guerra secreta que acabaría convirtiéndose en la mayor y más compleja acción encubierta de su época [1], ya que redobló las operaciones en ese sentido.

Fue también Kennedy quien dio la aprobación final a la Operación Bahía de Cochinos contra el régimen cubano. Sin embargo, sus acciones en torno a dichas decisiones no parecen haber sido las causas que llevaron a su violenta muerte.

Motivaciones 

Las últimas indagaciones sobre las motivaciones de su muerte apuntan a relación con una presunta estafa financiera y el estafador sería Pino De Ángelis, un carnicero que en 1949 poseía acciones de una fábrica de salchichas.

De Ángelis comercializaba carne de baja calidad y adulterada hasta que cambió de ramo para dedicarse a la venta de aceite vegetal y a la distribución de aceite en Nueva Jersey.

La investigación avanzó hasta colisionar con una estafa bancaria en 1957 y a una relación con Frank Lucas y con la mafia de la heroína que producía una recaudación de 1 millón de dólares diarios a la fecha del homicidio. Lucas nació en La Grange, Carolina del Norte, el 9 de setiembre de 1930 y falleció en Nueva Jersey, el 30 de mayo de 2019.

En 1975 Lucas fue investigado por un episodio en el que habría traicionado a un socio para vender heroína e incluso se habría convertido en un soplón de autoridades federales, al punto tal de entregar a su primo, con lo que pasó de una condena de 70 años, a sólo 15 para finalizar preso 9 años. También fue imputado de homicidio y llegó a ser jefe del crimen organizado en el barrio de Harlem, donde vivía casado con Juliana Farrrait.

Complots y conspiraciones 

En torno a complots, conspiraciones y al magnicidio de John F. Kennedy, se desclasificaron un total de 2.891documentos.

Entre la documental secreta, que forma parte de la luz pública, 11 expedientes se consideraron relevantes y curiosos: Los complots para asesinar al ya fallecido Fidel Castro, la búsqueda de un stripper llamada Kitty, las listas negras en Hollywood y la remota probabilidad de que Lee Harvey Oswald haya pertenecido a la CIA.

Fue el ex presidente Donald Trump quien hizo públicos esos expedientes en torno al período conocido mundialmente como el de la Guerra Fría.

A partir del acceso abierto por Trump, un equipo de periodistas de The Washington Post conformado por Michael E. Miller, Ian Shapira, Michael E. Ruane, Michael S. Rosenwald, Tom Jackman, Rachel Weiner, Devlin Barrett y Greg Miller revisó los archivos nacionales y encontró informaciones increíbles que damos a conocer en esta columna junto a logradas por fuentes propias.

Oswald, el asesino de Kennedy, y su supuesta relación con la CIA

Entre las cuestiones más curiosas podemos mencionar que matar a Fidel Castro se cotizaba mucho más alto que hacer lo propio con Ernesto “Che” Guevara. La cifra era de USD 100.000 para eliminar a Castro.

Durante un período de seis meses, en el Senado norteamericano, se escucharon -dichas en voz baja-, historias de complots para matar a Fidel Castro y, a modo de ejemplo podemos mencionar una que refería a la colocación de una concha marina explosiva cerca de donde buceaba dicho mandatario en Cuba.

Memorándum 

En un memorándum de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI), se hizo referencia a una reunión de exiliados cubanos, en la que también se intentó poner precio a la muerte de Ernesto Guevara, en 1964 pero la cifra de 150.000 dólares más 5.000 para gastos fue calificada como “demasiado alta”.

En una reunión posterior se redujeron los valores a 100.000 para Fidel, y 20.000 para Raúl Castro y Guevara, cada uno. En un cable de AP, que lleva la firma de Rodrigo Abd, se hizo mención al “valor simbólico” de la muerte de Fidel, según fuentes del Pentágono.

Operación Bounty 

La Operación Bounty, del Pentágono hizo hincapié en el derrocamiento del gobierno cubano y en otro documento se referencia el pago de una recompensa por “matar o entregar con vida a comunistas reconocidos”.

La CIA tenía previsto a volantear la isla y los cubanos debían, según los volantes: 1) conservar uno para presentarlo con 2) prueba concluyente de la muerte de la persona, junto con 3) el carnet partidario del muerto. Estaba previsto abonar hasta 57.500 dólares por un director de departamento cubano; 100 mil por un funcionario y por la cabeza de Fidel, el valor simbólico de 2 dólares.

Respecto de que Lee Harvey Oswald recibe el disparo de Jack Ruby, en la Estación Central de Policía de Dallas, el 24 de noviembre de 1963, en la investigación sobre este último, -quien era dueño de un night club en Dallas-, a dos días del magnicidio de JFK, el FBI intentó ubicar a una de sus amigas, la stripper Kitty, cuyo apellido se desconocía. La pista se perdió en Nueva Orleans, donde se había suicidado meses antes Kitty Raville, y donde vivía en realidad Kitty De Ville, quien ya no trabajaba como stripper.

Un borrador del informe del Comité sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes estadounidense exculpó a Fidel Castro de cualquier vínculo con el magnicidio ocurrido en Dallas, el 22 de noviembre de 1963.

«El Comité no cree que Castro haya asesinado al presidente Kennedy, ya que semejante acto, si se descubriera, le hubiera otorgado a los Estados Unidos la excusa para destruir a Cuba. El riesgo no hubiera valido la pena».

Centenares maneras de matar  

Según un documental de la BBC, “638 maneras de matar a Castro”la inteligencia de los Estados Unidos hizo cientos de intentos, de los serios a los delirantes, para eliminar al líder cubano. Uno de los expedientes desclasificados alude a uno de ellos: el traje de buceo contaminado que el abogado James B. Donavan —retratado por Steven Spielberg en su película El puente de los espías— debía regalarle a Castro durante su negociación de la libertad de los detenidos tras la invasión en Bahía de Cochinos.

«Se sabía que a Fidel Castro le gustaba bucear», dice el texto. «El plan de la CIA era espolvorear el interior del traje con el hongo causante de micetoma, una enfermedad cutánea crónica e incapacitante, y con el bacilo de la tuberculosis en el equipo respiratorio«.

Pero Donovan no se prestó a ejecutar la operación y le regaló a Castro un traje de buceo limpio. Donovan estimó que sería eliminado por la inteligencia cubana si se prestaba a la maniobra.

Molusco caribeño 

También se cita la búsqueda fallida de un molusco caribeño con caparazón lo suficientemente grande como para cargar explosivos que volaran a Castro en el mar y la lapicera con una aguja hipodérmica que hubiera permitido a un cubano, reclutado por la CIA, inyectar veneno a Castro, pero el agente designado se negó porque hubiera implicado estar demasiado cerca de su objetivo.

Los miembros del Comité Churck, presidido precisamente por el senador Frank Churck, hicieron circular internamente una pistola que había sido fabricada por la CIA para lanzar dardos envenenados y el ex senador Barry Goldwater, utilizando la pistola llegó a hacer un disparo al aire, a modo de prueba.

El Comité aprovechó para dejar claro que la Casa Blanca “alentaba operaciones insensatas como golpes de estado y asesinatos de líderes extranjeros”.

Churk avalaba ese tipo de situaciones extremas ante casos como la posibilidad cierta de un holocausto nuclear.

El ex director de la CIA, William Colby dejó claro que el arma, hasta ese momento, no se había utilizado y, con posterioridad, el ex presidente Gerald Ford, para despejar dudas, puso su firma a una Orden Ejecutiva que prohibía al gobierno estadounidense llevar a cabo asesinatos de jefes de Estado, así como de políticos extranjeros.

Enfrentamientos internos

Lee H. Oswald en el momento de su detención por el crimen de Kennedy

Entre otros documentos clasificados se dieron a conocer enfrentamientos entre la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el FBI, en los que se cita al director de este último organismo J. Edgar Hoover quien se queja de las operaciones internas de la CIA contra la dependencia a su cargo.  Muchos de los documentos muestran que el FBI intentó disuadir a los grupos anticastristas de Miami, entre ellos el de Orlando Bosch, de intentar invasiones armadas a la isla.

Uno de los episodios, de 1959, explica que «la situación es tan mala en Cuba que bien puede suceder una contrarrevolución interior» [2]Un informante aludió a la competencia entre distintos exilados por reemplazar a Fidel Castro, quien «no puede durar más de dos meses».

Entre los archivos se encuentra la declaración que, en 1975 Richard Helms, ex director de la CIA, dio a la Comisión Presidencial sobre Actividades del Organismo de Seguridad. Uno de los abogados del grupo, David Bellin, le preguntó a Helms: -La última parte de mi investigación tiene que ver con las acusaciones de que la CIA estuvo involucrada, de alguna manera, conspirando con el asesinato del presidente Kennedy. En tiempos de la Comisión Warren, usted era vicedirector de Planes, ¿correcto?

—Eso creo —respondió Bellin.

—¿Existe alguna información vinculada al asesinato del presidente Kennedy que de alguna manera muestre que Lee Harvey Oswald era de alguna forma un agente de la CIA o un agente no regular? —pregunta Bellin, y allí se corta el documento.

Hoover, vale destacarlo, advirtió al FBI de que alguien podría intentar matar a Oswald.

El 24 de noviembre de 1963 Hoover señaló: “Anoche recibimos una llamada en nuestra oficina de Dallas de un hombre que hablaba con voz tranquila y diciendo que era miembro de un comité organizado para matar a Oswald.

“Inmediatamente notificamos al jefe de la policía y él nos aseguró que la probable víctima recibiría suficiente protección. Esta mañana llamamos nuevamente al jefe de la policía para advertir sobre la posibilidad de un ataque contra Oswald y nuevamente nos aseguró que se brindaría la protección adecuada. “Sin embargo, no se hizo”. 

La URSS básicamente renegó de Oswald -algunos pensaban que era un agente ruso-, y dijeron que sus actos eran parte de una conspiración más grande de la “ultraderecha”, que quería derrocar a Kennedy.

En una nota muy diferente, Slab_Happy dijo que había disfrutado leyendo las cartas de Oswald a su admirada Marilyn Monroe y se preguntó si Oswald culpaba a JFK de la muerte de la actriz.

En otro informe confidencial surgió que el hijo de Dwight D. Eisenhower, John Eisenhower, testimonió que creía que su padre no aprobaba los complots de asesinato -principalmente contra Castro-, y no planeaba cometerlos porque de lo contrario se lo habría dicho, ya que su padre le había contado lo de la bomba atómica. 

Carpeta mortal 

Dorothy Kilgallen, una periodista de noticias que se rumoreaba que estaba investigando a Oswald y que llevaba consigo una carpeta sobre la historia en todo momento, acabó muerta. Aparentemente, Nixon tenía un archivo con su nombre que no fue desclasificado con otros documentos.

Vale advertir sobre la velocidad de los acontecimientos tras el homicidio del ex presidente norteamericano: El 22 de noviembre de 1963 fue asesinado en Tejas. Cuatro horas [3] después Oswald fue detenido y 48 horas después asesinado,

En 2016 se inició la investigación del ex agente de la CIA Bob Baer y al 20 de octubre de 2017 fueron desclasificados 2.000 archivos. También se utilizó el archivo de James Angleton [4], quien recibió información del asesinato 25 minutos antes del concretarse.

Enrique García, agente cubano, admitió que Castro sabía del asesinato. Cuba “escuchaba” las torres de radio para conocer información de Texas.

Seis días después -el 26 de octubre de 2017-, se conocieron documentos secretos que explicaban porque Oswald fue a México. 8 semanas antes del asesinato para hablar con el Grupo 13[1][5] de la KGB en la embajada rusa. Precisamente en esta columna brindamos un minucioso relato sobre el raid del magnicida.  

Fue también a la Embajada de Cuba, donde le negaron la visa. Allí no fue solo. Lo hizo con un mexicano y esa información contradice el informe Warren.

El mejicano, de apellido Tamayo, era el supervisor de un campo de entrenamiento secreto para derrocar a Castro, en Luisana. ¿Era el mejicano un agente doble de Castro? Tamayo ¿era agente doble?

Hay una versión insistente que hablaba de que agentes cubanos y rusos actuaron de manera conjunta para asesinar a Kennedy.

El gobierno norteamericano dio a conocer el expediente 201, de 167 páginas donde se brindaron detalles y datos comprometedores sobre un sujeto de apellido Kosticov. Fue en San Diego, Estados Unidos, un mes antes del homicidio.

La CIA venía escuchando a Kosticov antes del asesinato. Hubo información clasificada, no compartida sobre dicho tema entre la CIA y el FBI.  Así se llegó, finalmente a más de 2.000 archivos desclasificados acerca de la muerte violenta de Kennedy.

Reunión 

Silvia Durán, por ese entonces empleada de la Embajada de Cuba habló de una sola reunión entre cubanos y el cónsul de Cuba con Oswald. Fue arrestada por la CIA, pero no interrogada por la comisión Warren, por encubrimiento.

También se desclasificó un expediente en el que Hoover negó información sobre Oswald y encubrió el episodio y también llegó a conocerse que un periodista del Cambridge Evening News, del Reino Unido recibió una llamada anónima para indicarle que llamara a la embajada de los EE. UU., a los fines de recibir una gran noticia. Esto ocurrió 25 minutos antes del asesinato de Kennedy.

En el período de hasta dos décadas anteriores a la muerte de Kennedy se expusieron los esfuerzos del buró de investigación para poner micrófonos en la casa del guionista John Howard Lawson, sospechado de ser miembro del Partido Comunista en California.

Era uno de los profesionales del cine proscripto entre “los 10 de Hollywood” que formaba parte de las listas negras.

También el FBI siguió reuniones del Partido Comunista en Dallas que se realizaban dentro de automóviles, un mecanismo muy utilizado por los controladores de infidentes rusos, para no ser detectados cuando intercambiaban datos con espías estadounidenses pertenecientes a la CIA.

El rastro de Oswald dejado en México 

El fallo de la comisión especial, encabezada por el primer magistrado de la Corte Suprema Earl Warren fue contundente sobre las semanas que precedieron al magnicidio de Kennedy, especialmente en lo atinente al viaje de 8 días que hizo Oswald a Méjico, los que tuvieron un tinte novelesco.

En las 888 páginas del informe de la Comisión, esta se inmiscuyó en todas las fases de la vida del presunto asesino, hasta el día en que el disparo del revólver de otro enajenado: Jack Ruby, selló sus labios.

Vale apuntar que Ruby fue un hampón de Dallas, dueño del Carrousel Club. Había nacido en Chicago como Jacob Rubinstein y tenía excelentes contactos con la policía de Dallas, razón por la cual entró sin ninguna dificultad a los sótanos del Departamento de Policía, minutos antes del traslado de Oswald y lo asesinó a la vista de todo el mundo.

Dijo que lo había hecho “para ahorrarle las penurias del juicio a Jacqueline Kennedy”.  Fue condenado a muerte. Sin embargo, Ruby murió de cáncer en enero de 1967.

El rifle 

El rifle del asesino quedó ineludiblemente vinculado con Oswald, merced a pruebas circunstanciales y científicas, así como a las declaraciones de un testigo: H. L. Brenan, quien juró haber visto a Oswald portando el arma en el sexto piso del edificio donde estaba empleado, en Dallas.

El arma le había costado a Oswald 20 dólares y lo había comprado 20 meses antes del magnicidio. El rifle fue enviado a un laboratorio de Washington para su preciso peritaje, donde se verificó que las balas actuaron a alta velocidad, a 640 metros por segundo desde una habitación, ubicada en la Plaza Dealey. El magnicida, después de cumplir su cometido, abandonó el rifle y fue hallado.

Para la Comisión Warren se tuvo en cuenta que los ecos del disparo pueden haber distorsionado el número de los mismos, ya que produjeron roturas de vidrios y dieron rebotes produciendo un sonido de 84 decibeles.

La Comisión recalcó que “se tomaron muchos testimonios, algunos de los cuales no resultaron fiables “y agregó que expertos de la CIA, afirmaron que “Oswald actuó solo”.

Dicha Comisión ordenó a los investigadores seguir puntillosamente la línea de tiempo, lo que permitió ser detectado por un policía que lo vio salir de una vivienda y tomar un colectivo.

La indagación permitió establecer que descendió del mismo para ascender a un taxi que lo dejó a 30 metros de su vivienda.

Cientos de entrevistas 

La Corte Suprema, a través de la Comisión, entrevistó a cientos de personas y una de sus conclusiones fue que “no tienen fundamento las versiones que afirman que el tirador actuó como instrumento de intereses comunistas o de ultraderechistas”.

Warren y el resto de dicha Comisión permitieron dar pie a parte de conjeturas resultantes del viaje que el asesino realizó a territorio mejicano, antes del homicidio, con el objeto de obtener su visado para viajar a Cuba y de allí continuar su peregrinaje a la Unión Soviética.

De manera reservada, la policía mejicana colaboró con la Comisión en la obtención de información y Warren, a través de su vocero, dejó trascender que Marina Prusakova Oswald declaró que durante agosto de 1963 le comunicó, por primera vez, que viajaría a Méjico y de allí a Cuba. Es más, le dijo que había “desestimado apoderarse de un avión para viajar a la isla”.

El 17 de setiembre Oswald obtuvo del Consulado General mejicano en Nueva Orleans una “tarjeta de turismo” [6], donde decía, escrito a máquina: Lee Harvey Oswald, fotógrafo, y figuraba como destino México. También declaró en su solicitud que trabajaba en la dirección: “640 Rampart”, aunque en realidad estaba desocupado.

Marina se marchó a Lewing, con Ruth Paine, en la mañana del 23 de setiembre y antes de que se fueran, Lee le dijo al oído a su esposa que no debía decirle a nadie de su viaje y Marina guardó el secreto hasta el momento que conoció las alternativas del asesinato.

El día anterior, la dueña de la vivienda donde vivía Oswald, -una mujer mayor-, al ver que este cargaba el auto de Marina, le recordó que estaba atrasado una quincena de su alquiler y le preguntó si pensaba marcharse.

El que sería imputado del crimen presidencial le contestó que él se quedaba y, un día más tarde, otro vecino lo detectó cargando dos valijas y abandonando su vivienda de Magazine Street para subir a un colectivo.

Finalmente, la propietaria del departamento, el 25 de setiembre lo encontró vacío, luego de ingresar tras estar tocando el timbre hasta el cansancio. Quedó sorprendida, ya que los vecinos tenían a Oswald como un hombre agradable y dado a la sociabilidad, aunque reservado.

Oswald no se fue con las manos limpias. En sus valijas se llevó, al parecer, su diccionario español-inglés, su agenda de direcciones, un pasaporte viejo, y el obtenido ese año, así como la correspondencia que mantuvo con el Partido Comunista y con la Embajada Soviética en Washington, parte de la cual estaba escrita en ruso, a lo que debe agregarse su certificado de matrimonio, recortes de diarios de su actividad en el Comité “Fair Play For Cuba”, que presidía y que, según Marina “lo ayudaría en Cuba, pues era una prueba de que era el director de la filial de Nueva Orleans y una cédula de trabajo que había obtenido  en Rusia.

Se llevó también, en hojas de papel, apuntes en que estaban escritos acontecimientos destacados de su vida, las que utilizaría para convencer a funcionarios para que lo dejaran entrar a territorio cubano.

Tenía, asimismo, la constancia de su servicio en la Marina e incluía documentación sobre la fecha de enrolamiento y la baja, los lugares donde había prestado servicio y los diplomas recibidos en la escuela militar.

Había escrito, asimismo, notas relativas a su estadía en la Unión Soviética y sobre su temprano interés en la literatura comunista; la organización de la filial en Nueva Orleans del Comité a su cargo, su contacto con autoridades policiales, en relación con sus actividades en el referido Comité y su experiencia en “agitación callejera” y como locutor radial y fotógrafo.

El FBI estimó que la noche del 24 de setiembre durmió en su vivienda, luego de depositar su equipaje en la estación de ómnibus, o lo pasó en algún hotel de baja categoría o pensión.

Un día más tarde, después de las 5 de la madrugada se retiró del lugar para, a las pocas horas, cobrar un cheque de 33 dólares del seguro de desempleo del Estado de Texas a través de su casilla de correos en Nueva Orleans.

A las 8 de la mañana cobró un cheque en un comercio, a seis cuadras de su departamento y, de esta manera, logró reunir 200 dólares para su viaje a Méjico. Salió de Nueva Orleans en ómnibus, probablemente en el Nº 5121 de La Continental Trailwais, que partió a las 0.20 horas del 25 de setiembre para llegar a Houston, a las 10.50.

Veinticuatro horas después Oswald ascendió al ómnibus 5133 de la citada empresa, en Houston y partió a las 2.35 rumbo a Ladero, Texas. Se comprobó su paso por Corpus Christi y Alice y cuando eran las 6 de la mañana, en el colectivo hizo contacto con el doctor Mc Farland y su esposa, a los que les comentó que su destino era Cuba.

Oswald había cruzado la frontera entre Laredo (Texas) y Nueva Laredo (México), a las 2 de la madrugada desde ese destino viajó a la capital mejicana, en el transporte 516de la línea Flecha roja, con el que esperaba llegar al día siguiente, a las 9.45. Dos chicas, que subieron al último de los ómnibus en Monterrey también identificaron a Oswald y le dijeron al FBI que viajaba junto a un hombre mayor, quien posiblemente fuera Albert Osborne, nacido en las islas británicas. Era un predicador ambulante por el sur de EE.UU. y en México.

Osborne negó, sin embargo, haber viajado con Oswald, pero las autoridades del FBI no le creyeron, ni tampoco pudieron comprobar una relación anterior entre ellos. Con las chicas, en el transcurso del viaje en ómnibus, Oswald mantuvo dos conversaciones y a ellas les mencionó su viaje a Rusia e incluso les recomendó el Hotel Cuba de Méjico, al que calificó de “limpio y barato”. El investigado por el FBI y la CIA descendió en cada una de las paradas, en las que “comió en abundancia, pero solo”, según Mc Farland.

La esposa de Mc Farland apuntó que “como no hablaba castellano, señalaba la comida que deseaba y agregó que el transporte llegó a la ciudad de México con 15 minutos de retraso. Oswald, pudo saberse, se hospedó en el Hotel del Comercio, antes de que pasara una hora desde su llegada a México, donde se registró con su nombre y dijo ser fotógrafo, ocupando la habitación 18, que en ese momento costaba 1,28 dólares por día.

Luego de instalarse en el hotel, de inmediato comenzó a gestionar un permiso para ingresar a Cuba. En esos días, las autoridades mejicanas no permitían a ningún ciudadano estadounidense, -sin visado cubano-, viajar a bordo de un avión con destino a Cuba –aunque tuviera pasaporte norteamericano-, pero sí le autorizaba el paso si poseía el visado. Oswald poseía un pasaporte de 1963, pero no tenía ni el visado norteamericano ni un visado de tránsito que le permitiera una breve estancia en Cuba, de paso para Rusia. 

En la embajada cubana          

El 27 de setiembre visitó la Embajada cubana y mantuvo un diálogo con Silvia Tirado de Durán, allí empleada, quien declaró que “Oswald solicitó un visado para Cuba”, en tránsito para Rusia y fundamentó su solicitud con la presentación del pasaporte y diciendo que había vivido tres años en Rusia, a la vez que hablaba ruso.

Le acercó su cédula de trabajo, escrita en ruso cartas escritas en el mismo idioma, e incluso le dijo a Durán que estaba casado con una mujer de nacionalidad rusa. Además, le hizo notar que era el director de la organización “Far Play For Cuba”, por lo que pretendía ser considerado como “amigo” de la Revolución Cubana, ya que, además, era miembro del Partido Comunista y al respecto mostró documentos que constituían prueba de ser miembro del Partido.

Archivos desclasificados relacionan el crimen de Kennedy con la invasión a Bahía Cochino

Por otra parte, dijo que tenía intención de ir a Cuba el 30 de setiembre y permanecer dos semanas, o más tiempo, para luego seguir viaje a Rusia. Oswald llenó la solicitud y le dijeron que volviera por la tarde.

En la embajada rusa 

Antes de ir a la Embajada Cubana, Oswald fue a la soviética, donde fue entrevistado por Pavel Antonovich Yaskov y con Valery Kusticov [7]. Oswald no logró el visado soviético y para colmo los entrevistadores mantuvieron con el visitante una discusión [8].

Cuando Durán luego habló con la Embajada Rusa por el visado de Oswald, le dijeron que podía demorarse cuatro meses y entonces la empleada cubana habló con el cónsul cubano Eusebio Aboque, para que éste hablara a su vez con Oswald que se hallaba muy enojado.

La conversación con el cónsul se transformó en una acalorada disputa y Azoque le dijo a Oswald que gente como él perjudicaba a la revolución cubana y se negó a otorgarle el visado.

A pesar de la disputa, Durán envió la solicitud de Oswald a La Habana y el Ministerio de Asuntos Extranjeros cubano le respondió el 15 de octubre que sólo concedería el visado una vez que Oswald “consiguiese el ruso”.

El homicida de Kennedy volvió a comunicarse con las dos embajadas que nos ocupan desde Méjico y recibió nuevas negativas, por lo que regresó a Texas muy amargado y, un mes más tarde, envió una nueva carta a la Embajada Rusa en Washington en la que acusaba a los cubanos de “violar el reglamento”.

Conserje alcahuete 

El conserje del hotel donde se hospedó Oswald dijo que “Él volvía a medianoche y que almorzaba en el restaurante contiguo al hotel”. Agregó que el visitante se fijaba en los precios y que gastaba entre 40 y 48 centavos de dólar por comida. “Pedía la sopa del día, arroz, carne, huevos, pero no comía ni postre ni café y no hablaba con nadie por su dificultad con el idioma”, agregó.

Por su parte, Marina declaró que su esposo “fue a una corrida de toros, un domingo por la tarde” y que había “visitado museos, vio una película norteamericana, con títulos en español” y “compró postales que le regaló con una pulsera de plata con su nombre”.

Regreso sin gloria 

El lunes 30 de setiembre el que sería el hombre más buscado por el FBI y la CIA hizo sus preparativos para regresar a EE. UU y se presentó en una agencia de viajes, tras lo cual adquirió giros postales internacionales por 30 dólares para viajar desde la capital mejicana a Laredo y desde allí a Dallas en el ómnibus 332, que partió desde la capital de Méjico a las 8.30 del 2 de octubre, en el asiento 12.

El 1º de octubre pagó la cuenta del hotel, incluida a noche, ya que salió a las 6.30 de la madrugada. En el viaje fue retirado transitoriamente del colectivo en el que viajaba, por autoridades mejicanas, debido a irregularidades en los pasajes. Resuelto el problema volvió a ascender y seguir viaje.

En ese recorrido, un pasajero recordó que Oswald le causó molestias y a las 1.35 de la madrugada del 3 cruzó el puente internacional entre Nueva Laredo a Texas y, seguidamente viajó de Laredo a Dallas, pasando por San Antonio, tras lo cual, en el viaje de regreso, el transporte tomó la Interestatal 35 para llegar a Dallas a las 2.20 del mismo día.

En definitiva, Oswald estuvo en Méjico 8 días, del 29 de setiembre al 3 de octubre de 1963, sin lograr sus objetivos mínimos. (Jackemate.com)

 

 [1] Richard Schuktz. The Secret War Against Hanoi. Harpel Collins. Nueva York.1999. Pág. 337

 [2] Ver actualmente lo que está sucediendo en la actualidad (julio 2021) en Cuba.

 [3] Otra versión habla de 1 hora y minutos.

 [4] Jefe de Contrainteligencia de la CIA

 [5] También se habría hecho referencia en la investigación de Baer del Grupo Alpha.

 [6] Formulario FM-8, Nº 24085, que lo autorizaba a hacer un solo viaje de 15 días a Méjico.

 [7] Prestaban servicio en la KGB (contraespionaje ruso).

 [8] Según declaración de Marina Oswald al FBI.

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

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