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Por Lidia Saita (*)

Y esto lo escribo en primera persona, por ser una vivencia, quizá extraña, o normal para especializados en observar las variaciones del cielo. Me encanta dormir con las cortinas elevadas y observar a través de los vidrios las variaciones del cielo.

El reloj apenas marcaba las 7.35 de este sábado 12 de agosto en pleno invierno rosarino. Abrí los ojos y miré el cielo: lo surcaban nubes rosadas. Pensé estoy dormida, veo mal

Me levanté y con la camarita de mi teléfono hice está toma. Nubes entre rosadas y naranjas navegaban el cielo de mí querida Rosario. Alguien especializado tendrá su definición, quizá distinta a un ufólogo.

Personalmente me alegro, y pensé tanto miro el cielo que algo tengo que descubrir.

Se los dejo como pensamiento madrugador de alguien que le encanta observar el cielo, las nubes y los amaneceres.

Mi ex jefe de Información General del viejo diario ‘La Capital’, José Enrique King, me diría «flaca deja de hablar y escribí». Pero fue algo extraño y bonito.

¿Tendrá algún significado? El tiempo lo dirá. (Jackemate.com)

 

(*) Periodista

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