Por Mabel Martínez (*)
A mi maestro Pita
La decepción es un sentimiento del que no escapamos en algún momento de nuestras vidas. Depositamos inmensas expectativas en infinidad de situaciones y personas. Nos entusiasmamos demasiado con lo que, al no suceder, produce un gran vacío, una pérdida que ocasiona un verdadero duelo. Jean Paul Sartre expresa muy bien lo que sentimos a la hora de la decepción: “Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad”.
En nuestro mundo de hoy es permanente llegar a ese estado y damos lugar a muchos otros sentimientos como la tristeza profunda, el enojo, el dolor, que nos rompen el corazón, de debilidad, de incapacidad, de fracaso y quizás mucho más.
Las decepciones fueron y serán cuantiosas e injustas porque pertenecemos a una sociedad desigual, competitiva e indiferente. ¿Y cómo salimos adelante? Lo importante no es quedarse detenido en el hecho, sino comprender -si es posible- y buscar soluciones con ayuda de la fe, de un profesional, o bien, con las fortalezas desarrolladas a través de nuestras experiencias. Cada desilusión es un aprendizaje que debemos capitalizar para enfrentar las próximas. Lamentablemente ocurrirán.
Analizar supone ser un poco flexible. No es sencillo. Es necesario, si se trata de personas que queremos, en algunas oportunidades, saber observar y aceptar las reacciones, el entorno, los conflictos, las diferencias. Si alguien nos importa y nos hace daño decepcionándonos, no corresponde el rencor o el resentimiento, sino recurrir al perdón.
Es decir, la manifestación de nuestro amor hacia el otro. Es liberador y sanador. Tal vez no sea posible olvidarse, sin embargo creemos que nos beneficiará y nos permitirá desprendernos de un excesivo peso que no nos permite avanzar en el desarrollo de nuestra existencia.
Vamos a recordar un ejemplo que impacta y estará presente en cada momento dificultoso y enrevesado en el que anime al perdón.
Corrie ten Boom, escritora holandesa, cristiana, de gran ayuda a los judíos durante el holocausto. Estuvo en un campo de concentración y fue sometida a castigos. A su hermana la asesinaron allí. La liberaron cuando acabó la Segunda Guerra Mundial y se dedica, entonces, a difundir sus ideas religiosas.
En una reunión había un exguardia que la había hostigado y era responsable de la muerte de su hermana. El alemán exnazi se acercó y le dijo que había sido perdonado y le preguntó si ella lo perdonaría después de haber sido su verdugo. Sintió que no podía, sin embargo se vio extendiendo su mano y expresando que lo haría. Logró perdonar a ese monstruo, asesino de tantas personas. Es un ejemplo, relatado brevemente, transferible a cada uno de nosotros. El perdón es una acción hermosa que cuesta, es un proceso y, como dicen, es “una necesidad vital”.
Ahora bien, podemos referirnos a la decepción relacionada con una multiplicidad de situaciones. Por ejemplo, la que resulta de la política. Según el economista Rubén Lo Vuolo en la Revista Ñ de junio del 2023,
“El poder político y sus burocracias viven una crisis profunda que redundan en partidos ineficaces, crisis de representación, alarmantes cifras de pobreza, vulnerabilidad social y un futuro comprometido para todos”
Algunos sostienen que “la política es fundamentalmente un aprendizaje de la decepción”. La democracia, a la que consideramos el sistema político más saludable y posible por lo menos hasta hoy, por ser de gran participación, descubre muchas circunstancias turbias, abusos, corrupciones que se aprovechan y producen descreimientos y grandes desilusiones de los defensores del régimen.
Los argentinos somos los grandes decepcionados por el pasado y por el presente. ¿Cómo superarlo? A través de la esperanza, de la lucha diaria y con nuestra responsabilidad para sembrar confianza y optimismo en las generaciones que nos continúan.
El tema trabajado es penoso y perturbador. Nada nos debe limitar. Pensamos que las decepciones, nos vuelven más fuerte. El perdón y la esperanza son los caminos a seguir para rehacerse, sobreponerse, progresar y declararnos vencedores de toda decepción. Al mañana no lo podemos perder de vista. Valoremos y celebremos la vida. (Jackemate.com)
(*) Licenciada y Profesora en Letras – mabelmarga13@gmail.com