Si algunas decisiones políticas no arrastraran a desastrosas consecuencias, pensaríamos que los dirigentes son unos comediantes empedernidos y burlones jugadores de la manipulación. Pero más desconsuelo provoca cuando los burócratas confunden los fines de la función pública, olvidando desenvolverse, entre los principios y deberes éticos exigidos, con eficiencia e idoneidad
Y ello se manifiesta en un área muy sensible a la vida diaria como la seguridad, “sensación” impuesta por los medios, según insigne “prócer” apoltronado en el Congreso Nacional,
El alto patrón de ese pensamiento se trasluce en la reproducción de hechos delictivos alcanzando un elevado grado de igual entre las victimas, pues los fallecidos, heridos, secuestrados y otras trasgresiones, no diferencian edad, sexo o condición económica social.
Sin embargo para quienes se adjudican la representatividad y contención de los desposeídos, por ceguera ideológica, impericia o complicidad, los convirtieron en los primeros “descartables” de la comunidad.
Para muestra valga un botón. Rosario de Santa Fe. Días pasados, fuerzas armadas federales tomaron posesión de barrios carenciados a fin de proteger al humilde y honesto trabajador (si tiene trabajo) de los pérfidos narcotraficantes, maleante de baja estofa, ladrón de “caño” y toda la caterva pululante.
Por años la política de “inseguridad” implementada se asentó en la inconcebible tarea de ceder amplios sectores vulnerables al libre albedrío de marginales y ahora narcotraficantes, rechazando alas agencias de seguridad bajo el argumento de impedir la estigmatización de los necesitados.
Respetando la postura ideológica que ciega y obnubila, renunciando a la creencia de la complicidad, es imposible borrar de la memoria la cantidad de jóvenes pobres de total pobreza, muertos o convertidos en asesinos, víctimas por igual de la supuesta protección ‘progre’.
Cuando el pueblo rogó por una mayor actividad de la institución policial en defensa de sus derechos, no se lo escuchó y etiquetaron los ruegos como una justificación de la “derecha reaccionaria” dirigidos al control social, ejercido a través de la represión.
Rápidos en la retórica, son lentísimos en asumir la responsabilidad por los adolescentes abatidos por otros armados por los narcos.
Y perpetuando la maligna política de sordos, tampoco se informan del agradecimiento de los modestos pobladores de nuestras cada vez más amplias villas miserias ante la presencia de los gendarmes.
En la actualidad existen 2000 efectivos en los barrios pobres, y hoy el gobierno de
Enrique Pinti, ante nuestra conducta errática dice que Dios no nos castiga no porqué no pueda, sino que lo desorientamos, no nos entiende está ahí arriba y dice, ¿Lo harán de malos o de boludos? (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo de UNR – Experto en seguridad urbana