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Por Ricardo Marconi (*)

Científicos de un grupo del ‘Jet Propulsión Laboratory’ (JPL) de la NASA determinaron que antes que un volcán estalle, se generan signos que pueden dar una pista de lo que está por suceder. El JPL sugiere la probabilidad de que los satélites jueguen un papel crucial a la hora de detectar cuándo un volcán está a punto de entrar en erupción.

Hasta el presente ello se discernía luego de detectar cambios en la superficie y pequeños terremotos causados por el movimiento del magma interior, a lo que se suman cambios en los gases emitidos por los respiraderos.

A partir de dichas señales se disponen las alertas y las evacuaciones que salvan miles de vidas. También sería interesante que se lograra medir todo el calor que sale del volcán.

El grupo de investigación propuso utilizar datos de radiación térmica de los satélites Terra y Aqua de la NASA, que en forma combinada hacen dos coberturas globales de la Tierra mediante mediciones de un pixel de 1 kilómetro por 1 kilómetro.

Los aludidos satélites, ya conectados en 2002 han registrado cinco volcanes con erupciones significativas, esto es: Ontake, en Japón; Ruapehu, en Nueva Zelanda; Calbuco, en Chile; Redoubt, en Alaska y Pico do Fogo, en Capo Verde.

Se observaron tendencias crecientes de temperatura en períodos de dos a cuatro años que preceden a cada erupción, incluido el “despertar” de Ontake, en 2014. Las temperaturas sólo aumentaron 1º C, o menos, en el período previo a cada evento, según la publicación científica Ars Technica.

Primero el magma avanzó más cerca de la superficie, con liberación de gases y ello, según especialistas “podría estimular la circulación hidrotermal”, llevando calor a la superficie.

A partir de allí, se empuja más humedad a la capa del suelo y este último podría emitir más radiación térmica, pareciendo una señal brillante para los satélites.

Volcanes podrían indicar el enfriamiento del planeta

Hace dos décadas y media el volcán Pinatubo de Filipinas hizo erupción, lanzando 4 kilómetros cúbicos de ceniza y piedras, así como 20 millones de dióxido de azufre a la atmósfera, produciendo un 0,5 de descenso de la temperatura.

El gas se extendió alrededor del mundo y se combinó con vapor de agua para formar diminutas gotas alrededor del sol de nuestro planeta.

Como resultante, la temperatura disminuyó 2 grados durante veinte años y ello generó la idea que existió, durante años, en los bordes de la ciencia: la geo ingeniería y la intervención atmosférica.

Con aviones se ha rociado la estratósfera con sustancias químicas para obtener un resultado similar para manejar la radiación solar (SRY) en inglés.

También se han utilizado globos a gran altura para recabar datos sobre una erupción.

“El volcán Agung tuvo una erupción en 2018 y anteriormente, en 1963, oportunidades en la que lanzó óxido de azufre a la atmósfera, produciendo un efecto enfriador –índice de explosividad-, en una escala de 0 a 8, que depende, en gran medida, del volumen de la ceniza y gas despedido en función de la altura (30.000 metros como mínimo)”, según Alan Robock, investigador de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey.

La erupción del Agung alcanzó un registro de 5 en la escala, al igual que el Pinatubo.

El volcán Tambora, en Indonesia (1815) produjo un año después lo que se denominó “el año sin verano”, ya que disminuyó la temperatura de 1 a 3 grados promedio, con humedad y frío en Europa Central y Occidental, produciendo ello pérdidas de cosechas y hasta hambrunas, ya que, al impedirse la radiación solar, disminuye la temperatura media global. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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