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A un ex gobernador provincial se le atribuye una definición por demás de interesante “Una policía utilizada por militares y civiles en beneficio de intereses político-partidarios”. Caramba, palabras fuertes si las hay, más aun cuando la memoria política suele ser inmensamente corta

Abraham Lincoln  sostenía que “se puede mentir a pocos, mucho tiempo. Se puede mentir a muchos, poco tiempo. Pero no se puede mentir a todos, todo el tiempo”. Más claro, agua.

Cuando se restauró la democracia a continuación del largo y aciago tiempo militar, muchas bocas de la nueva corporación de poder supieron arrojarse ante los medios para remarcar que uno de los  males de los organismos de seguridad afloraba en la instrucción y conducción militar del organismo.

Como la prudencia no es virtud de muchos, los años cruzaron la vida de la sociedad,  el ejercicio del poder fue degradando a quien lo practicaba  y emergieron  escenarios predecibles, pero  escondidos sistemáticamente  para mantener la leyenda de un heroísmo vacío y frívolo.

Desidia, ignorancia o connivencia  dieron pie a nombramientos de figurados eruditos en la materia.

Dentro de ese marco vale relatar una anécdota. Hace años, un comandante  de Carabineros de Chile fue invitado oficialmente a exponer en Rosario. En la ocasión, un funcionario provincial presentó al policía extranjero con el cual  compartiría la charla sobre el tema que supuestamente los ligaba.

La confusión del anfitrión fue alta al “olvidar” hablar previamente  con el orador, investigar su punto de vista sobre el tema a referirse y analizar sus antecedentes profesionales y así  evitar el derrape.

Este empleado santafesino plasmó en una introducción exultante la transformación casi copernicana  de la policía local al abandonar la estructura militarizada para constituirse casi en una agencia compuesta por ciudadanos amantes de las libertades cívicas, de los derechos humanos, etcétera, etcétera.

El chileno, mientras tanto, correctamente uniformado, escuchaba y miraba con aire inquebrantable al presentador, luego a la audiencia y así varias veces.

Finalizado el preámbulo palabras más,  palabras menos respondió” Sr… no es  el lugar ni el tiempo para el debate, pero deseo comunicarle que carabineros de Chile es una institución militarizada y  nunca nadie procuró modificar su filosofía ni estructura”.

El jugador local hizo ‘mutis por el foro’ después de  tajante definición.  El trasandino  expuso como se promovió  la política de seguridad pública en su país y  el modo de aplicarla. Final y a casa que llueve.

La seguridad, no sólo se devuelve  con la presencia policial. Es cierto que el organismo esta seriamente cuestionado y motivos no faltan, pero tampoco se le puede atribuir a una institución el desbarajuste actual.

Se  habla de autonomía policial cuando la inseguridad camina a pasos agigantados, pero la corporación política  pasa por alto aceptar su propia inhabilidad para demandar y enfocar en la elección de un técnico en la materia familiarizado con las características  de la institución policial y la psicología de sus miembros.

Desde hace rato se habla de transformaciones. Bien, pero ¿cómo hacerlas?

Con tiempo y trabajo. Como cualquier organismo es necesario contar con el convencimiento de sus miembros para creer en nuevos programas sumando y comprendiendo sus opiniones ya que serán ellos quienes los pondrán en movimiento.

El Alto Comisionado para los Derechos Humanos/Centro de Derechos Humanos para la capacitación policial en el tema sostiene que en lugar de reunir grupos compuestos  exclusivamente de catedráticos y teóricos, el AC/CDH escoge profesionales en ejercicio en el campo de que se trata ‘inclusive agentes e instructores de policía’, pues puede conseguirse más mediante el criterio colegiado en el que policías hablan con policías que siguiendo un modelo tipo profesor alumno.

Además un marco de incentivos que contribuirá a sus intereses personales, reconociendo que a pesar de la vocación, ser policía no es un sacerdocio, sino un trabajo por el cual el Estado abona un salario.

¿Se conoce os niveles de estrés de los policías con relación a la  media de la población general? ¿Se comprobó el impacto emocional que tiene en los profesionales el desempeño de su labor a largo plazo?

Si se proyecta revalorizar al hombre policía el Estado hará su aporte mediante una política de mantenimiento ordenado de edificios, móviles y uniformes. Existen seccionales, verdaderas mazmorras que convierte en encarcelados a los infractores, a los policías y al ciudadano común que por causas diversas concurre a una dependencia. Mala organización judicial.

El sistema condena a muy pocas personas sobre el total de delitos cometidos. El delincuente percibe  las exiguas posibilidades de ser atrapado, condenado o ser recluido y esta al tanto que la justicia no investigara.

Demasiados presos condenados a largos años de prisión, pasean su exaltación por el delito y la muerte si que ningún componente de la justicia penal tengan vergüenza alguna.

Mientras todo vigilante se lo agravia por portación de oficio, magistrados y políticos incurren en las mismas inconductas sin ruborizarse ni ser censurado.

Porque es pecar de crédulo creer que en la lucha contra la inseguridad todos están en el mismo barco, que todos son iguales y  que todos reman en la misma dirección.

Es menester deponer la ideología para la formulación de políticas de seguridad, siendo indispensable operar con un oportuno plan de inteligencia criminal cuyo perfil es netamente  preventivo conducentes a concretar  estadísticas con la mas variada información.

También se debe organizar planes para  disminuir los factores de riegos como las drogas, el alcoholismo, el uso de las armas de fuego.

En fin, en estas líneas se experimenta  un análisis un poco más extenso y no tan limitado en las corruptelas policiales como pretexto. (Jackemate.com)

 

(*) Experto en Seguridad Urbana

 

 

 

 

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