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Por Mabel Martínez (*)

Para Kitty, mi amiga de la vida

Cuando aprendemos a perdonar y a perdonarnos, descubrimos una liberación, rompemos las cadenas de una prisión, logramos una confianza, una autoestima y un equilibrio emocional dignos del esfuerzo. Para llegar a este resultado pasamos por cuantiosas reflexiones. Consideramos este tema inquietante y obligado en nuestro viaje vital.

Todas las personas atravesamos por circunstancias difíciles de superar en la interacción social. Las relaciones humanas, en este tiempo histórico, se han complejizado y producen diferencias en la convivencia. Cada vez son menos saludables porque originan conflictos en los distintos contextos en los que intercambian las personas.

Pueden darse en el hogar, en el trabajo, en la sociedad, en los lugares de estudio, creando roces, peleas, disgustos que traen dolencias, malestares psíquicos que nos enferman. Fracturas que no siempre permiten la reconciliación.

Perdonarse a uno mismo es una empresa complicada. En nuestro andar cometemos errores y equivocaciones. ¿Cómo aceptarlos y modificarlos?  Es, antes que nada, un compromiso y una obligación. Lo importante es no buscar justificaciones o excusas y no negarse. Debemos superar el pasado, ser compasivas y no hipotecar el presente ni el futuro.

En nuestro análisis consideramos necesario, también, deslindar dos términos, que tienen muchos rasgos significativos comunes, son similares, pero sus conceptos difieren. En el lenguaje ordinario lo usamos, en ocasiones, como sinónimos. Nos referimos a disculpas y perdón. 

Según el diccionario de la RAE, a disculpa lo define como “razón que se da o causa que se alega para excusar o purgar una culpa”.  Desde la etimología proviene del latín y significa “quitar una falta, imputación”. Constituida por el prefijo dis: privativo, negación o contrariedad, culpa: falta o imputación.

En tanto perdonar, según la RAE, “dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta u otra cosa”. La palabra «perdonar» viene del latín perdonare y significa «dar completamente, olvidar una falta, librar de una deuda». Sus componentes son: el prefijo per- (completamente, total) y donare (regalar).

Hay autores que sostienen que “El perdón es una experiencia de lo imposible: solo se puede perdonar lo imperdonable. En cambio, las disculpas, como lo dice su nombre, reclaman que el otro “quite la culpa”, que expire ese carácter de culpable que ha sido asignado por la trasgresión de alguna norma o una ley”.  No son análogos.

Randy Pausch dice “Una buena disculpa tiene tres partes: «los siento»… «fue mi culpa»… Y «¿cómo lo puedo hacer correctamente?”

«El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió». Madre teresa de Calcuta

El perdón es un proceso que lleva tiempo para decantar, reflexionar y analizar. Finalmente tomar una decisión. Este acto no da lugar al olvido, sino que abre una serie de posibilidades de vida para el futuro. Nos comprometemos a no recordar en la interacción con el perdonado.

Al realizar el acto de perdonar, la decisión, realizamos un acto de amor hacia el otro que nos hirió hacia nosotros mismos. Así abrimos el corazón, y transformamos ese dolor en la gran liberación.  ” Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú” Lewis B. Smedes

Si revisamos nuestras vidas, ¡¿cuántas pruebas hemos atravesado?! Muchísimas relacionados con el desconsuelo, el mal, el pesar, la tortura, la aflicción, la angustia, la pena, con ladrones de sueños, competidores, traidores, golpeadores, violentos, asesinos que convirtieron nuestra vida en un calvario. ¿Quiénes pudieron generarlos? Nosotros, familiares, amigos, compañeros de trabajo, de estudio, verdugos cercanos o lejanos. A veces hemos perdonado y nos hemos perdonado y otras aún no.

Ya expusimos acerca de la liberación y agregamos que uno de los caminos esenciales para fortalecer las relaciones interpersonales y la personal, la comprensión y evitar el rencor, el resentimiento y las enfermedades. Perdonar requiere de aprendizaje, de fortaleza, de ánimo, de voluntad y mucha energía.

Necesitamos perdonar y perdonarnos para ser libres y vivir en comunión. Algunos dicen que el que es incapaz de perdonar es incapaz de amar. Perdonar es una expresión de amor hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos. (Jackemate.com)

 

(*) Profesora y Licenciada en Letras – mabelmarga13@gmail.com

 

 

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