Hora local en Rosario:
Comparte este Articulo...

 

 

 

 

Por Mabel Martínez (*)

Para mi amiga Ana Vadalá

En este presente tan nocivo, caótico y sorprendente, muchos sentimos que todo alrededor se precipita y se acelera hacia una destrucción final. Es una visión general y contagiosa. Parecería que nos quitan ese empeño conservado y resiliente a pesar de la lucha instalada bastante tiempo atrás.

Todos los días descubrimos qué nos hicieron y qué nos robaron. Fuimos testigos pasivos de un acto siniestro y devastador. Lo veíamos, no éramos ciegos y, sin embargo,  nos callamos. Tal vez por un miedo absurdo o simplemente no creíamos lo que veíamos.

¡Tan grotesco! Ahora todo destapado y exhibido, resta que se castigue y se ejemplarice con las penas. ¿Intervendrá la justicia? ¿O será una mera muestra de lo increíble hecho creíble por un rato? Es decir, ¿un mecanismo más de engaño?  ¿Dónde está la certeza?

El universo argentino es enrevesado. Entran en juego factores históricos, condicionantes políticos y económicos y una cultura enjuiciada.

El escritor chileno Roberto Bolaño sostiene «Qué retorcidos somos. Qué simples parecemos, o al menos pretendemos estar frente a otros, y cuán retorcidos estamos en el fondo. Qué insignificantes somos y cuán espectacularmente nos contorsionamos ante nuestros propios ojos y los ojos de los demás».

A pesar de referir a otro contexto, es perfectamente aplicable a nuestra realidad. En este breve texto podemos identificarnos con toda claridad. Así nos ven y nos vemos.

El panorama desalentador es repetido, aunque más profundizado por el desorden y los propósitos frustrados. Continúan las cíclicas etapas. Pareciera una obligatoria recursividad para mantener el establishment.

Desconocemos las reales causas del enmarañado pasado y del actual presente, como en otros momentos. Nuestro camino de generaciones y generaciones con ideales, constantemente, fue obstaculizado y oscuro no logramos la metamorfosis imprescindible. Todo se presenta como pendular, un vaivén indeciso.

¡Qué penosa y fatigosa es nuestra realidad! Desenrollar la madeja resulta cada vez más ardua e inaccesible.  Nuestros contemporáneos y coetáneos, valientes de dos siglos de desencuentros nacionales, nos negaron la posibilidad de vivir en armonía, en una patria justa y con el deseo de progresar en el amplio espectro de espacios ofrecidos por la potencialidad de un país rico con gobernantes destructivos e irruptivos.

La esperanza no desapareció. Carecemos de confianza y de credibilidad en lo que se hace y se denuncia. Tal vez, con ayuda de “las fuerzas del cielo”, podamos avizorar un futuro alentador que administre justicia, reparta equitativamente, los hombres del poder no nos avergüencen y seamos respetados y valorados como nos merecemos.

Aclaramos que la referencia bíblica es del Antiguo Testamento, el libro de los Macabeos, capítulo 3, versículo 19: «En una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino de las fuerzas del cielo».

Hermann Hesse sostiene muy bien nuestro sentir “debido a que el mundo está tan lleno de muerte y de horror, intento una y otra vez consolar mi corazón y recoger las flores que crecen en medio del infierno”

Con esa veta optimista que, muchas veces, se pierde, hallaremos una puerta abierta para ser felices en este hogar, nuestra tierra, y recoger las flores que nacieron nuevas e ilusionantes para un mañana transformado y reconstruido. Este es un pensamiento que pedimos que no se considere quimérico ni utópico sino posible. (Jackemate.com)

 

(*) Prof. Lic. Mabel Martínez – mabelmarga13@gmail.com

 

 

Déjanos tu Comentario
Comparte este Articulo...