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Los estudiantes o estudiosos de economía política del siglo XX nos criamos con enseñanzas más o menos actualizadas sobre la base de tres teorías macro base: la keynesiana, la monetarista y la ‘ofertista’. Luego se fueron añadiendo aportes en materia de expectativas, análisis de los mercados productores o consumidores, y otros aspectos o vertientes de la teoría económica que fueron más allá de los supuestos rígidos originales y trataron de acercarse lo más posible a la realidad. Pero como dijera un viejo caudillo, parafraseando a algún griego, la única verdad es la realidad, y en los últimos años, tal vez decenas de años, repetidos fenómenos de crisis, y la creación cuasi irracional de los mercados financieros, complementó un cuadro frente al cual la teoría daba respuestas sumamente imperfectas, pero mientras el sistema en su conjunto funcionaba, todo estaba bien.

Y el sistema funcionaba y funciona, pero sin la luz de una gran economista, de un gran maestro, que encuentre la ligazón entre todos fenómenos algunos, viejos y otros nuevos, que alumbra el siglo XXI.

¿Por qué digo esto?; porque el viejo marxismo clásico hizo una futurología no lejos de la realidad, crisis recurrente, descenso de la tasa de interés en los mercados desarrollados, el rol de la tecnología –la palanca mas poderosa del capitalista para mantener su plusvalía- pero pareciera haber errado en un punto. El sistema no solo no cae, sino que lo que cae son los sistemas socialistas o comunistas, que o se ‘aggiornan’ como China o mueren.

Pero también desde el capitalismo la cuestión está oscura; como todos saben, ese simpático oligarca heterodoxo que fue Keynes, practicó diagnósticos certeros sobre los males del sistema en los años 20 al 40 del siglo pasado, y alumbró una teoría para salir de la crisis apuntando a la demanda global, que todos siguieron un tanto tardíamente.

En la Argentina, los epígonos de Keynes, Prebisch y Pinedo, fueron adelantados, y los creadores del sistema de resguardo y salvaguardia del país creando estructuras notablemente modernas y eficaces, que fueron desguazadas al calor del pensamiento del consenso de Washington en los ´90 por Menem y Cavallo.

La receta de Keynes

Pero como la receta Keynes -sobre todo en época de guerra- funcionó bien en los países desarrollados, se la tomó como eterna y se continuó con un modelo que seguramente Keynes no hubiera aprobado, el ‘welfare’, o estado bienestar, en USA, mientras Europa se reconstruía con otro gran plan de obras publicas que fue al Plan Marshal, hijo de otro plan anterior que fue el Dawes.

No podemos ahora ni es el momento de un racconto histórico, pero en los ´70, la perspicacia árabe amargó a occidente y Japón, con la OPEP, y en esa década irrumpen los monetaristas con vigor renovado, por que el monetarismo en el fondo no es sino un revivir de los principios generales de los clásicos ingleses, Smith, Stuart Mill, Ricardo, etc.

Pero curiosamente, el monetarismo fue una doctrina proclamada pero no cumplida por USA, que continuó declamando pureza en el ejercicio de la política económica de los demás, bajo el control de la propia por parte de los duros en la política y la economía, Reagan, Busch, etc., que mantuvieron colosales déficits en materia fiscal, como si fuera una condición genética económica de los Estados Unidos.

Asimismo, siguieron desarrollando el mundo especulativo de los instrumentos derivados, creando una superestructura financiera tan grande como nunca había tenido el sistema y que más allá de diversas crisis -hoy denominadas burbujas-sobrevive y aumenta.

La crisis de 2008, fue conjugada utilizando lo que se tenía a mano, con enormes inyecciones monetarias de USA, y políticas en parte iguales pero más dirigidas a la cuestión fiscal, en Europa.

Hoy por hoy, el sistema no se cayó, mas allá de recibir un golpe muy duro e importante, y los países desarrollados se recuperan para crecer a tasas lentas o bajas. Pero lo curioso es que conviven Keynes y Fridman, o para no personalizar, teorías basadas en políticas fiscales y de distribución del ingreso con monetarismo puro.

De esta mezcla surge un despegue moderado del sistema, conviviendo con políticas en cierto sentido antagónicas, filosóficamente hablando.

Es evidente que falta un gran interpretador o tal vez recreador, de la teoría económica. Tal vez existe en este momento: joven, abstraído y con su notebook, seguramente solo como un Einstein pensando en la relatividad cuando iba al trabajo en Suiza en un tranvía y miraba el reloj del campanario; o un Fischer del ajedrez, último de los que jugaba en solitario, sin analistas adlátere.

El viejo Samuelson

Porqué incluso el viejo Samuelson y el joven entre comillas Krugman, no apuntan en su difusión, a la profundidad de análisis global, mundial, que incluye los estados desarrollados y emergentes y su rol, las multinacionales y el relativo nuevo escenario financiero. Son por lo pronto comentaristas de lo que pasa, pero no, grandes analistas.

La Teoría Económica se ha tomado un descanso prolongado, tal vez mas allá de lo debido; es hora que despierte, sobre todo para países como el nuestro, que vive un proceso de vacas gordas, por una combinación de envión externo y políticas internas de protección, pero ya sabemos por José, que luego vienen las vacas flacas, o es probable que vengan.

Nuestro país no se ha caracterizado por contar con genios económicos, y si muchos profesionales, honestos, de diversas vertientes filosóficas, volcados normalmente a la difusión de la coyuntura, entre otras cosas para ganarse la vida.

Pero ha contado a lo largo de su corta historia, con algunos personajes, pocas veces economistas, a veces contadores, para desvelo de los hoy licenciados en economía, que supieron ver en la oscuridad y sobre todo actuar.

López y Pellegrini, Prebisch y Pinedo, Perón y Frondizi. En este siglo no apareció nadie, con la excepción del club de Plan Fénix, y el sistema de arreglar las cosas por explosión y derrumbe -el 2001- o empujes externos, tiene cierta cuota de peligro.

Para finalizar, siempre me ha asombrado que un país con recursos humanos históricamente inteligentes y calificados -hoy no tanto- haya podido ser tan torpe, y terminar construyendo lo que tenemos, que no es tan malo como la ‘mufa’ argentina proclama día a día, pero que por cierto, esta bastante lejos del paraíso Terrenal. (Jackemate.com)

 

Por Dr. Emilio Sánchez Ordóñez

 

Fuente: Mergers News

 

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