El suplemento cultural, Más, del diario ‘La Capital’ del domingo 16, en las paginas 6/7, da cuenta de la próxima aparición del libro titulado “Ingallinella Un Hombre”, realizado por el periodista y escritor, Osvaldo Aguirre que estimo, es autor también, de la nota periodística
De la misma se infiere, que el secuestro y desaparición del prestigioso medico rosarino doctor Juan Ingallinella se constituyó en la anticipación de los métodos del terrorismo de Estado aplicado como sistema por las dictaduras que asolaron a la Argentina.
Dada la trascendente significación que los crímenes contra la humanidad tiene para los argentinos, me permitiré intentar objetar dicho análisis en homenaje a la verdad histórica, a los treinta mil desaparecidos -victimas sí, del terrorismo de estado- y a la fortaleza de las instituciones democráticas de entonces.
El doctor Juan Ingallinella fue asesinado, presumiblemente entre la noche del 17 de junio de 1955 y la madrugada del 18 en los altos de la ex jefatura de policía de Rosario, según se desprende del expediente judicial.
Iniciada la investigación, se interviene de inmediato la policía de Rosario y el nuevo jefe junto a una junta de peritos forenses determina que la firma con que se pretendía justificar el egreso de esa Jefatura policial, (había constancia de su ingreso), del doctor Ingallinella era falsa. El 27 de julio, a escasos días de ocurrido el hecho, el Gobierno de la provincia, en la persona del interventor federal al capitán de navío Ricardo Ansorena, informa a la población que el doctor Ingallinella había sido asesinado.
Del resultado de la tarea investigativa, son identificados todos los culpables, quienes al ser detenidos confesarán el crimen cometido.
Es menester considerar, que buena parte de lo reseñado ocurría a escasas horas de los bombardeo a la Casa Rosada y a la Plaza de Mayo, que dejará un saldo cuantioso de muertos y heridos.
No obstante estas circunstancias conmocionantes para los argentinos, las instituciones de la democracia fueron capaces de arribar al dictado de los procesamientos correspondiente y a su hora las condenas debidas. Aunque los restos del doctor Ingallinella nunca fueran encontrados, el crimen no quedó impune.
La muerte de doctor Ingalinella, luego, fue un homicidio realizado en democracia, por criminales comunes y no el resultado de la desaparición premeditada realizada como método de disciplinamiento estatal.
Podríamos mencionar la desaparición del compañero Jorge Julio López, testigo y querellante en la causa Etchecolatz, como ejemplo de lo que venimos diciendo, ya que a nadie se le ocurriría catalogarlo como un crimen promovido y ejecutado como sistema, por el Estado democrático.
La muerte del doctor Ingalinella, debe ser vista a la luz de las conclusiones a las que arribara la justicia en su momento y luego, munidos del debido respeto a su memoria, mantenerlo a distancia de cualquier manipulación antidemocrática. (Jackemate.com)
(*) Ex diputado provincial del Frejuli (1973-76) – rubendunda@hotmail.com