Los buitres son animales de presa que se alimentan de cadáveres, al poseer hábitos necrófagos. Aunque comen usualmente animales muertos, en caso de necesidad, también pueden atacar a presas vivas, siempre que estén heridas o débiles. Por el control del cadáver suelen originarse disputas entre ellos y es común que le coman a otro su parte
Comparando este comportamiento no podemos sustraernos a asemejarlo a la conducta social de muchos ciudadanos transformados en dirigentes sin distinguir oficialista u opositores.
El país, por cierto, tropieza hoy con una encrucijada difícil de sortear en el área económica, pero este trance no nos debería impedir reconocer la existencia de los buitres característicos de estos lugares.
Dentro de la esfera de la inseguridad estos bichos, también se alimentan de semejantes muertos que los foráneos.
El buitre dirigente tiene la particularidad de engañar a su presa ciudadana al mirar hacia el lado opuesto al que dirige su visual el trabajador, estudioso, solidario.
La falta de políticas públicas en la seguridad no hace más que alimentar la proliferación de actos criminales en los cuales los buitres marginales hacen y deshacen a su antojo.
Las fallas en el sistema jurídico no han sido salvadas de ninguna manera y parece no importar transformar ese estado.
Los variados personajes no saben dónde meterse cuando se los interroga para que revelen los programas, los métodos, las técnicas para combatir la supuesta “sensación” de seguridad y por ende la adopción de decisiones que ofrezcan una mejora a la degradada calidad de vida.
Los muertos, despojos preferido de los carroñeros, aparentan ser los mismos trofeos de aquellos representantes que deben defender la vida del sufrido pueblo.
Ciudadanos, temerosos por el porvenir, bufan por la actitud de los acreedores económicos y desgarran sus vestiduras indagándose por el futuro de sus hijos y nietos, pero sorprenden como pueden resistir el abandono padecido por la inacción de los cabecillas y aceptan la eliminación de esos mismos hijos y nietos en manos de los bandidos violadores de la ley penal argentina. Por donde se lo mire es incomprensible.
Todo el campo político se muestra impávido ante una realidad que avasalla las libertades ciudadanas. Los forajidos se adueñaron de las calles con sus motos generando desconfianza a caminar, a andar en bicicleta, a salir o entrar de una vivienda.
Asesinan y roban a niños, si a niños, torturan a ancianos previo a asesinarlos en más de una ocasión, hacen lo propio con mujeres embarazadas, en fin, brutalidades sin fin, una acometida permanente contra la paz socorridos por la ineptitud, displicencia hasta podría conjeturarse algún grado de complicidad.
Esto último se hizo carne en el inconciente colectivo cuando rufianes de baja estofa componentes de las barras bravas de fútbol fueron exaltados sin escrúpulos como si hubieran aportado algo sensato a la sociedad argentina.
¿Por qué predicar y proponer como ejemplo la acción del Dr. Favaloro o Dr. Maradona o más aun del doctor José Como Birche que, siendo tan pobre, juntó cartones y realizó otras changas para pagarse sus estudios siendo hoy es uno de los profesionales más reconocidos de la salud pública?
Este “aterrador” sujeto, paradigma del trabajo, “desaforado” cultor del esfuerzo declaró palabras vejatorias para los buitres demagogos al decir "cuando entré [a
Sin embargo los buitres autóctonos exaltan la valentía y la dedicación a esos amantes de la paz y del orden que componen las “gloriosas”, “prestigiosas” barras bravas, dedicadas a los más variados ilícitos tales como el robo, homicidios, atentados a la autoridad, tráfico de estupefacientes y otras pequeñeces.
¿Cuál es la diferencia entre los buitres económicos y los buitres de la inseguridad? Ninguna, a ambos les encantan los muertos. (Jackemate.com)
(*) Experto en Seguridad