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¿Te parece una idea muy disparatada? Te escribo desde Creta, donde bien lo sabés, nací siete mil años antes de Cristo: fruto de la locura amorosa de una reina, Pasifae, por un toro blanco que Poseidón sacó del mar, fui considerado un monstruo por la gente normal

Entonces, el marido de Pasifae, mandó a su arquitecto Dédalo para que construyera un laberinto para que nadie lo viera. Cosa paradójica por partida doble.

Por un lado, porque fue el mismo marido de Pasifae el que le pidió hiciera esa vaca de madera que permitiera que los amantes consumaran el acto amoroso. No una vez, sino las 777 veces que ellos marcaron en algunos de los muros del laberinto, pero no en todos.

No me importa la sucesión cronológica de los hechos, pero la hubo. Por lo menos, la de los últimos meses. Lo sucedido en siete mil años de vida puede aburrir a cualquiera. Los inmortales de Borges estaban hartos de serlo y algunos buscaban volver a encontrarse entre la vida y la muerte.

Vos podés decir que yo en realidad no soy el mismo Minotauro de hace siete mil años, sino un descendiente un tanto más aburrido. ¿Podés perdonar ese aburrimiento y pensar que existo?

Tus últimas líneas llegaron cuando estaban arreglando la computadora y me di un buen golpe en la frente y la cara del lado izquierdo.

Volvió la computadora, pero mal arreglada y, en esos días, me caía de espaldas sobre una de las biblioteca y de uno de los estantes se cayó un gato, pobrecito, sobre la frente, un pesado gato de madera grisácea.

Yo me hice un tajo y un moretón, pero el gato perdió algunas partecitas de su cuerpo. No te ilusiones demasiado, este no es el final de estas líneas. Un paréntesis.

No creo que uno se encuentre condenado a amar una única vez. Pero amar es una cosa y estar enamorado y echar de menos a alguien es otra.

Estoy enamorado de eso, poco o tal vez mucho, que conozco de vos; y haberme quedado incomunicado, me puso como un herido en las todavía no acalladas trincheras de Verdún.

Hay en el laberinto unas escaleras que llevan a pisos superiores que no se ven de abajo. Son piezas o cuartos pequeños, con muchas ventanas.

En una de ellas he preparado un ambiente en el cual el ‘Abuelo Minotauro’ hará dormir a su niña suspirante, con cuentos de hadas de siete mil años atrás. Te seguiré esperando en Creta y te presentaré a Pasifae, al toro, y a la misma Ariadna. (Jackemate.com)

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