Hora local en Rosario:
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Estas notas tienen sus lectores, no demasiados, pero está bien que así sea. Ahora que no salgo, recibo algunas llamadas al teléfono, pero hasta hace más de dos meses solían pararme por la calle. Muchos tenían una curiosidad curiosa; si Emilce, era con "c", con "se" o con "z". A los 77 años, ya están tan cerca, que prefiero ir escribiéndolo así, pues el número 77 me apasiona, como el 55 o el 22

En casi todos los otros casos, salvo contadas excepciones, me gustan los números impares. Pero debo tener una falla, ya que se ve que en alguna oportunidad debo haber puesto una ese o una zeta.

De cualquier manera los que se paran a charlar son aquellos que les gusta el jazz. No somos muchos, pero si son una buena mayoría lo que confunden el jazz que músicas que se le aproximan, pero que poco o nada tienen que ver con el jazz.

Que haya quienes saltan de Bill Evans a Fred Longshaw, les llama la atención. Creo que vos (ahora me refiero a Romina) y tu compañero, Horacio, son de Casilda, y esa es una ciudad a la que iba con mucha frecuencia. Creo que después se aburrieron. La última vez que fui no éramos más de siete contando los que fuimos de Rosario. Iba a dar una charla sobre el voluminoso diario de Borges realizado por Bioy Casares.

Según María Esther Vázquez, a mi juicio la mujer más linda que amó Borges, se trataba de un libro deleznable. Podríamos usar otro adjetivo, pero sin suda se trata de un libro que es una traición a la amistad que se tenían los dos. Es producto de la envidia, me decía un psicoanalista. Puede ser, pero resuma mala fe y hace quedar muy mal a Borges.

Si bien es probable que algunas de las conversaciones puedan ser ciertas, eran charlas de amigos que un verdadero amigo nunca hubiera hecho públicas. Bioy Casares parece tener una obsesión con la dentadura postiza de Borges, con su forma de orinar cuando ya estaba ciego del todo, su incapacidad para conquistar a las mujeres que amaba.

Es cierto que la madre de Borges no era demasiado simpática, pero con las mujeres tenía la fortaleza de la muralla china. María Kodama le ganó, pero la madre ya estaba muerta. Les mando un abrazo y por ustedes a una ciudad que supe querer mucho.

Vos y la Emilce de las primeras líneas me deben algunas contestaciones. Pero no debo quejarme. Tengo quince nietos de mi primera mujer, a quien sigo amando como la segunda, hija de uno de mis mejores amigos, y estoy vivo, creo. Gary. (Jackemate.com)

 

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