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Por Leonardo Castagnino (*)

Desde 1832, Antonio Reyes [1] estuvo al servicio de Juan Manuel de Rosas y en 1836 pasó a desempeñarse en la Secretaría del Gobernador. Desde 1840 fue encargado de la oficina de Santos Lugares y con el grado de mayor, tuvo las funciones de edecán.

En 1852 pasó a Montevideo, de donde regresó en 1853, cuando el sitio de Lagos. Detenido en Luján, fue sometido a proceso durante el cual se pidió para él la pena capital.

Pedido por el uruguayo Venancio Flores al gobernador Pastor Obligado, se le permitió salir del país, pero Reyes fugó el 6 de junio de 1854.

En 1883 apareció Vindicación y Memorias de Don Antonino Reyes, arregladas y redactadas por Manuel Bilbao, y en 1895 el coronel Prudencio Arnold editó en Rosario los artículos que Reyes publicó en “El Argentino”, con aclaraciones y refutaciones a dichos de Vicente Fidel López. Fue difamado largamente, pero también reivindicado.

Sobre la entrevista entre Rosas y Facundo Quiroga antes de la partida de éste en misión al norte, y que diera lugar al asesinato de Barranca Yaco, algunos historiadores y parciales han tratado de ver y demostrar un complot de Rosas hacia Quiroga.

Inclusive, en el hecho de que la carta escrita por Rosas haya alcanzado a Quiroga en viaje, parece suficiente para adivinanzas y conclusiones a modo de demostración de un complot.

«Ya despachado el Gral. Quiroga rehusó marchar sin antes hablar con el Gral. Rosas que venía ya de regreso de su Expedición á el desierto. A este efecto decidió Quiroga ir a encontrarlo en la Guardia del Monte donde lo esperó uno o dos días, y como no llegase regresó a la ciudad, hasta que Rosas llegó a su estancia del Pino con el convoy en que venían las cautivas rescatadas en la penosa Expedición a los desiertos del Sud”.

Como era natural se acordaron con Quiroga para verse en el Pino, pero como esta visita fuese muy breve quedaron en que una vez despachado el Gral. Quiroga por el Gobierno y avisado el Gral. Rosas por Quiroga, se venían en la Quinta del Sr. Terrero en Flores, a los pocos días vino el aviso del Gral. Quiroga, y el Gral. Rosas fue puntual.

Allí se encontraron y conferenciaron largamente, permaneciendo dos días en dicha quinta, hasta que en la madrugada del tercer día emprendió su marcha el Gral. Quiroga en un coche poco a propósito para un viaje largo y penoso como el que tenía que hacer, por cuya razón puso a su disposición el Gral. Rosas su galera particular, fuerte y bien ataviada para viaje.

A pesar de haber explicado ya esto mismo en otra ocasión lo repito por creerlo oportuno y del caso para poner bien en claro la verdad.

Queda ahora el Dr. López en estado de juzgar el origen y fines de esta misión muy importante en su objeto, partiendo del punto de que no era el general Rosas el que mandaba en misión al general Quiroga sino el gobernador D. Manuel V. de Masa con quien Rosas no se había visto desde antes de marchar á el desierto; hasta que con este motivo encontró o juzgó conveniente, tener una entrevista con el Sr. Gobernador y hablar sobre este importante asunto tan debatido y interpretado de distintos modos, a cuyas instrucciones nada tuvo que observar el Gral. Rosas, como lo indica la carta en su primer párrafo en que dice:

“Considerando escusado extenderme sobre algunos otros puntos porque según el relato que me hizo el Sr. gobernador, ellos están bien explicados en las instrucciones, pasaré a el de la Constitución».

Y efectivamente de este grave asunto se ocuparon con preferencia estos dos generales deteniéndose en la conveniencia ó inconveniencia de la constitución de la República bajo el sistema federal.

Paunero, en las provincias en particular y después en la de toda la República, demostrando que para todo esto era preciso preparar los ánimos de los hombres influyentes y depurar las provincias de enemigos que pudiesen perturbar el orden en ellas con sus consejos disolventes, como había sucedido con los diputados Leiva y Marin contra los que se expresaba con violencia el general Quiroga enumerando sus trabajos anárquicos.

Se trató de otros puntos relativos a la organización de la República y ligeramente sobre las instrucciones que había recibido del Sr. gobernador en que estaba muy de acuerdo con sus vistas: naturalmente que al tratar de la desavenencia entre Heredia y Latorre se tocó la necesidad de hacer desaparecer ese entredicho como indispensable para la organización y pacificación de las provincias y de la de sus respectivos mandos. Sobre esto mismo llevaba instrucciones explícitas del gobernador para lo que estaba también autorizado el general Quiroga a efecto de hacer valer su práctica y conocimientos de las personas si mal no recuerdo empleáronse en ese sentido por estos señores al tratar de este punto.

Ahora la entrevista con el general Rosas era principalmente para acordar sus opiniones sobre la Constitución en particular y en general de la República; sobre lo que observé que estaban de acuerdo en ideas, pero muy de acuerdo, a pesar de lo que diga el Dr. López; y no hay ningún punto de dicha carta sobre que no lo hubiesen tratado en la entrevista de ambos.

Se ocuparon de otros distintos asuntos referentes al mismo, hasta que muy cansados y ya muy tarde, en el segundo día se separaron estos dos hombres para emprender el viaje a el amanecer del tercer día.

Se ve pues que nada tiene que ver las instrucciones que el comisionado recibiera del Señor Gobernador con la carta convenida con el general Rosas á Quiroga según acuerdo y pedido que el mismo Quiroga hizo para probar a los gobernadores la conformidad de ideas entre ambos.

Esta carta, que según el Dr. López envuelve tanto misterio, ‘caprichosidades’, tanta malicia, tanta perversidad y mala fe encubierta, y que servía de un elemento valiosísimo que denunciaba tácitamente un plan tenebroso: que no había querido el general Rosas entregarla en mano porque lo que menos deseaba era que se impusiese Quiroga tan pronto de ella, por ser su contenido una completa contradicción con las ideas del general Quiroga.

Todo, todo esto es una perfecta invención que viene repitiéndose desde Rivera Indarte, Barbará, Pelliza y otros, que nada han visto, que nada han oído pero que adivinan y opinan porque sí.

Pues, señor, yo he presenciado la conferencia de aquellos hombres, puedo asegurar que la carta copiada por mí, es una repetición exacta de las ideas que se emitieron mutuamente en Flores, en la quinta del Señor Terrero entre los generales Rosas y Quiroga; y que nada más natural que este pidiese a Rosas llevar consignadas en una carta sus opiniones para hacer presente a los gobernadores su acuerdo.

Yo no he oído en esa entrevista nada notable en sentido contrario a una conversación templada y llena de interés por la organización del país en el sentido que ellos creían más conveniente y que entraña la tan referida y comentada carta. (Jackemate.com)

 

(*) Historiador – info@lagazeta.com.ar

[1] Antonio Reyes – 1895)

Fuentes:  Chávez, Fermín. La vuelta de Don juan Manuel. Edit.Theoría

 

 

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