Por Ricardo Marconi (*)
Estalló una nueva crisis y ello produjo como consecuencia directa una nueva dificultad para la ahora demócrata Casa Blanca, a cargo de Joe Biden. Él deberá ocuparse de la misma en Medio Oriente, una zona en permanente inestabilidad y por ello se tuvo conversaciones con su canciller Antony Blinken, quien tiene la pretensión de estabilizar las relaciones ante la escalada militar, aunque no se privó de hacer mención al derecho de defensa de Israel.
Precisamente Israel recibió el repudio previsible por desalojar a familias árabes de casas que habitaban por generaciones en los barrios S’heikh Harah’ y ‘Silwan’ en Jerusalén Este. Esa situación fue un disparador, junto a otros, de la crisis.
Ayudó a avisar “los fuegos de la resistencia” palestina, la represión policial y el bloqueo de la oración musulmana en el mes del Ramadán, en la Puerta de Damasco.
Hay que dejar claro que Biden apoyó, como era previsible, a Israel, pero con límites para no reducir la atención sobre los enfrentamientos en Oriente Medio.
No cabe olvidar que el presidente norteamericano reabrió negociaciones con Irán para reconstruir las relaciones en la región y para mantener su relación con Arabia Saudita e Israel.
De esta forma deja abierta la puerta para dialogar nuevamente sobre el acuerdo nuclear de 2015 que paralizo el desarrollo atómico iraní, a cambio de detener sanciones económicas.
En el medio de dicho conflicto está el grupo ultraislámico Hamás, que domina la Franja de Gaza desde hace tres lustros y es el rival del partido laico Al Fathah, que gobierna Cisjordania.
Hamás ha dejado en el camino gran parte de su influencia, debido a que las mujeres y la juventud tienen una visión cercana al Medioevo respecto de su estructura represora que con su manera de manejarse políticamente y militarmente ha sido calificada como inepta y provocadora de graves problemas económicos.
El presidente palestino Mammud Abbas (ver), ante la situación crítica que soporta su gestión debió trasladar en el tiempo las elecciones, mientras que su adversario Netanyahu está políticamente debilitado ante su contrincante, el periodista Yair Lapid, a quien el presidente Reunen Rivlin le han pedido que forme gobierno para que lo deje sin poder y tras las rejas por las investigaciones que tiene en su contra por casos de corrupción.
Ha trascendido que la escalada de Hamás dejó a la intemperie política al segundo de Lapid Naftalí Bennet, por lo que se avecina una quinta votación para definir la situación.
Las elecciones de Irán deben tener lugar en junio y los anti israelíes buscan recomponer el poder perdido ante el sector dialoguista. Biden con su intento de nuevas conversaciones, refuerza la posición de los anti israelíes que pretenden utilizar el contacto para aliviar el enfrentamiento por las relaciones políticas y disminuir la crisis económica irania.
El destino de los palestinos
Netanyahu alzó la bandera de la anexión de Palestina sin expresar con claridad como resolvería la existencia de 5.000.000 de palestinos.
La idea de ‘La Gran Israel’, que ocuparía territorialmente desde el Mediterráneo hasta el Jordán, es una expresión ultraderechista por un lado y ultrareligiosa por otro que, obviamente, niegan la nación Palestina.
Esa posición, sin embargo, estaría tomando fuerza en las bases palestinas que habitan en uno y otro lado del territorio dividido.
Para colmo, los palestinos están viendo, en paralelo, que el territorio de Cisjordania corre, asimismo, el riesgo de dividirse en dos como consecuencia de la gran cantidad de personas que conforman la colonización israelí.
La histórica solución de dos Estados que pretende la Casa Blanca no parecería tener destino concreto, ya que no hay espacio para el estado faltante y ello implicaría la caída de los acuerdos de Oslo que produjo un respaldo a las responsabilidades que deben compartir Israel y Palestina.
Hoy por hoy, la realidad nos dice que se multiplican los choques entre israelíes judíos e israelíes árabes, cuya consecuencia son saqueos y choques callejeros, incendios de viviendas y comercios y, en algunos casos, ciudades declaradas en pocas horas en emergencia por actos de violencia gestados por la frustración social.
Como comprender la guerra del extremismo islámico
El problema islámico requiere una solución política mientras se deja de lado la militar, la que implica el agravamiento situacional. El desarrollo del yihadismo ha producido como resultante una guerra permanente en el orbe.
El conflicto entre estados constituidos y organizaciones que dicen ser un estado han generado la decisión de crear teatros de operaciones mundiales y las redes sociales han profundizado conflictos y han iniciado en el terreno las respuestas de grandes potencias.
Así ha surgido un “estatuto no oficializado” en cárceles clandestinas en las que no se aplican las reglas de la Convención de Ginebra, esto es la protección de ciudadanos y detenidos en condición de guerra, ya que no hay consideración a combatientes extranjeros ni una legislación criminal, ya que no son considerados como delincuentes y, por lo tanto, no existe el derecho a un abogado. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com