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Por Ricardo Marconi (*)

Para que los seguidores de esta columna ingresen con suficiente información previa al conflicto bélico entre Israel y Yemen, como consecuencia del que mantienen Israel y Palestina, creemos esencial introducir al lector en el proceso histórico  que con el tiempo  terminó involucrando a Irán y los hutíes.

El orbe transitaba el año 1795, cuando los ingleses tomaron Trincomakee, en Ceilán, con miras a custodiar la India y el puerto de Adén en 1839 para disponer de un amarradero donde repostar carbón para sus barcos  en ruta a la India, a través del Canal de Suez. 

Un salto en la historia nos permite hacer mención, ante una amenaza a la seguridad, que Estados Unidos justifique la  expansión de su imperio mediante la necesidad de combatir células clandestinas de guerrilleros en las que había tantos combatientes hombres como mujeres, quienes se dedicaban a provocar una destrucción mayor que la  que producen habitualmente ejércitos en la historia.

Grupos de choque 

Nos referimos, sin dudar, a grupos como el de Al Qaeda, entre otros de menor entidad y sólo a modo de ejemplo. En esos tiempos, Bob Adolph era el encargado de las Naciones Unidas en Yemen para entrenar a irregulares de Yemen, un Estado- vale puntualizarlo-, donde la delincuencia común casi no tenía entidad y por ser considerado el más democrático de Arabia, aunque era también  el más inestable, ya que  Al Qaeda se aprovechó de dicha situación. Adolph sabía que si  se producía una crisis de alto voltaje debía, en  las 24 horas siguientes evacuar el personal no esencial y no diplomático estadounidense. 

Sanaa, una de las ciudades  más mencionadas de Yemen, debido al conflicto entre Israel y Palestina, antes del inicio del primer conflicto internacional en la región le daba al visitante una visión de Arabia  que relacionaban en el acto como el lugar ideal para los cuentos de hadas, con edificios de basalto –esto es una roca volcánica de color negro o gris oscuro, de grano fino, muy dura y compuesta de feldespato y piroxeno-, y adobe, adornados con cristales de colores tallados y frisos de yeso.

En 1990 la tranquilidad se diluyó al iniciarse un ciclo de secuestros de turistas y de ello se acusó  a los jeques codiciosos que pretendieron chantajear al gobierno que –paralelamente-, debía enfrentar a extremistas  wahabíes de Arabia Saudita, quienes junto a Al Qaeda  influían  en los cabecillas  tribales yemeníes.

Ya por ese entonces  Al Qaeda tenía como objetivo a los barcos petroleros que zarpaban de la costa yemení, razón por la cual se produjo una crisis  en las empresas de seguros navales, a la vez que descendían los ingresos por las exportaciones de petróleo.

El gobierno yemení sólo controlaba el 50 % del territorio, fundamentalmente los pozos  petroleros y oleoductos y, para colmo, los traficantes de armas  contaban con mucho poder.

Ante esa situación crítica, el presidente Saleh logró el apoyo afgano-árabe radical (veteranos yemeníes de la guerra entre Afganistán y los soviéticos)-, cuando la guerra civil  amenazó a su régimen, a mediados de la década del 90.

Pero luego, con la presión estadounidense por el ataque del 11/S, Saleh tuvo que volcar su apoyo a George W Bush, quien a modo de contraprestación le brindó ayuda militar  y le abrió la puerta a determinados negocios en Yemen.

La relación Yemen-Colombia 

Asimismo, Yemen, en cooperación con Colombia por el tráfico ilegal de drogas, se habría transformado en un paraíso, según quienes tuvieron que combatir el narcoterrorismo, por lo que Yemen se convirtió en un país de tránsito peligroso a los ojos de la CIA.

Lo que no se menciona habitualmente en los comentaristas políticos es que comandos estadounidenses, en Marib, un páramo yemení, ubicado al este de Sanaa, efectuó detenciones de sospechosos por pertenecer a Al Qaeda y también ayudaron a apresar numerosos delincuentes comunes que se filtraban a través de la caótica frontera con Somalía.

Fue allí que la inteligencia norteamericana  comenzó  a utilizar los Comandos de Asuntos Civiles,  que estaban conformados sólo por cuatro efectivos  de civil, los que en innúmeras oportunidades lograron solucionar problemas de envergadura que antes eran derivados a una fuerza militar. La diplomacia era el arma elegida y con ella se lograron más resoluciones positivas sin hacer uso de armas y sin producir pérdidas de vidas. Lamentablemente, los resultados positivos de esa gestión puntual no fueron advertidos  debidamente en la Casa Blanca.

En 2002, en Yemen, Al Qaeda reiniciaba una actividad creciente, pero aun así económicamente el país florecía. Eso sí, también hay que apuntar que ascendía también el número de armas a 80 millones, entre las cuales las que más se utilizaban eran los rifles de asalto y las granadas per cápita.

Ello obligó a la diplomacia de EE.UU. a  establecer una embajada  lo más parecida a una fortaleza hermética, con múltiples puertas de hierro y espejos falsos en su interior, siendo su personal  casi totalmente varones y sin familia dependiente.

La decisión  impacto, en primera instancia en la economía europea, ya que empresas alemanas, francesas e italianas perdieron sus inversiones en  el territorio iranio y en Yemen tomaron debida nota de la decisión. Ese acuerdo, para que el lector tenga un parámetro, era para 2017 un incremento de 25 mil millones de dólares.

Yemen y los hutíes 

Así llegamos, salvando parámetros históricos que no posibilitan el análisis de la temática que nos ocupa, a la guerra civil que afectó a Siria y que se expandía por la región mientras Estados Unidos intentaba, por última vez, derrotar a Afganistán, en tanto los separatistas rusos, con el apoyo de Rusia, en el este de Ucrania, generaba  otro conflicto en Yemen.

Aquella guerra civil de alcance regional aún continúa, casi una década después, en la sombra de estos otros conflictos y casi en segundo plano, ya habiendo desatado una crisis humanitaria en el país que no parece estar cerca de acabar.

Y ahora, el conflicto se ha enlazado con la guerra entre Israel y Hamas, iniciada el 7 de octubre, a medida que los rebeldes hutíes aumentaron sus ataques a buques comerciales en el Mar Rojo en supuesta venganza contra Israel. 

Estados Unidos y el Reino Unido respondieron con una serie de ataques a objetivos hutíes en Yemen, Estado que  se encuentra en la punta sur de la península arábiga, con costas en el mar Rojo y el Golfo de Adén, y tiene fronteras con Arabia Saudita y Omán. Con una población de unos 30 millones de almas, en Yemen predomina el islam sunita.

El inicio de la guerra civil en Yemen 

Durante gran parte de los siglos XX y XXI el país estuvo soportando una inestabilidad política y la violencia. A partir de los 2000 la situación empeoró, primero con la presencia de células de al Qaeda, que motivó una operación militar don drones y luego con el levantamiento de los hutíes, una minoría chiita que proviene del norte del país y  que reclamaba más representación  en el gobierno liderado por sunitas en 2014.

Protestas 

Los hutíes concretaron una serie de protestas contra el presidente de Yemen, Abdurabu Hadi, a mediados de 2014, que derivaron en violencia. Y en enero de 2015 los rebeldes tomaron el palacio presidencial en la capital Sanaa, forzando al gobierno de Yemen, reconocido por la comunidad internacional a trasladarse a Adén.

Debido a esa situación imperante, una coalición de países árabes liderada por Arabia Saudita intervino militarmente en favor del gobierno de Yemen y contra los hutíes, que reciben apoyo de Irán. Además, al Qaeda en la Península Arábiga continúa con sus operaciones, constituyendo una tercera facción.

La peor crisis humanitaria 

La guerra de Yemen ha sido descrita como la peor crisis humanitaria del mundo  y es analizada  tanto como un enfrentamiento civil, que ha casi desintegrado al país, como un enfrentamiento mayor entre Arabia Saudita e Irán que trascendió las fronteras y se convirtió en un conflicto regional, con ataques lanzados por los hutíes contra blancos de Arabia Saudita y bombardeos constantes del territorio controlado por hutíes por parte de la coalición árabe, de la que forma parte también Emiratos Árabes Unidos, que han causado un enorme sufrimiento a la población civil.  

El conflicto yemení actual. 

La guerra en estado de estancamiento continúa actualmente y en enero de 2022, al menos 67 personas murieron en un bombardeo de la coalición liderada de Arabia Saudita contra un centro de detención en la localidad de Sanaa, según declaró el portavoz de Save the Children, Amjad Yamin. 

El bombardeo tuvo lugar luego de que los hutíes reivindicaran oficialmente la responsabilidad de un ataque en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, que dejó tres muertos una semana antes, según dijo la agencia estatal saudí Al-Ekhbariya.

Pero aunque el año comenzó con violencia, en abril las partes acordaron un alto al fuego a nivel nacional —el primero desde 2016—, con mediación de las Naciones Unidas y Estados Unidos que permitió abastecer con combustible y ayuda humanitaria a las regiones controladas por hutíes.

La tregua, inicialmente de dos meses, fue bienvenida por Arabia Saudita e Irán y extendida hasta octubre. Se trató de la iniciativa de paz más importante desde el inicio de la guerra en 2014, que a pesar de haber concluido abrió las puertas a nuevas negociaciones entre los hutíes, Irán y Arabia Saudita.

La relación conflictiva con Gaza 

Pero aunque la intensidad del conflicto civil en Yemen pareció haber menguado en los últimos meses, las tensiones volvieron a escalar luego de que los hutíes comenzaran a atacar a buques mercantes en el Mar Rojo, poco después de iniciada la guerra en Gaza.

Los hutíes  apoyaron públicamente a los palestinos en el pasado y han organizado protestas en Yemen contra Israel. El 19 de octubre, apenas dos semanas del ataque terrorista de Hamas contra Israel, que dio inicio a la guerra, un buque de guerra de Estados Unidos derribó misiles balísticos y drones disparados hacia Israel desde Yemen. Desde entonces ha habido más lanzamientos y ataques a buques mercantes, así como también el despliegue de buques de guerra de Israel y Estados Unidos en el Mar Rojo.

Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron ataques contra múltiples objetivos hutíes en áreas de Yemen controladas por este grupo, una respuesta significativa después de que el gobierno de Biden y sus aliados advirtieran que el grupo militante respaldado por Irán sufriría las consecuencias de los repetidos ataques con drones y misiles contra la navegación comercial en el Mar Rojo.

Los ataques de los hutíes se dan, además, en paralelo a las acciones de otro grupo apoyado por Irán, Hezbollah, en el Líbano, al tiempo que continúan los combates en gaza entre Hamas e Israel, enemigo de Irán.

El costo de la guerra en Yemen 

De acuerdo con el Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados -CLED, por sus siglas en inglés-, más de 150.000 personas han muerto como resultado del conflicto desde el 2015, incluyendo 14.500 civiles. Aunque el ACLED registra una tendencia a la baja en la violencia en los últimos años, los niveles siguen siendo altos.

La crisis humanitaria, por otro lado, no tiene parangón. Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP) de la ONU, se estima que 20 millones de personas en Yemen están pasando hambre y sufren desnutrición.

Además, cerca de 4 millones de personas se han convertido en desplazados internos, señaló la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Unocha).

Dicho organismo internacional acotó: “Yemen tenía vulnerabilidades preexistentes, el carácter cada vez más prolongado del conflicto ha provocado el colapso económico, el aumento de la pobreza y la ruptura de los sistemas nacionales de protección social y de las redes de seguridad comunitarias», dice Unocha.

El conflicto enlazado con una guerra 

Ahora, el conflicto se ha enlazado con la guerra entre Israel y Hamas, iniciada el 7 de octubre, a medida que los rebeldes hutíes aumentaron sus ataques a buques comerciales en el Mar Rojo en supuesta venganza contra Israel, Estados Unidos y el Reino Unido, que respondieron con una serie de ataques a objetivos hutíes en Yemen.

Para precisar cómo comenzó el conflicto, y que relación guarda con Gaza, vale puntualizar, en primer término que durante gran parte de los siglos XX y XXI el país estuvo afectado por inestabilidad política y la violencia y, a partir de los 2000, la situación empeoró primero con la presencia de células de al Qaeda y luego con el levantamiento de los hutíes.

El conflicto en Yemen hoy 

La guerra, estancada, continúa actualmente y en enero de 2022, al menos, 67 personas murieron en un bombardeo de la coalición liderada de Arabia Saudita contra un centro de detención en la localidad de Saada, según declaró a CNN el portavoz de Save the Children, Amjad Yamin.

El bombardeo tuvo lugar luego de que los hutíes reivindicaran oficialmente la responsabilidad de un ataque en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, que dejó tres muertos una semana antes.

Los hutíes apoyaron públicamente a los palestinos en el pasado y organizaron protestas en Yemen contra Israel. El 19 de octubre, apenas dos semanas del ataque terrorista de Hamas contra Israel que dio inicio a la guerra, un buque de guerra de Estados Unidos derribó misiles balísticos y drones disparados hacia Israel desde Yemen.

Desde entonces ha habido más lanzamientos y ataques a buques mercantes, así como también el despliegue de buques de guerra de Israel y Estados Unidos en el Mar Rojo.

Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron ataques contra múltiples objetivos hutíes en áreas de Yemen controladas por este grupo, una respuesta significativa después de que el gobierno de Biden y sus aliados advirtieran que el grupo militante respaldado por Irán sufriría las consecuencias de los repetidos ataques con drones y misiles contra la navegación comercial en el Mar Rojo.

Los ataques de los hutíes se dan, además, en paralelo a las acciones de otro grupo apoyado por Irán: Hezbollah, en el Líbano, al tiempo que continúan los combates en gaza entre Hamas e Israel, enemigo de Irán. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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