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La capacidad de sementar el terror sufrió un impacto de envergadura al anunciar el gobierno iraquí la liberación de la ciudad de  Mosul, conquistada en 2014 por el Estado Islámico (EI)

A ello se le sumará, seguramente en los próximos días, la caída de la ciudad de Raqqa, en Siria, con lo que el califato quedará no sólo militarmente, sino también en lo político, reducida a su mínima expresión.

La toma de Mosul, capital del Jihadismo en Irak terminó, en esa ciudad, con el poder de Abu Bark al-Baghadadi.

El anunció de Al- Abadi en ese sentido, se realizaba teniendo como fondo los disparos y explosiones  en algunos sectores de la ciudad, resultante del enfrentamiento de fuerzas gubernamentales con los últimos focos de la resistencia de las fuerzas desperdigadas del  EI en un marco de devastación.

Las agencias de noticias internacionales, al momento de ser iniciada esta columna, mostraban las imágenes  de civiles jóvenes  que huían despavoridos  para salvar sus vidas

Lo hacían casi desnudos, ya que las fuerzas de la coalición, antes de permitir su escape, los obligaban a sacarse las  ropas para verificar que no tenían bajo las prendas de vestir cinturones explosivos.

El fragor de la más intensa y sanguinaria lucha está concluyendo, luego de 9 meses de crueles enfrentamientos dejando tras de sí una estela de 900 mil iraquíes en fuga hacia un futuro impredecible.

A pesar de la derrota de la banda de terroristas que nos ocupa, vale señalar que no todo ha concluido. Aún el EI tiene bajo su poder una franja de territorio  de 400 kilómetros en la frontera con Siria, cuna de la insurrección contra la ocupación estadounidense.

En la ciudad de Raqqa –Siria- los jihadistas continúan controlando una porción de territorio, así como zonas de la frontera con Irak. En esos territorios la violencia es el pan de todos los días.

El gobierno de Irak oportunamente  instaló un juzgado federal antiterrorista  y al mismo son derivados los prisioneros de guerra.

Allí se les toma declaración  y se decide el destino de los mismos –más de 1.000-, hasta el presente. Han sido denunciados por vecinos o entregados por el servicio de inteligencia iraquí.

La resolución judicial, en un 90 % es la de condena a muerte según lo establece la ley de Irak y las ejecuciones se cumplen, a veces, de manera sumaria y, en otros casos –en un número mínimo-, en no más de un año con un disparo en la cabeza, mientras tienen las manos atadas y los ojos cubiertos por una tela mugrosa.

La apuntada es la manera en que está llegando  a su ocaso el proyecto del clérigo musulmán Baghadadi, cuando desde un púlpito se auto designó líder del califato del EI.

Y decimos que “está llegando el ocaso”, en razón que el Estado Islámico sigue conformado como  una organización internacional, con capacidad de volver a crecer, debido a que todavía siguen vivos  cuadros intermedios , técnicos en armamentos y suicidas encubiertos dispuestos a inmolarse con sólo recibir la orden de producir un ataque suicida.

Obviamente, mientras los suicidas se inmolan, los más altos dirigentes del EI huyen  tanto de Mosul como de Raqqa hacia ciudades del Valle del Eufrates, en las que los terroristas mantienen el control y que se encuentran  a una distancia promedio de 170 kilómetros.

La dirigencia no escapa con las manos vacías. Lo hace  con documentos relacionados con los mecanismos de reclutamiento, de financiamiento y los  que detallan las actividades a desarrollar en el extranjero. En ese sentido vale apuntar que el Estado Islámico  ya realizó  1500 ataques en 16 ciudades de Siria e Irak.

No representa ello simplemente  un número estadístico. Es la más cruel manera de destruir seres humanos inocentes y a sus familias, condenados simplemente por no profesar la religión de sus asesinos. (Jackemate.com)

 

(*) Lic. En Periodismo

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