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Por Ricardo Marconi (*)

Desde hace más de tres décadas, en una región el Cáucaso Sur, al que algunos analistas de política internacional denominan Alto Karabaj y otros lo hacen mencionando a Nagorno Karabaj, se enfrentan, de manera oscilante, Armenia y Azerbaiyán.

Es un conflicto armado resultante del colapso de la Unión soviética, al que se le anexan situaciones complejas desde el ámbito geopolítico e histórico.

Es, además, un enfrentamiento que se generó en una zona montañosa, de clima difícil de aceptar por su escasa población, compuesta de diferentes etnias y avenida de tránsito de distintas poblaciones de Georgia, Armenia y Azerbaiyán.

El Karabaj está atravesada por la subcordillera del Cáucaso Menor y se divide en tres zonas, esto es: al oeste en una meseta boscosa conformada por la provincia de Syunik, Armenia; al este las orillas meridionales del río Kurá, el Bajo Karabaj, en Azerbaiyán y, en el centro montañoso la separación de ambas zonas, sede del Alto Karabaj.

Esas elevaciones montañosas dan nombre a una región que territorialmente, de jure, pertenece a Azerbaiyán, pero que, a partir del 1991, se transformó en un territorio independiente de facto: La República de Nagorno Karabaj o República de Artsaj.

El origen del enfrentamiento

Dos ex repúblicas soviéticas bajo fuego

Revolviendo en la olla de la historia, nos encontramos con diferentes imperios: A principios del siglo XX, Persia, el Imperio Otomano y el ruso. En ese espacio físico se ha hecho difícil delimitar zonas en función de criterios históricos e incluso étnicos.

Las mezclas se producen entre poblaciones armenias, destacadas en el alto Karabaj, mientras que, en la región de Najichevan, predomina la población azerí, todas intentando superar diferencias en función de valores comunistas hasta finales de la década del 80.

Es en ese tiempo en que estallan las tensiones entre las repúblicas existentes y en 1988, las relaciones de convivencia, forzadas por Moscú, se parten en mil pedazos.

Es así que la identidad nacional resurge y los factores lingüísticos y religiosos polarizan a azeríes, armenios y cristianos.

Los armenios del Alto Karabaj, que disfrutaban de autonomía dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, realizan un plebiscito para unirse a Armenia y los azeríes boicotean la decisión, generando como consecuencia que el gobierno de Azerbaiyán intenta ocupar militarmente el territorio montañoso.

La URSS en plena caída nada pudo hacer y la consecuencia terminó siendo el reparto de arsenales.

Guerra abierta

En idéntica medida, tanto Armenia como Azerbaiyán reclaman para sí el enclave y ello ha derivado en un conflicto interétnico parecido al de las guerras yugoslavas.

Los azeríes abandonaron el Alto Karabaj y el área cercana, mientras los armenios sufren venganzas en regiones de Azerbaiyán y esa compleja situación ha generado refugiados que se cuentan por cientos de miles y a más de 30.000 muertos.

Los armenios ocuparon una franja de territorio azerí y Azerbaiyán ha perdido territorios en el marco de esporádicos enfrentamientos.

Vale puntualizar que, en 1991, en plena guerra, el Alto Karabaj se autoproclamó república independiente.

Intereses contrapuestos

Actualmente Azerbaiyán apela a las normas del Derecho Internacional y a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que defienden el derecho a su integridad territorial, a la retirada de tropas extranjeras de los territorios ocupados y al retorno de las personas desplazadas a sus lugares de origen.

De hecho, el Nagorno Karabaj sigue siendo a todos los niveles parte de su territorio (casi el 9% de su extensión).

Los armenios del Alto Karabaj reclaman, a su vez, el derecho a mantenerse como un ente soberano o a unirse a la República de Armenia, argumentando que declararon su independencia de la URSS.

Al mismo tiempo, consideran como una mera cuestión de supervivencia el defenderse del “enemigo túrquico” que ocasionó un genocidio y la pérdida de gran parte del territorio armenio a principios del siglo XX.

¿Hacia una crisis internacional en el Alto Karabaj?

El potencial económico y militar de Armenia y Azerbaiyán cambió durante las últimas tres décadas, así como sus equilibrios geoestratégicos.

Una guerra entre ambos países podría desencadenar una crisis mundial y llevar a toda la región a una calamidad que acarrearía:

  • Azerbaiyán y Turquía son aliados indiscutibles al tratarse de pueblos hermanos.
  • Rusia es el mayor aliado de Armenia y mantiene un fuerte contingente de tropas en el país.
  • A su vez, mantiene buenas relaciones con Azerbaiyán a quien vende armamento.
  • Azerbaiyán nada sobre reservas de gas y petróleo, y de ahí el interés económico internacional que suscita. Bakú es paso de numerosos oleoductos y puerto clave en de la nueva Ruta de la Seda que unirá Europa y China;
  • Georgia, con sus relaciones con Rusia rotas, mira a la Unión Europea y a la OTAN. Comparte con Azerbaiyán y Turquía la gestión del segundo oleoducto más largo del mundo, y de una vía férrea que une el Mar Negro y el Mar Caspio. Pero Georgia también mantiene un fuerte vínculo histórico y religioso con Armenia;
  • Irán, a pesar de su régimen islamista, mantiene una relación amistosa con Armenia que va más allá de lo económico o cultural. Pero los azeríes son la minoría más numerosa de Irán y profesan la rama chií del Islam;
  • Siria y Líbano tienen grandes poblaciones de origen armenio y la guerra que desangra Medio Oriente ha llevado a kurdos, yazidíes o asirios a simpatizar con la causa armenia en contra de los intereses turcos;
  • Y más allá, la numerosa y dispersa diáspora armenia, es un importante lobby en países como Estados Unidos, Canadá, Rusia, Francia, Argentina, etcétera.
  • En unos momentos de una geopolítica multipolar tan cambiante, una guerra abierta en el Nagorno Karabaj puede convertirse en un auténtico polvorín.

Una solución difícil de aplicar

En 30 años de disputa territorial, numerosas iniciativas de paz han sido propuestas, aunque sin resultado y el conflicto está congelado.

Ha servido como válvula de escape para los políticos que apelan al patriotismo como elemento para desviar el foco de atención ciudadano ante problemas internos en los confines de Europa. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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