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En las últimas horas del pasado domingo, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) chavista, concluyó sus elecciones internas para competir en comicios para elegir autoridades en gobernaciones y alcaidías el 21 de noviembre próximo. Las dos cabezas del oficialismo, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, acordaron cerrar las mesas a las 22, teniendo como marco un enfrentamiento interno más abierto.

En ese sentido, las diferencias de criterios políticos se notaron más en Caracas, Carabobo y en las localidades cercanas a la frontera con Colombia.  El gobierno de Maduro ha estado intentando, en los últimos meses, cooptar inversiones rusas para mejorar su posición y lo ha estado haciendo en las zonas donde se desarrolla, en mayor medida, la explotación petrolífera.

La necesidad económica apuntada tiene el objetivo de oxigenar una situación actual calamitosa e inflacionaria, con una moneda hecha añicos y con un malestar social creciente.

Al parecer, Cabello mejoraría su posición en las zonas limítrofes de Venezuela, donde el contrabando de combustible es el pan de cada día, sumándose a ello la mayor presencia del tráfico de droga, manejada por grupos narcos que cruzan la frontera colombiana casi sin problemas.

En la localidad de Barinas se estarían generando conflictos que hasta han llegado a producir enfrentamientos interpersonales y tiroteos, como consecuencia de rivalidades internas.

En la elección de noviembre habrá 23 estados en juego y en alguno de ellos el panorama electivo es muy parejo, por lo que es previsible que, ya concluido este primer paso señalado, se inicie de inmediato un nuevo ciclo: el de las alianzas.

La lamentable realidad venezolana 

El trasfondo de la elección que damos cuenta en esta columna es pésimo, ya que casi 1.000 venezolanos huyen de su país diariamente, a pesar de las fronteras controladas por la existencia del Covid-19, según lo aseguró la Organización de Estados Americanos.

Cruzan la frontera de Venezuela para escapar a Colombia y Brasil, mayoritariamente, entre 700 y 900 diarios venezolanos, desde setiembre del 2020.

La penosa declaración fue formulada a la agencia de noticias AFP por David Smolansky, del Grupo de Trabajo de la OEA para Crisis de Migrantes y Refugiados Venezolanos.

En marzo de 2002 se iban 5.000 diarios. El grupo fue creado en 2018 por Luis Almagro y a ello, debe agregarse como motivaciones, crisis casi insuperables como la sanitaria, la inseguridad, la inflación descontrolada y las violaciones a los derechos humanos.

El detalle del número de venezolanos que abandonan Venezuela sería el siguiente: Colombia 1.743.000venezolanos; EE. UU, 465.000; Perú, 1.050.000; Chile, 457.000; Chile, 457.000; Ecuador, 431.000; Brasil, 262.000; Argentina, 180.000; Panamá, 121.000: Méjico, 102.000; República Dominicana,114.500; Trinidad y Tobago, 40.000; Costa Rica, 30.000 y Guyana, 36.000. En total, se asegura en organismos internacionales, 5.600.000 habitantes dejaron Venezuela en los últimos 6 años.

Otros elementos negativos 

Como si lo señalado no fuera suficiente, los ciudadanos escapan sin cesar por el altísimo costo de vida y el colapso de servicios básicos; los insistentes comentarios sobre alrededor de 18.000 ejecuciones extrajudiciales, por parte de fuerzas de seguridad estatales o colectivos afines al gobierno.

Desde 2014 según investigaciones de la OEA, los venezolanos enfrentan violencia callejera, la que se profundiza por los cortes nocturnos de energía casi diarios.

Otro factor desequilibrante que incide en la fuga incontenible de ciudadanos es la debacle económica y social a partir del 2013, con la llegada de Maduro al poder, acusado de viciar la elección de 2018.

Analistas internacionales, en sus columnas, sostienen que 9.300 millones de venezolanos sufren inseguridad alimentaria moderada o grave. El cálculo se tendría en cuenta en función del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

Además, en el último quinquenio, la economía del país caribeño sufrió una caída de ingreso per cápita del 50 %. Es el mayor desplome en un país que no sufrió una guerra.

Hay una falta de medicamentos y de tratamientos en el principal hospital de pediatría de Caracas. Se notan decenas de muertes por enfermedades graves de manera habitual. No hay insumos médicos y tampoco drogas paliativas.

Como, obviamente no hay alimentos suficientes, Rusia habría enviado a Maduro, carne de cerdo, pollo y vaca. Y como si esto fuera poco, Los automóviles y maquinarias se quedaron sin repuestos suficientes porque no hay dólares para importar y las empresas colapsan por falta de inversiones.

Diosdado Cabello y Maduro, los hombres fuertes de la Venezuela chavista

Mezquindades 

Las compañías están en manos de militares y las mezquindades de la corrupción evaporan los presupuestos. Se multiplican los apagones   y el 96% de los ingresos está representado por la venta de petróleo. Precisamente, la venta de petróleo fue redirigida a China e India.

Es más, viendo la situación desde lo doméstico, hay venezolanos que señalan: “Los carniceros venden la carne al borde de su vencimiento de noche, cuando menos se nota”

Los venezolanos señalan en los países que los receptan que “en Venezuela hay mucha corrupción, desidia, ineptitud, incapacidad y que entre 2013 y 2018, la economía sufrió una caída del 50%, afectando la pobreza al 94 % de la población.

Según la encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) La tasa de inflación en 2018 fue de 1.698.000 %.  En diez años las reservas cayeron del banco central 43 mil millones de dólares.

Medios periodísticos han señalado que el cierre de mercados financieros internacionales provocó una honda reducción de importaciones al 2018 en un 84%.

Ha habido 17.547 protestas en los últimos 12 meses y la crisis ha generado que más de 3.500.000 venezolanos emigraran en los últimos años, vaciando al país de profesionales, mostrando esa situación la insensibilidad el régimen y su incompetencia.

Venezuela es una dictadura militar con radicalización del gobierno, y la gente -según el venezolano medio-, sigue comiendo de la basura o una sola vez por día.

Washington estaba interesado en que Venezuela siguiera suministrando una importante parte de sus exportaciones de petróleo y mantuviera una posición moderada y responsable sobre el precio del petróleo en la OPEP.

Por ello a mediados de julio de 2017, el presidente Maduro suscribió un convenio petrolero con la empresa estadounidense Horizontal Well Drilling que proporcionaría una inyección de 1.300 millones de dólares para la perforación de 200 nuevos pozos y la producción de 105.000 barriles de crudo. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com 

 

 

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