Al 25 de junio de 2017, catorce magnates opositores al presidente ruso Vladimir Putin fueron asesinados en el Reino Unido. Lo propio ocurrió con ex espías nacionales. En todos los casos se habrían ordenado sofisticadas tácticas para «disfrazar los asesinatos», según dejó trascender la inteligencia norteamericana
“El que importuna a Putin, desaparece”, apuntó Lord Bell, tas la muerte de su colega Boris Berezovky, el magnate soviético que formó parte de un grupo de millonarios de su país, muerto de manera sospechosa, en territorio inglés, tras la llegada del presidente ruso al poder.
Berezovky, junto a Scot Young, Alexander Perepilichnyy, Badri Patarkatsishvili, Yuri Golubev, Stephen Moss, Stephen Curtis, Paul Castle, Robbie Curtis y Johnny Elichaoff conforman un listado de cuerpos sin vida que despertaron el interés del M16 y la CIA.
Esto se enmascaró como decesos “no sospechosos”, hasta que Buzz Feed News reveló que la inteligencia británica solicitó a la CIA datos sobre cada uno de los nombres involucrados “en contexto de asesinato”.
La data, aportada por la central de inteligencia norteamericana fue concluyente: Todas las muertes fueron, al menos, sospechosas y había vínculos con Rusia, tanto en el nivel de espías como el de grupos mafiosos.
Sin embargo,No pudo saberse la razón por la cual los ingleses decidieron, finalmente, descartar los casos entre los cuáles se hallaba el de Alexander Litvinenko, un ex expía ruso envenenado.
Sí se “filtró” que las autoridades inglesas no estaban dispuestas a asumir el “riesgo político de atacar con firmeza las actividades de los agentes rusos en el Reino Unido por temor al inicio de un ciberataque masivo soviético”.
Objetivo: “Evitar la guerra de espías”
Otra de las hipótesis que se manejó fue la de evitar la guerra de espías general con Rusia, como resultante de un clima ominoso de tensiones entre Moscú y las principales potencias de occidente.
Richard Walton, el mayor exponente de la lucha contra el terrorismo de Scotland Yard hasta el 2016, reconoció que “hubo una cadena de muertes sospechosas en la última década”
Aseguró que su unidad «nunca fue complaciente», y admitió que esos casos además de ser «muy peligrosos» están «completamente fuera del alcance de la policía local», ya que no cuenta con experiencia frente a las tácticas sofisticadas aplicadas por los asesinos rusos.
Admitió que los agentes rusos son expertos «en disfrazar asesinatos». En algunos casos plantan evidencia para hacer que las víctimas parezcan estar deprimidas, o incluso utilizan drogas o tácticas psicológicas para conducir a sus «objetivos» al suicidio.
Lo que dijeron en el M 16
Los funcionarios del espionaje inglés tendrían probado que Putín desarrolló agentes químicos y biológicos para efectivizar “asesinatos seleccionados”, siendo uno de los que más tomó estado público el de Litvinenko, envenenado con polonio mediante un té que consumió en un céntrico hotel londinense el 1º de noviembre de 2006.
Steven Hall, jefe de operaciones de la CIA en Rusia hasta 2015, confesó que funcionarios del MI6 le habían manifestado en reiteradas ocasiones que los rusos tenían «un programa activo de matar gente en el Reino Unido». «Básicamente, llegaban al Reino Unido y asesinaban», apuntó.
«El Kremlin incrementó agresivamente sus esfuerzos para eliminar y silenciar a sus enemigos en el extranjero durante los últimos años (…) particularmente en Gran Bretaña», concluyó un alto funcionario del M16.
La muerte del circulo de Berezovsky y Cía.
En el año 2000, una oleada de magnates rusos llegó al Reino Unido huyendo del Gobierno. Otros, buscando un destino en Occidente para continuar sus negocios.
Berezovsky, un oligarca que fue miembro de alto rango del gobierno de Boris Yeltsin (1991-1999), fue el eje de ese grupo de exiliados rusos.
En un comienzo apoyó a Vladimir, pero luego se convirtió en enemigo del Estado por aprovechar su fortuna para financiar una extensa red de medios de comunicación de oposición.
Ante las constantes amenazas de muerte por parte de los servicios de seguridad rusos, el multimillonario recibió asilo político en 2003 por parte del gobierno de Tony Blair, mientras las autoridades rusas luchaban por su extradición y la de otros hombres de su círculo. Se radicó en Surrey, a las afueras de Londres.
Agentes de Scotland Yard habían recibido una advertencia de que Moscú planeaba asesinarlo con una pluma con punta de veneno.
El presunto enviado del Kremlin era un checo con vínculos con el Servicio Federal de Seguridad llamado Movladi Atlangeriev, quien aterrizó en el aeropuerto de Heathrow en junio de 2007, compró un arma de fuego, y pidió conocer a Berezovsky.
Finalmente, el magnate voló a Israel y Atlangeriev fue arrestado. Pero en lugar de ser sometido a juicio, el gobierno británico le revocó su visa y lo embarcó de regreso a Rusia. Tras lo sucedido, el extravagante matemático responsabilizó directamente a Putin.
El Proyecto Moscú
El multimillonario encabezó junto a un grupo de socios, el llamado «Proyecto Moscú», un desarrollo inmobiliario en la capital rusa.
Por su condición de exiliado, Berezovsky no podía realizar ningún tipo de negocio en el país, por lo que el grupo de inversores habría sobornado al alcalde de Moscú, Yury Luzhkov, un fuerte aliado de Putin, para operar «en las sombras».
Pero el proyecto significó el principio del fin. El plan se vio frustrado en 2006, y los fiscales rusos fueron tras los inversionistas por «delitos económicos». Berezovksy, ahogado financieramente, inició una serie de demandas contra antiguos socios que finalmente lo dejarían en la bancarrota.
La más resonante fue la que le ganó el dueño del club de fútbol Chelsea y mangate petrolero, Roman Abramovich.
A partir de ahí, fuentes cercanas al caso señalaron que entró en depresión, y hasta habría acudido a organizaciones criminales para pedir préstamos y así recuperar su emporio.
El 23 de marzo de 2013, fue encontrado muerto en el baño de la casa de su ex esposa –debido a su crisis financiera tuvo que abandonar su lujosa mansión de Wentworth Park- con una bufanda en su cuello. La policía calificó el episodio como suicidio y dio por cerrado el caso.
Esa hipótesis no convenció a su hija Elizaveta ni a su guardaespaldas por seis años Avi Navama, el ex agente del Mossad que lo encontró muerto aquella tarde de marzo. La hija del “suicidado” inició una indagación personal con la ayuda del doctor Bernd Brinkmann, quien confirmó que “las marca del cuello de la víctima “es completamente diferente a la de estrangulación en suspensión, ya que era circular y no en V”.
Otro médico, presente tras el hecho se sorprendió por ver “un rostro morado”, ya que en general las víctimas que cuelgan aparecen “pálidas, a lo que debe agregarse una herida en la parte posterior del cráneo y una costilla fracturada”.
Cuatro fuentes de inteligencia norteamericanas revelaron con certeza que “el asesinato fue ordenado por Putín”.
Scot Young corrió idéntica suerte, tras codearse con estrellas del espectáculo y políticos. Incluso se relacionó con Bill Clinton y pasó a vivir una paranoia debido a las amenazas de agentes rusos mientras lo cercaba una brutal crisis financiera.
Young, era investigado por ser socio de Boris Berezovsky. En la década de los 90, prácticamente de la noche a la mañana cosechó una fortuna gracias a su estrecha amistad con Patrick Adams, uno de los líderes del crimen organizado en Londres.
Berezovsky, quien lo había contratado para que lo ayudara a lavar su dinero, proveniente de Rusia en el Reino Unido. Young hizo caso omiso a las advertencias, ya que prefirió seguir disfrutando de sus yates, prostitutas y una larga serie de excentricidades, lo que motivó que sus enemigos contrataran sicarios rusos para eliminarlo.
El «Proyecto Moscú» también fue el principio del fin para Young. El británico lo condujo junto a Ruslan Fomichev, cuyo su padre era un general retirado de la KGB, un financista ruso de estilo refinado que había trabajado para Berezovsky y su principal socio, Badri Patarkatsishvili.
Young acercó al negocio a Jonathan Brown, un mangate del salmón al que conoció en Miami y al que pidió que mantuviera dos secretos: El primero, que el nombre de Berezovsky no podía trascender por cuestiones políticas y el segundo, el propio multimillonario británico se jactaba de haber comprado el apoyo de Luzhkov.
En 2006, Young tenía el objetivo final de recaudar más de 26 millones de dólares y establecer una red de empresas offshore para canalizar las inversiones.
El desarrollo empresario del inglés hizo lo demás: Se le unieron el magnate finlandés Poju Zabludowicz; un multimillonario vinculado a la industria del cine, residente de Mónaco, Stephen Kay; y un prestamista de Londres llamado Harvey Lawrence.
Finalmente el proyecto no prosperó y Berezovsky se puso en la mira de la justicia soviética que lo acusó de traición e inició una serie de indagaciones sobre delitos económicos, motivando ello su destrucción económica, luego que sus acreedores le exigieron el pago de sus deudas y, posteriormente hizo lo propio su esposa Michelle, quien le reclamó su parte por el divorcio, debiendo pagar debido a que le congelaron sus activos y sus propiedades con sede en Londres, Oxford y Miami fueron embargadas.
En agosto del 2009 los peritos de la policía inglesa determinaron que sufría de paranoia y fue enviado a un centro de salud mental.
Trueque
Vale apuntar que mientras Scot pretendía recuperar su fortuna, su esposa Michelle fue convocada por el gobierno ruso y en febrero de 2012 arribó a Moscú, donde fiscales le pidieron información acerca de Berezovsky y sus asociados y le ofrecieron canjear sus datos por otros sobre cuentas de su ex esposo que ella reclamaba sin suerte.
El tribunal supremo de Inglaterra, finalmente ordenó entregar 22.5 millones de libras esterlinas a su ex mujer, esto es el 50% de 45 millones que la mujer reclamaba.
Los abogados se llevaron en el bolso otros dos millones de la misma moneda. El Kremlin, como resultante del trueque de data, se acercó más al imperio de Berezovsky.
Michelle, el 8 de diciembre de 2014, fue la primera en tomar conocimiento de la muerte de Scot, luego que éste cayera por un ventanal desde un cuarto piso.
Como en las películas de terror quedó clavado con las puntas de la reja de hierro que había en la entrada del edificio.
Una vez más, las autoridades británicas diagnosticaron suicidio. Sus hijas Sasha y Scarlet no creyeron la versión porque el cuerpo no podría haber pasado por una abertura de sólo 50 centímetros.
Además,notaron que en la cornisa había una lata de gaseosa, un paquete de cigarrillos y un encendedor alineados.
En la parte externa del ventanal había marcas de arañazos y –cabe recalcarlo-, en el transcurso de la ceremonia del funeral, las hermanas fueron abordadas por un sujeto que les advirtió sobre la muerte de su padre, ya que “no era seguro”.
Una vez más, el M16 consultó a la CIA para ver la posibilidad de los vínculos del hecho con Moscú.
Otros magnates muertos
Paul Castle y Robbie Curtis, amigos cercanos de Young, al parecer, también habrían sido víctimas de la mafia rusa y –quizás por casualidad-, murieron atropellados por trenes.
El primero fue embestido en noviembre de 2010, en la estación Bond Street, mientras que Curtis sufrió el mismo destino en diciembre de 2012, en Kingbury.
La policía, en los dos casos, utilizó como causal al suicidio, mientras que agentes de inteligencia teorizaron acerca del poder de la mafia rusa y la turca en Inglaterra.
El destino mortal de Elichaoff
El círculo áulico de Young sufrió otra baja en 2014 con la sospechosa muerte de Johnny Elichaoff. Los interrogantes surgieron luego de tomar conocimiento, por parte de agentes de inteligencia, que el accidente que determinó la muerte a partir de la caída de un techo de un centro comercial londinense.
Como si todo lo enunciado fuera poco, el giorgiano Badri Patarkatsishvili murió en 2008, aparentemente por un ataque cardíaco e idéntica causa lo llevó bajo tierra al cofundador del gigante petrolero Yuos, Yuri Goluved, muerto un año antes en Londres, como el nacido en Giorgia. Otro ataque cardíaco súbito hizo presa de Stephen Moss y Stephen Curtis dejó de existir tras un accidente de helicóptero en 2004.
Los que trataron de entrometerse en una investigación por las muertes detalladas pagaron con sus vidas al detectar la relación de los hechos con el Kremlin.
Pero esas muertes serán objeto de otra columna cuando hagamos referencia a los fallecimientos del científico Matthew Puncher y el periodista Daniel Mc Grory, así como a la Unidad 29155 especializada en asesinatos fuera de las fronteras rusas. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com