Por Ricardo Marconi (*)
La familia de Albino Luciani vivía en la localidad de Canale d`Agordo, Italia, y el matrimonio tuvo tres hijos: dos mujeres y el tercero fue quien sería elegido Papa. Tras él llegaron dos criaturas más, un varón y una mujer.
Los progenitores del que se convertiría en el Santo Padre eran humildes y para sostenerse el padre hacía todo tipo de tareas. El futuro titular del papado, a los 11 años comenzó a inclinarse por el sacerdocio y, a los 23, ya había tomado los hábitos.
En 1937 fue nombrado vicerrector de un seminario y 11 años más tarde fue designado obispo. Tenía por norma, súbitamente, vestirse como sacerdote y visitar enfermos y lisiados, ya que era su forma de detectar irregularidades y su mecanismo de actuar no era compartido por varios de sus pares.
Al morir el Patriarca de Venecia, lo quisieron designar en el cargo, pero él lo desestimó, aunque el 8 de febrero de 1970, ya como arzobispo entró a la ciudad a la que Pablo VI había donado un millón de liras.
Luciani luchó denodadamente contra el desinterés de la Iglesia por los minusválidos y en una ceremonia tomó en sus brazos a una niña discapacitada y le hizo reconocer a sus críticos católicos, que los minusválidos tenían mejor disponibilidad espiritual que ellos, ya que la pequeña, en bazos del Papa, le dijo que sentía que “estaba cerca de Dios”.
El 6 de agosto de 1978, a las 21.40 Pablo VI expiró y el trono quedó vacío, iniciándose a las 24 horas los comentarios sobre quien sería su sucesor, habiendo un extenso listado de postulantes, siendo el que más posibilidades tenía el cardenal de Brasil.
Luciani, en ese momento, se mantuvo al margen de los arreglos del nuevo nombramiento, ya que planeaba marcharse tras emitir su voto para trabajar en sus deberes pastorales. Él era prácticamente desconocido y tenía previsto votar por el candidato de Brasil, al que consideraba un prelado enterado de los problemas que acuciaban a los pobres. Sólo quería regresar a Venecia.
Entronización tras varias rondas
Como era habitual en esos casos, hubo varias rondas febriles de votaciones en el cónclave, que se definió a las 18.30 horas. El cardenal francés Jean-Marie Villot (11/10/1905- 9/3/1979), ingresó para entronizar al elegido y con su séquito se paró frente a Luciani.
Al sorprendido sacerdote le preguntaron si aceptaba ser Papa y dijo: “Acepto” y cuando lo consultaron sobre como quería ser llamado, bajando la cabeza señaló: “Juan Pablo I”, siendo este primer nombre doble en la historia del papado. Luego le habrían hecho los habituales estudios para constatar su salud.
La opulencia del pontificado
El primer día de trabajo le pidió a Villot que iniciara una indagación sobre “la opulencia del pontificado”, ya que entendía que en el Vaticano había “una compleja estructura que gobernaba las finanzas de la Iglesia, a través del Banco del Vaticano, dirigido por Marcinkus, quien decía que “No se puede dirigir la Iglesia sólo con los rezos a María”.
Se decía, por ese tiempo, que el Vaticano “manejaba 50.000 millones de francos suizos, equivalentes a 13 mil millones de dólares de capital productivo”. “El Vaticano no se hizo en un día y su opulencia tampoco”, era una frase muy escuchada en la sede papal.
La riqueza del Vaticano se inició con una colosal fortuna y el Papado fue el más rico de su historia, e incluso llegó a tener un cuartel general en un Estado y el dictador italiano Benito Amilcare Andrea Mussolini, nacido en Predapio, el 29 de julio de 1883, le otorgó garantías de protección como Estado soberano, sin necesidad de pagar impuestos ni aranceles, a lo que se agregó inmunidad diplomática.
Enormes beneficios
Mantuvo el Vaticano beneficios significativos y se firmaron los Acuerdos de Letrán en 1929, entre el gobierno de la Italia fascista, con lo que se restauraba el carácter de Estado soberano para una porción territorial de Roma, ocupada físicamente por la Santa Sede y, por lo tanto, para la iglesia católica.
Los pactos fueron negociados entre el secretario de Estado, cardenal Pietro Gasparri, en nombre de la Santa Sede y el primer ministro italiano (Mussolini), en nombre del rey Víctor Manuel III.
El Vaticano llegó a manejar 750 millones de liras y bonos estatales, al 5% por 1.000 millones de liras, que representaban 81 millones de dólares.
El Papa Pío XI nombró un administrador y allí se descubrió la existencia de una “mina de oro” en la que existían operaciones bursátiles secretas y otros negocios con dineros negros en los que estaban involucradas empresas militares que colisionaban con normas eclesiásticas.
Había también involucradas empresas productoras de cemento, de agua corriente, en distintas partes del mundo y hasta surgió que a Mussolini le habían entregado armas para su ejército para invadir Etiopía, a través de una empresa del Vaticano.
Un panqueque diplomático
Francisco Paselli pactó con Mussolini y el hermano de Paselli firmó un tratado con la Alemania nazi, ya que el que acordó el pacto –no el que lo firmó- era pronazi y podía convertirse en un aliado alemán, aunque se hacía pasar por neutral en la guerra, ya que apoyaba a Francia en territorio francés y a Alemania, en territorio alemán: un verdadero “panqueque” diplomático.
El Vaticano llegó a comprar bancos y tenía intereses económicos en empresas de fabricación de armas, harina, repuestos mecánicos, fábrica de pastas e inmobiliarias en Francia, Méjico, Canadá e Italia bajo nombres que no se relacionaban con el Vaticano. Es más, de las investigaciones surgió que tenía capitales en un laboratorio que, al parecer, fabricaba píldoras anticonceptivas.
Un Vaticano para unos pocos
El nuevo Papa afirmaba que “La Tierra es de todos”, sin embargo, el Vaticano era de los mayores propietarios de bienes raíces, logrando poseer un imperio en propiedades que alcanzó a 5.000 departamentos, valuados, en esos años, en 1.000 millones de dólares y, en 1978, la valorización alcanzó los 1.200 millones de la misma moneda.
El banco que poseía el Vaticano estaba valuado en 1.000 millones de la moneda norteamericana y, obviamente, daba dividendos millonarios. El Papa recibía una porción de esos dividendos para distribuirlos como creía conveniente.
Ese fue el panorama que recibió Juan Pablo I junto a datos sobre dividendos que manejaban los cardenales en distintos países del mundo. Se decía, insistentemente, que el que más recibía era el cardenal de Chicago, Estados Unidos, por 250 millones y el Papa lo sacó de su cargo. El Papa estaba entornado por Paul Marcinkus, Licio Gelli y el banquero italiano Michele Sindona.
La muerte de Juan Pablo I
El Papa Juan Pablo I (Luciani) falleció el 28 de setiembre de 1978 y permaneció en el poder sólo 33 días. Murió por causa desconocida y a una hora no precisada, a consecuencia -según trascendió- de haber incomodado al Vaticano.
El Vaticano afirmó que Juan Pablo I falleció de un infarto en su cama y que no se llevó a cabo su autopsia por la oposición de su familia. La declaración oficial resultó contradictoria, ya que no habría sido el obispo irlandés John Magee, secretario personal, quien encontró el cuerpo sin vida, sino una de las religiosas que se encargaba del trabajo doméstico, de nombre Vincenza. La familia, en 1991, reveló que murió en su escritorio y que se le habría realizado la autopsia de la que habría surgido la constatación de envenenamiento.
Juan Pablo I pretendió ahondar la venta del Banco Vaticano al Banco Ambrosiano, propiedad de Roberto Calvi, siendo el responsable fue el arzobispo Marcinkus, lo que llevó a enfrentamientos entre este último y el hasta entonces aún no nombrado Papa.
El aprovechamiento de la maniobra habría estado relacionado con la evasión impositiva y el movimiento ilegal de acciones, tema que fue recogido en el libro Con el corazón puesto en Dios.
El 9 de mayo de 1978, el mismo año de la muerte del Papa, había sido asesinado el primer ministro Aldo Moro y la firma del certificado de defunción de Luciani –quien gozaba de buena salud-, ya que la certificación no fue firmada por el forense vaticano, sino por otro, tras lo que se habría precipitado su embalsamamiento.
Ello disparó la teoría de que el Papa que nos ocupa habría sido asesinado. La doble confesión de la monja Vicenza Taffarel, quien encontró el cadáver, en una primera versión, vestido aún, en su baño, posiblemente en el piso, junto a un vómito y la restante, en su cama, con documentos desordenados y las gafas caídas de su rostro, ya despojado de su hábito, inducen a pesar que fue envenenado, por altos jerarcas de la iglesia católica, con una fuerte dosis de un vasodilatador –según el sacerdote español Jesús López Sáez.
Asimismo, el investigador David Yallop, defiende en su libro, la postura que se lo envenenó al Papa con la complicidad con mafiosos vinculados al Banco Ambrosiano y las hermandades secretas masónicas.
En 1988, la Santa Sede le permitió investigar al periodista John Cornwell y le dio todo tipo de facilidades para entrevistar a los testigos de la muerte incluso algunos que nunca declararon lo pudieron hacer, entre los que se encontraron la sobrina médica, a un sargento de la guardia suiza, a los embalsamadores, a periodistas y hasta un agente del FBI que trabajó en Roma.
También fueron entrevistados Joaquín Navarro-Valls, en Radio Vaticano y los médicos del Papa. En conclusión, surgió como inverosímil la teoría del homicidio y, por el contrario, se sumaron testimonios que abundaban sobre teorías que mencionaban la presión del trabajo excesivo y la poca ayuda que recibió de su entorno sus problemas de salud –problemas circulatorios y embolias-, combinadas con stress y descuidos en la toma de la medicación que habrían llevado a una embolia pulmonar en la noche de su muerte.
Cornwell fue acusado por fuentes que indicaron que había sido contratado por el Vaticano para dar una información falsa en parte, ya que se demostró que Albino Luciani no tenía problemas de salud ni tomaba medicación, lo que dejó dudas.
En julio de 2019, fue publicado el libro de Anthony S. Luciano Raimondi, un supuesto gánster de la Familia Colombo y familiar del obispo Marcinkus, con quienes habrían perpetrado el asesinato de Juan Pablo utilizando una mezcla de Valium y cianuro, cuyo móvil también habría sido encubrir un fraude masivo de títulos financieros. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política