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Por Ricardo Marconi (*)

Los homicidios de Andrés “Pillín” Bracamonte, jefe de la barra de Rosario Central y de Daniel “Rana” Attardo no representan para quien esto escribe una bisagra en la historia criminal de Rosario. Simplemente representan una continuación, luego de un “interregnum”, cuyas causales no están plenamente investigadas, justificadas y ni siquiera comprobadas.

Tanto es así, que, al momento de escribirse esta columna, Asuntos Internos estaba terminando un procedimiento policial en la seccional 9na., en donde, me dicen, dos altos funcionarios policiales debieron entregar sus celulares y, paralelamente, se habrían realizado allanamientos en sus domicilios, así como en el de uno de los familiares de uno de los policías, quien es hincha de Rosario Central.

Unas versiones que se escuchan hacen referencia a la posibilidad de que dicho acto criminal desemboque en consecuencias imprevisibles, ya que se habrían terminado acuerdos entre bandas. Otras la justifican   por enfrentamientos internos en la barra centralista. La Fiscalía investiga, pero informa con cautela públicamente.

Tal es el caso de los fiscales Alejandro Ferlazo, Georgina Pirola y Luis Schiappa Pietra, que han mancomunado sus esfuerzos para resolver, no sólo el episodio enunciado, sino también los que tienen que ver con anterioridad, donde “Pillín” ha intervenido.

Ya sabe toda la ciudad que Bracamonte, haciendo gala de ser una persona cuasi inmortal, zafó de 29 atentados y es por ello que en las hipótesis criminológicas se tienen en cuenta la posibilidad de una venganza o la resultante de un conflicto puntual como puede ser el “no pago de una deuda en euros”

Temor a un rebrote de violencia

La Secretaria de Seguridad de la Nación, Alejandra Monteoliva, tras conocer el episodio y la identidad de los protagonistas, de inmediato se vino a Rosario para dar una conferencia de prensa a los fines de convencer a la ciudadanía rosarina que “No se ve un recrudecimiento de la violencia, lo que buscamos es garantizar la prevención. Se ha llegado a un punto en la ciudad de Rosario y no es la intención bajar los brazos”, tras lo cual agregó: “Queremos seguir trabajando de la misma manera, reforzando lo que haya que reforzar con los recursos que sean necesarios”.

El complemento informativo   tenía que ver con la confirmación de la ampliación de la “zona de trabajo de las fuerzas federales en Rosario” y no descartó “enviar más efectivos a la ciudad. Según destacaron, la medida es a modo preventivo y con el objetivo que la violencia no vuelva a escalar”.

Un exagerado invadido por la ironía -de esos que nunca faltan-, dijo en voz baja: a este ritmo en Rosario van a tener que hacer dos censos: uno para los habitantes y otro para los delincuentes”.

Mesa de trabajo

El sábado a la noche se conformó una mesa puntual de trabajo y al día siguiente, por la mañana,  estuvo presente todo el equipo completo del Ministerio de Seguridad de la Nación”.

 Monteoliva dijo en reunión de prensa: “en el marco de la colaboración que venimos haciendo y trabajando en una acción operativa conjunta, revisamos el despliegue para garantizar la prevención y reforzar zonas”,

La funcionaria luego confirmó que “en el marco del plan Bandera y en coordinación con el gobierno de Santa Fe, se definió ampliar las zonas de trabajo de los agentes federales en la ciudad, aunque por ahora, sin sumar refuerzos. Si es necesario incrementaremos la cantidad, lo que sí hemos hecho es ampliar zonas, mejorar la distribución de ese despliegue y ampliar el patrullaje”.

“Buscamos garantizar la prevención. Se ha llegado a un punto en la ciudad de Rosario y no es la intención bajar los brazos”.

Qué hay detrás del crimen de “Pillín” Bracamonte y los cuatro «avisos» que tuvo en el último año y medio”, completó en su exposición Monteoliva.

“Queremos seguir trabajando de la misma manera, reforzando lo que haya que reforzar con los recursos que sean necesarios. Lo que es importantísimo, no solo para la ciudad de Rosario, sino que, para el país, es devolverle la tranquilidad a la ciudadanía”, concluyó.

Sin luz el sitio donde fueron asesinados a balazos Bracamonte y Attardo

Todas las prevenciones son pocas en función de lo ocurrido. Bracamonte era el líder, desde fines de los 90, de la barra centralista, cuando formaba parte de Los Chaperos.

Luego “Los Pillines” se transformaron en “Los Guerreros” y desde hace más de dos décadas y media se dedican a recaudar dinero a través de la reventa de entradas, la organización de viajes para ver partidos, mediante puestos de comida, el estacionamiento a través de los trapitos y presumiblemente como mano de obra para realizar ataques personales.

Versiones no confirmadas

Sería interesante que el área de Inteligencia de las fuerzas de seguridad recolectase información sobre si es verdad –según trascendidos-, que en el momento del hecho los asesinados estaban recaudando tras el partido y si una porción del total de la recaudación iba a otra banda.

En la reunión de los funcionarios indicada se habría comentado la necesidad imperiosa de esclarecer el homicidio de Samuel Medina, conocido como el “Gordo Samu”, novio de la hija del “Guille” Cantero. El episodio mortal ocurrió el 1º de octubre pasado.

Otra versión

Se hace mención, entre los comentaristas que circunstancialmente se hallaban en el lugar del hecho a que del ataque participaron tres hombres, que gatillaron a quemarropa, que lo hicieron en momentos en que había un corte de luz en la cuadra donde emboscaron a Bracamonte y su ladero Daniel «Rana» Attardo, y aún se busca determinar cómo lograron huir del lugar. No faltan argumentos entre quienes estiman que lo entregaron.

La tercera posición

Otro de los criterios que se sustentan en el marco de presunciones es el que sostiene que el homicidio fue la resultante de una venganza por un conflicto puntual o bien si el crimen de Pillín fue un ajuste más complejo, un movimiento necesario en tiempos de reconfiguración del crimen organizado. En este sentido, Bracamente había eliminado de cuajo el narcomenudeo en la tribuna de Rosario Central.

Y de ello se desprende una nueva presunta habladuría: una facción, con respaldo de una banda criminal, buscaba activar nuevamente el negocio de la venta de drogas en ese mundo.

Los Menores

En la lluvia de interpretaciones hay una que ubica a la banda Los Menores, en plena expansión en los últimos meses, como autores materiales de los homicidios de Samu y Pillín, un comentario aún insustentable que se distancia del supuesto conflicto entre ellos dos.

A pocas horas del asesinato de Bracamonte comenzó a trascender esa posibilidad, que según el diario La Nación también surgió del propio Pillín en una entrevista concedida al periodista German De Los Santos luego del intento de homicidio de agosto pasado, según se publicó en nuestra ciudad.

«Los Menores» es una gavilla de pibes muy jóvenes, surgida en los barrios “7 de Septiembre” y otros aledaños de la zona noroeste, que estuvo detrás de varios crímenes resonantes y sagas violentas barriales de las que habría participado un sujeto de apellido Gazzani que es nada menos que un prófugo desde hace tres años.

No diga que no se lo dije

El 1º de julio pasado la Gendarmería Nacional interceptó en la Ruta 11, a la altura de San Justo, norte de Santa Fe, una camioneta Amarok, la que llevaba unos 460 kilos de cocaína.

Veinte días después fue detenido Carlos Andrés Suárez, un referente de la barra de Central sospechado de «hacerle punta» al vehículo que llevaba el cargamento secuestrado.

Junto a él,  ese día, fue detenido Martín Leopoldo «Pitito» Martínez, de peso en la barra y ahora mencionado como sucesor de Pillín. Pero, al no estar en la mira de la Justicia federal, quedó en libertad, aunque le imputaron encubrimiento y le secuestraron su celular.

El teléfono secuestrado a Martínez en esa ocasión fue peritado y es otro de los elementos que, tal vez indirectamente, puedan echar luz sobre otro de los conflictos en los que pudo estar involucrado Bracamonte.

Es que, aunque no se posicionó con firmeza, existe la sospecha de un vínculo de Pillín con ese cargamento que terminó secuestrado. El trasfondo del narcotráfico abre un abanico de posibilidades por sus lógicas impredecibles, en las que los homicidios pueden responder a traiciones, deslealtades repentinas, acusaciones cruzadas y deudas sin saldar.

Lavado de dinero

En un entramado menos violento, pero tal vez más complejo de explorar, Bracamonte estaba en la mira de una investigación por lavado de activos en la que había sido imputado junto a Carlos Vergara, por entonces a cargo la Uocra, gremio de la Construcción.

Se los acusaba de haber consolidado un sistema de extorsiones que giraban en torno al negocio de viandas, baños químicos y coimas a empresas contratistas de obras en Rosario y alrededores. Evidentemente, si ello es así, no se privaban de nada a la hora de pasearse por el Código Penal.

La acusación formal situaba a Bracamonte al frente de una asociación ilícita, por lo cual tuvo que pagar una caución de 20 millones de pesos para continuar la causa en libertad después de unos días en prisión.

La última ocasión en estar preso había sido en 2020, en el marco de la misma causa. En esta investigación no surgieron pormenores de conflictos violentos, a Pillín le alcanzaba su presencia, o su nombre, para remarcar su poder. (Jackemate.com)

 

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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