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Por Ricardo Marconi (*)

En momentos que se siguen de cerca las alternativas militares de la ocupación de parte del territorio de Ucrania por parte de Rusia, dedicaremos esta columna a exponer a Vladimir Putin íntimamente, considerado un monstruo asesino de 71 Años por sus enemigos internos y a nivel internacional. Para introducirnos, en primera instancia en su grupo familiar, vale aludir a las habituales vacaciones que las hijas del presidente ruso disfrutaban en la isla de Cerdeña, donde con custodios, salían a realizar, por la tarde, compras lujosas con identidades falsas. Ese nivel de vida se terminó cuando se enteraron que su padre había decidido invadir Ucrania. Las hijas de Putin, han sido consideradas como una cuestión de seguridad nacional.

Las hijas del ex espía de pobre nivel también disponían de una villa privada para veranear, desde donde partían a navegar en secreto. Versiones y comentarios apuntan a Putin, al que le achacan la existencia de otros 4 hijos quienes no habrían sido reconocidos, siendo sus madres mujeres de mediana edad.

Alina Kavaeva ha sido considerada, desde hace años, por los medios de comunicación internacionales, como la amante de Putin. La prensa soviética, asimismo, mencionaba a su esposa Lyudmila Ochertnaya, -con la que estuvo unido durante 25 años-, hasta que se conoció que se separó en secreto, a través de un informe periodístico del Moskovaky Korrespondet. Tras publicar la información, tuvo que cerrar a los pocos días “por razones financieras”.  

Kavaeva era una medallista olímpica, ganadora de una medalla de oro en gimnasia rítmica. Se había hecho famosa por la flexibilidad que demostraba en sus participaciones a los 24 años. La amante de Putin, cuando el mismo invadió Ucrania, se convirtió en la cara pública de su partido político.

Con Ochertnaya se casó Putin para mejorar sus chances de unirse a la KGB, una organización de espionaje rusa que no admitía en su seno a solteros. A Putin nunca le gustó que los medios se entrometerán con su vida privada y en una de sus declaraciones públicas lo recalcó diciendo: “nunca me gustó la gente que mete su nariz en la vida privada de los demás”.

Putin no tiene muchos amigos. Si tiene aliados y uno de ellos, en Europa, fue Silvio Berlusconi, -ex magnate y legendario primer ministro hedonista de los medios-, recientemente fallecido.

Sí tiene Vladimir un gusto preferencial por los muebles ostentosos y por hacer ver que posee una riqueza en millones de dólares.

En marzo pasado, en mansiones rusas que se encuentran en Suiza, se gestaron las conversaciones secretas que derivaron finalmente en la repatriación de la supuesta amante, quien ha sido comparada con Eva Anna Paula Braum, pareja de Hitler, amante de las milanesas que comía en uno de los campos de concentración alemanes como ya hemos relatado en otra de nuestra columna de Jackemate.com 

Alina vivía en las cercanías del lago de Lugano, donde era la víctima de los “chimentos” del vecindario. Ella vivió hasta su repatriación, en un edificio que tenía vidrios verdes.

Una vida clandestina 

El ex espía de la KGB era obsesivo en lo que concernía a su existencia clandestina y entre sus compañeros agentes tenía una imagen de “villano”.

Evidentemente los familiares se han venido beneficiando con el sistema cleptocrático que preside desde hace varios años como si fuera el “capo de capi” de una familia mafiosa en la que intervienen lugartenientes oligarcas que le han venido rindiendo pleitesía a cambio de empleos lucrativos o propiedades lujosas como sistema de pago a los que están en la órbita de sus afectos.

La guerra aludida cambió esa circunstancia y se han iniciado enfrentamientos internos, a partir de los ataques ucranianos dentro del territorio ruso y la recuperación de ciudades devastadas por intensos bombardeos.

En abril pasado, Estados Unidos aplicó sanciones a las hijas de Putin e hizo pública sus identidades por el apoyo que las mismas han señalado su apoyo a la industria de defensa rusa, así como la captación de miles de millones de dólares de fondos supervisados por el líder soviético.

Estados Unidos estuvo a punto de sancionar a Kavaeva pero decidió no avanzar en los hechos para evitar una escalada, derivación previsible de una existencia invivible, por haber Putin cruzado un límite con el inicio de la guerra.

La hija mayor de Putin se casó con Jerrit Falasen, un holandés que tuvo un hijo con ella a la que llamaron María Vladimirovna, quien se había trasladado a Holanda, cansada de ser objeto de la furia contra su padre autocrático. En tanto, su marido negó serlo ante la requisitoria periodística en Rusia y refirió: “No estaba cómodo con ella”.

Al ex marido lo cruzó el cantante Dany Pletzer, quien actuó en el casamiento de la pareja, realizada en 2008.  El primo del novio, Casper Frassen –un reconocido artista holandés, participó de un cumpleaños de su tía y allí vio a la mujer de su primo.

Hay que dejar claro que no había mucha gente que conociera la identidad de la mujer que se hacía llamar María Vladimirovna Vorontsova y ahora María Frassen, pero que para su padre era Masha.

En 2010, un medio de noticias ruso (New Times) informó que Jerrit, por entonces funcionario de una consultora rusa, recibió una paliza de guardaespaldas de Matvey Urin, importante banquero, en un incidente que se generó en Moscú. Poco después Urin perdió sus licencias para cooperar con bancos y los guardias terminaron en la cárcel.

Putin abuelo

Sergei Roldugin, un chelista millonario y amigo cercano de Putin, que es padrino de María, comenzó a ser mencionado en la lista de sancionados por Estados Unidos y la Unión europea. En una entrevista admitió que maría había tenido un hijo en 2012 y Putin, en una entrevista con Oliver Stone no tuvo más remedio que admitir que se había convertido en abuelo.

Katia, la segunda hija de Putin vivió con el alias de Katerina Vladimirovna Tikhovnova, aunque en su caso se apegó más al círculo de influencias de su padre.

En febrero de 2013 se había casado con Kirill Shamalov, hijo de Nicolás Shamalov, estrecho colaborador de Putin y principal accionista del Banco Rossiya.

Uno de los resorts de esquí, de Putin, es el Igora. En 2018 Katerina fue invitada a un programa de televisión ruso donde se la identificó como directora de Innopraktika y subdirectora del Instituto de Estudio Matemático de sistemas Complejos de la Universidad de Moscú.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos la sancionó por haber cometido infracciones a nivel empresarial.   Finalmente, en 2018, la agencia Bloomberg reportó que Katerina y su esposo se habían divorciado y como resultante compartían casi 2.000 millones de dólares en activos. Norteamérica lo sancionó a él y lo identificó como “el antiguo esposo”, según un informe publicado por el diario La Nación.

Es sabido que Vladimir ha sido implicado en investigaciones secretas por presuntamente haber enviado a concretar el asesinato de periodistas. Hay que decir en ese sentido que todo terminó en la nada. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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