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Por Ricardo Marconi (*)

Esta es la historia –sintetizada por cierto-, de Víktor Bout [1], considerado como una leyenda y un gran negociador, por quienes se dedican al tráfico de armas a nivel mundial. Estos últimos estiman que es el traficante que posee el más amplio conocimiento interno de las redes de las mafias criminales del orbe.

Bout es un ex oficial de la fuerza aérea soviética que posee gran facilidad para los idiomas y los entendidos en filmes sirvió como base de la película “Lord of War”, de 2005.

Este experto negociante que nos ocupa operó desde el vértice de la pirámide, una red de compañías utilizando diferentes seudónimos que le permitieron, entre otras ventajas, crecer económicamente tras el derrumbe soviético que sirvió, entre otras cosas, para liberar  aviones viejos y una enorme reserva de armas que, según los entendidos, inundó los países del Este europeo.

Desde la Dirección del Centro de Terrorismo, Crimen Trasnacional y Corrupción de la Universidad George Mason de Virginia, se lo consideró una figura de la globalización del crimen [2].

Es más, fue evaluado como “un ejemplo del nuevo tipo de crimen organizado, en el que la persona posee una formación intelectual destacada, posee relaciones internacionales y opera con el apoyo del Estado”.

En Bangkok, Tailandia la Corte de Apelaciones el 20 de agosto de 2010 aprobó la extradición de Bout que desde el inicio de la década del 90 estuvo inmerso en el infierno de la globalización, el tráfico y transporte de droga que tuvo como destinatario a los cárteles de la droga, las redes terroristas y los movimientos insurgentes colombianos y afganos, entre otros, según las agencias de seguridad que siguieron su derrotero.

Víktor aceptó vender misiles portátiles a agentes de la Dirección de Lucha contra la Droga de EE.UU, que se hicieron pasar por miembros de la guerrilla izquierdista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aunque nunca aceptó vender armas. Bout viajó en diversas oportunidades a América del Sur “para tomar clases de tango”, según su esposa Alla y su hija.

“El mercader de la muerte”

En 2007 Douglas Farah escribió un libro sobre el protagonista central de esta columna. Se trata de “El mercader de la muerte”. El 8 de marzo de 2008 fue detenido en una operación conjunta de varios países con asistencia de Interpol.

Fara, en declaraciones a la prensa señaló que el protagonista central de su libro “sabe mucho sobre como las armas llegaron a manos de los talibanes, así como a los militantes de Somalia y Yemen, donde actúan fuerzas guerrilleras.

“Asimismo –agregó-tiene sobrados conocimientos acerca de la inteligencia rusa luego que Vladimir Putin hiciera una reestructuración del sistema”. Incluso, trascendió, hasta recibió pagos en diamantes.

Estuvo a punto de ser derivado por la inteligencia norteamericana a Bélgica par ser “entregado a la justicia”, pero el atentado del 11 de setiembre de 2001, a las Torres Gemelas, dio por tierra con ese propósito, ya que el objetivo se convirtió en una prioridad de segundo orden para la CIA.

Así llegamos al 5 de Abril de 2012, momento en que una jueza federal de Nueva York le impuso una condena de 25 años de cárcel por vender armas al grupo terrorista de las FARC.

Según él, en declaraciones judiciales, fue oficial de la Fuerza Aérea Soviética y se graduó en el Instituto Militar de Lenguas Extranjeras de Moscú, muy conocido como lugar de entrenamiento para el Directorio Principal de Inteligencia, el GRU, esto es una vastísima red de espías militares a cargo del flujo armamentista hacia movimientos revolucionarios africanos y los estados comunistas del Tercer Mundo.

En esa oportunidad también habría admitido que hablaba con fluidez inglés, francés, portugués, uzbeko y varias lenguas africanas e incluso la lengua auxiliar esperanto.

Es por ello que se desempeñó como traductor en Angola, a finales de 1980 y la inteligencia inglesa MI 6, junto a la sudafricana coincidieron en que fue enviado por la KGB a Roma desde 1985 a 1989.

De que vivió

Al colapsar la Unión Soviética, la Fuerza Aérea Rusa quedó en una situación de desamparo financiero para el mantenimiento y combustible de sus naves, frente a la cual Bout ya se había puesto a trabajar por cuenta propia.

Se afirma que sus primeras entregas de armas las hizo en 1992 a la Alianza del Norte Afgana. Un avión caza reactor MIG-21 ruso con piloto talibán interceptó un avión de carga suyo tres años más tarde, el cual transportaba millones de cartuchos destinados al gobierno de Kabul.

La tripulación fue hecha prisionera hasta una espectacular fuga un año después a bordo de un Illiushin que despegó desde Kandahar.

Pakistán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos fueron los únicos países en reconocer al gobierno talibán, una vez que subió al poder, y fue en este último, específicamente en el Emirato de Sharjah, donde Bout instaló su principal base para comerciar con él.

Documentos secuestrados por la inteligencia en Kabul demuestran que a partir de 1998 el gobierno afgano pagó 50 millones de dólares por material bélico, drogas y soldados.

Al expandir su negocio hacia África estableció estrecha relación con el ex dictador liberiano Charles Ghankay R. Taylor, el dictador Mubutu Sese Seko de la actual República del Congo (ex Zaire), el libio Muamar Gadafi y el líder rebelde angoleño Jonas Savimbi.

Llegó a controlar la Oficina de Matriculación de Licencias de Aeronaves liberiana y el registro de Guinea Ecuatorial a través de la empresa Central Africans Airlines desde donde manejaba los negocios utilizando 28 aviones de carga de segunda mano.

Víktor “El intocable”.

Uno de sus aviones rescató a Sese Seko del sitio en que lo tenían los rebeldes a quienes les había vendido armas y trasladó, en 1993, a fuerzas de paz de la ONU belgas a Somalia en el marco de la operación “Devolver la Esperanza”, a la vez que trasladó en 1994 a 2.500 soldados franceses a Ruanda para frenar una matanza.

Intervino como transportador a Filipinas donde una banda local, vinculada a Al Qaeda –Abu Sayyaf tenía rehenes. Participó en varias misiones para las Naciones Unidas en los mismos lugares en catástrofe, producto de sus ventas de armamento.

Peter Hain, a cargo entonces del Foreing Office en África lo declaró el mayor obstáculo para el embargo de armas en Angola y Sierra Leona.

Pese a la persecución en su contra. Sus negocios se mantuvieron dentro de un pantano legal que la jurisprudencia internacional no puede prohibir y que tuvo como beneficiario al traficante de armas amante del tango.

El fiscal Preet Bharara aseguró que «fue durante años el traficante de armas número uno en algunos de los conflictos más violentos del mundo».

Numerosas organizaciones no gubernamentales internacionales creen que Bout encabezó durante años una de las mayores redes privadas de contrabando de armas del mundo.

Según la directora de la organización Conflict Awareness Project, Kathi Lynn Austin, la sentencia contra Bout sienta “un precedente mundial en la batalla por acabar con los traficantes ilegales de armas” y demuestra que «cuando existe voluntad política, la ley es el arma más poderosa contra los mayores violadores de los derechos humanos». (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 [1]   Viktor Bout es también conocido como Boris Vadim, Markovich Aminov, Viktor Bulakin, Victor Anatoliyevich Bout, Victor But, Viktor Budd, y Viktor Butt,

 [2] Nació el 13 de enero de 1967 en Dusambé, Tayikistán. En una entrevista dijo haber nacido en Asjabad, Turkmenistán, en la etnia tayik, y educado en el ‘Military Institute of the USSR Ministry of Defense’. Un informe de inteligencia sudafricano sostiene que es ucraniano.

 [3] Louise I. Shelley

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