El vocero y coordinador del grupo especializado en crimen organizado del Mercosur, el chileno Jorge Chocair, advirtió recién ahora públicamente acerca de una cuestión que ya adelantamos hasta el cansancio en nuestra columna en varias oportunidades, esto es que los narco criminales que operan en México están lentamente, -como una gota que desgasta la piedra-, introduciéndose a través de las fronteras no custodiadas de Argentina y de Chile.
En su desesperación por sobrevivir a las operaciones de control y represión, mutan y se adaptan como los virus y modifican permanentemente sus rutas transfronterizas.
Las fuerzas de seguridad chilenas habrían manifestado su preocupación a las de Argentina por “la proliferación de los cárteles vinculados al tráfico de efedrina y las drogas sintéticas”, según el propio Chocair.
También el secretario general de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos de México comparó la gravísima situación de México con la vivida por Colombia una década atrás al argumentar que “los cárteles, en Méjico, están poniendo en jaque la existencia misma del Estado, ya que no dudan en enfrentarse a la policía y al Ejército”.
Entendemos que es momento, en América Latina, respecto del combate al narcotráfico, de desandar caminos suficientemente transitados sin obtener logros. Es hora de que no sólo se aplique un mayor control de las fronteras, por tierra y aire, sino que, además, el Estado se haga cargo seriamente de la rehabilitación de los afectados por el consumo, aplicando más sumas de dinero en ese sentido, ya que hasta el momento sólo accede a tratamientos serios aquellos que tienen poder económico.
“El Estado se retiró de las áreas sociales. No existiendo políticas que puedan satisfacer las necesidades básicas de la población, el resultado es que cada cual se las arregla como puede”, opinó oportunamente Adriana Rossi, especialista en narcotráfico y doctrinas militares. .
Cuando hay un vacío del Estado, se crea un escenario favorable para la inserción de otros actores no estatales, esto es la guerrilla o el narcotráfico.
Míseros resultados
Respecto de los resultados obtenidos en América Latina en función de las inversiones realizadas, especialistas argentinos coinciden que son muy pobres.
Si uno hace un análisis estrictamente sobre costos- beneficios no tiene razón de existir este tipo de políticas, pero se insiste.
La política antidroga ha permitido a EEUU avanzar sobre el continente en función de un dominio territorial y de un control, también, poblacional. A partir de comienzos de los ’90 ha habido una planificada política de militarización del continente, en función antidrogas antes, y ahora antiterrorista. ´
En Ecuador, por ejemplo, se está dando una experiencia de indulto a las mulas, que no significa liberar a todas las que están en la cárcel. Lo que se aplica es una proporcionalidad de pena. Y lo que se está haciendo es un estudio muy especial: la dosis que define al pequeño traficante es lo que cabe en el estómago.
Vale puntualizar que las Naciones Unidas culminaron el año pasado una política de evaluación, cuyos resultados no se conocen internacionalmente pero estamos en condiciones de señalar que la misma tiene planificado redirigir la política represiva, ya que con la misma no se están obteniendo.
Está claro que la ilegalidad de la droga misma permite una acumulación de capitales muy grandes de parte de los narcotraficantes, los cuales actúan de manera tal de poder reproducir ese mismo negocio.
No es una noticia que el narcotráfico se reproduce en el ámbito económico a través del lavado y se reproduce socialmente porque crea una base de quienes trabajan por el narcotráfico.
Como ya lo hemos enunciado en otras columnas Colombia es el centro de la política antidroga y es, además, un país que mantiene una relación privilegiada con EEUU. También de ese tema ya hemos hecho análisis que en anteriores investigaciones hemos reflejado en jackemate.com.
Es Colombia el tercer país en el mundo en volumen de ayuda que recibe de los EEUU, ya que la concentración de recursos en ese país centroamericano hay una situación explosiva.
Analistas del tema drogadicción en Latinoamérica tienen claro que en Colombia la lucha que se lleva adelante fue, en un primer momento, “antinarcótica”, y actualmente se volvió una lucha antiguerrilla. Desde los años ’80 se habla de una narco-guerrilla.
Sin embargo, la realidad no es tan simple. Se ha convertido Colombia en uno d e los países más violento, aunque no podemos dejar de admitir que México ya está casi a la par, incluso algunos especialistas acuerdan que vivir en la zona fronteriza mejicana es para los habitantes un calvario. “Los narcos dictan la ley”, aseguran los mejicanos. (Jackemate.com)
Lic. Ricardo Marconi