Por Ricardo Marconi (*)
Si uno pretende conocer a Lucy, sólo tiene que esperar con paciencia que pase la pandemia, -para viajar seguro-, y levantar vuelo hacia Etiopía para visitar el Museo Nacional Etíope, ubicado en la capital Adís Abeba, en las cercanías de la escuela de postgrado de la universidad local.
No es un museo común. Allí se encuentran los tesoros artísticos de la región y muchos hallazgos arqueológicos como los restos fósiles de los primeros homínidos, entre los que se encuentran los de Lucy, un espécimen de Australopithecus afarensis.
Al predio, recientemente le anexaron al sótano de la galería a Selem, otro Australopithecus de 3,3 millones de años hallado entre los años 2000 y 2004.
Debo admitir que por el momento me voy a interesar por Lucy, quien era de piel negra, bajita- alcanzaba el 1,10 metros-, y tenía el pelo crespo en torno a su nariz achatada.
Curiosamente sus manos eran grandes, tenía brazos largos respecto del cuerpo y poseía una prominente mandíbula en una cabeza con un cerebro menor al tamaño actual.
Quienes la estudiaron minuciosamente no tienen dudas: murió a los 18 años, en el lecho de una laguna hace 3 millones de años, ahogada en el fango que fosilizó sus huesos.
Fue hallada en 1974 por especialistas que estimaron que sus pechos eran grandes y era panzona. En ese tiempo la bautizaron Lucy, ya que estaba de moda el tema “Lucy in the Sky Whith Diamands”, que hacía furor en las voces de Los Beatles.
En 1925 científicos habían descubierto, desenterrándolo, el cráneo de un niño de la misma especie y se lo clasificó como “Antropoide del Sur”.
Lucy resultó ser una antepasada en la Cuna de la Humanidad que se alimentaba con carne cruda, raíces y bayas, aunque debía soportar una digestión lenta y hasta algunos sostienen “penosa”, aunque tenía una ventaja: acumulaba grasas en las caderas para soportar épocas de pocos alimentos y frío.
Hay que tener en cuenta que Lucy y sus amigos no conocían el fuego, que recién fue traído a la faz de la Tierra por el Homo Hábilis. Eso sí, los antropólogos acuerdan en que dormía en la copa de los árboles porque vivía amenazada por el tigre “Diente de Sable” y no otras pocas alimañas, haciendo que su existencia alcanzara, con suerte, los 20 años.
En Bidov, un pueblo francés, de 60 habitantes hay una caverna prehistórica de 20.600 años donde funciona un museo prehistórico en el que hay pistas de los astralophithecus. Allí, seguro reinó Lucy y aún lo hace, moldeada en plástico, por un escultor finlandés que asegura, que “Lucy” se “parece mucho a su abuela”.
Otra versión
“Tenía 20 años cuando cayó de una altura de más de 12 metros y falleció rápidamente”, según señaló un nuevo estudio publicado en la revista Nature.
El trabajo de John Kappelman y su equipo permitió conocer dicha alternativa, cómo fue la muerte de uno de los ejemplares más famosos e importantes en el árbol de la evolución humana.
En la imagen sostiene algunas reproducciones de los huesos de Lucy que le han permitido llegar a la conclusión de que murió tras una fuerte caída.
Kappelman, profesor de ciencias geológicas en la Universidad de Texas en Austin, y autor principal del estudio publicado en la revista Nature, no se cansa de repetir: «es irónico que el fósil que protagoniza el debate sobre el papel arbóreo en la evolución humana muriera posiblemente de las heridas sufridas en una caída de un árbol».
» A Lucy queremos estudiarla tanto como sea posible» explica Richard Ketcham, coautor del trabajo, de ahí que una de las claves de la investigación sea la metodología. Durante 10 días los investigadores escanearon el 40% del esqueleto de Lucy obteniendo imágenes de tomografía que identifican fracturas similares, pero menos graves, en el hombro izquierdo y otras a lo largo de todo el esqueleto, incluidas roturas en el tobillo derecho, en la rodilla izquierda y en la pelvis. Además, observaron una prueba aún más sutil: la fractura de la primera costilla, lo cual cuadra perfectamente con una caída desde esa altura.
Y claro, al no haber ninguna evidencia de curación, los investigadores han concluido que las roturas se produjeron en un momento próximo a la muerte. Incluso que fuera dicha caída la causa de la muerte. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com