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El jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, esto es el almirante Mike Mullen, tuvo que poner la cara ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, debido a la decisión del presidente de Estados Unidos Barak Obama de retirar 33.000 soldados de Afganistán y no lo hizo con gusto, ya que su objetivo era el de mantener la ocupación por más tiempo, ya que para él era el mecanismo “más seguro”.

 El general David Petraus, comandante en jefe de las fuerzas en Afganistán coincide con Mullen y lo dijo ante una reunión secreta del Comité de Inteligencia, organizada para evaluar sus antecedentes para su probable asunción del mando en la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA), puesto que su actual director León Panetta  reemplazará  a Robert Gates al mando del Pentágono.

 Obama, obviamente tuvo que hacer consideraciones más puntillosas que las comunes en estos casos para retirar los miles de soldados apuntados, ya que su decisión no deseada entre los militares, tuvo más que ver con el recorte  del déficit fiscal, particularmente en lo atinente a los gastos destinados a Defensa.  

 El presidente Obama tiene pensado reducir en 400.000 millones de dólares a las fuerzas armadas en una década, cifra que en el Pentágono significará un a reducción del 10 por ciento, en el marco de una deuda pública de 1,4 billones de dólares, que arrastra –además- un déficit fiscal de 9.1 por ciento.

 Gates reconoció entre sus pares que apoyó el retiro ya que consideró lo decidido, tomando en consideración las realidades políticas de Afganistán y de Estados Unidos.-

Las agencias internacionales señalaron que en el 2010 la guerra de Afganistán les costó a los norteamericanos 105.000 millones de dólares y en el 2011 la cifra alcanzará los 117.000 millones.

 Un presidente que busque ser reelecto no puede mostrar un flanco descubierto como el mencionado, aunque a ello en esta columna puntualizaremos razones que los medios apuntan, pero no explican.

¿Qué hubo detrás de la guerra de Afganistán?

 En el comienzo de la invasión yanqui los analistas políticos internacionales se formularon muchas hipótesis de conflicto y en ellas consideraron el manejo de la minería de uranio, el oleoducto transafgano, la posición territorial estratégica y hasta el control del tráfico de drogas. Sobre algunas de esas hipótesis oportunamente aportaremos mucha información.  En esta columna, sin embargo nos limitaremos a enumerarlas y a agregar datos sobre cada una de ellas, a la vez que mencionaremos otra no considerada: los recursos energéticos.

Para comenzar a entrar en tema debemos mencionar a un informe publicado en el sitio Web de la Energy Information Administration (EIA), organismo de estadística del Departamento de Energía de Estados Unidos (que luego fue retirado).

Allí Afganistán se presentaba como un país con escasos recursos energéticos -nunca explotados- según datos que se remontan al período de la ocupación soviética, consisten en unas reservas de petróleo de 95 millones de barriles -concentradas en la zona de Herat-, depósitos de gas natural de 5 billones de pies cúbicos, en el Shebergan y más 400 millones de toneladas de carbón, entre Badakshan y Herat.

 Los especialistas en la materia saben que dichos recursos son demasiado pequeños para justificar una invasión militar, cuyo costo hasta la fecha, sólo para los Estados Unidos, es de casi 230 mil millones de dólares. Muchos en Afganistán hablan de yacimientos de uranio en el desierto de la provincia meridional de Helmand, donde el control y la explotación estarían en el centro de una dura disputa entre fuerzas estadounidenses y británicas. 

El oleoducto transafgano.

Muchos estimaron que la verdadera motivación que llevó a los Estados Unidos a invadir Afganistán en 2001 estuvo relacionada con el oleoducto transafgano.

El proyecto de construir una conducción de 1.680 kilómetros de largo para transportar gas de Dauletabad, en Turkmenistán, hasta Pakistán a través de Afganistán occidental -Herat y Kandahar- se inició en 1996 por la compañía petrolífera estadounidense Unocal, para la que trabajaba el actual presidente afgano Hamid Karzai, en cooperación con el régimen talibán (en 1996, Unocal abrió una oficina en Kandahar y el año siguiente miembros del gobierno talibán fueron recibidos en EEUU).

La idea fue abandonada a finales de los años 90 a la espera de que "la situación política y militar en Afganistán mejore (fuente: EIA, diciembre de 2000).

Dada la imposibilidad de abrir el corredor sur de Asia, Occidente optó por el del Cáucaso meridional, y en 2006 se inaugura un gasoducto que transporta gas de Turkmenistán a Turquía a través del Mar Caspio, Azerbaiyán y Georgia, y que a partir de 2015 se conectará al gasoducto Nabuco. El proyecto de gasoducto transafgano, sin embargo, no se abandonó.

Los tres países involucrados volvieron a estudiar la cuestión, a partir de 2002, y en abril de 2008 firmaron un acuerdo con India, que prevé la apertura del oleoducto en 2018.

 Para financiar el proyecto, esto es 7.600 millones de dólares, se cuenta con el Banco Asiático de Desarrollo, que cuenta con Estados Unidos y Japón como los principales accionistas.

 Especialistas consideran que parece arriesgado identificar con este proyecto –de muy difícil realización y superado por otras rutas– el motivo de la continua ocupación de Afganistán por los occidentales.

 La ubicación estratégica.

Al volcarnos a la justificación de la invasión por cuestiones estratégicas, debemos apuntar que Afganistán se encuentra en el corazón del continente asiático, en una posición estratégica que permite a quien controle el país monitorear de cerca todas las potencias nucleares de la región: China, Rusia, India y Pakistán; y completar el cerco de Irán, país que en caso de guerra con EE. UU. Se enfrentaría a un ataque por dos frentes: Irak y Afganistán.

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Sin embargo, según muchos analistas militares, la voluntad estadounidense de controlar Afganistán debe leerse, sobre todo, en clave de contraposición a China, considerada por el Pentágono como la mayor amenaza potencial a la hegemonía militar y económica mundial de Estados Unidos no sólo en Asia sino también en el Oriente Próximo, África y América Latina.

Una amenaza que se hizo más real después de la creación en junio de 2001, de la alianza político-militar liderada por China: la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que reúne a China, Rusia, las repúblicas de Asia Central, y pronto, tal vez incluso Irán. Y que, en el futuro, dada su integración gradual con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la alianza político-militar liderada por Rusia, podría extender su influencia hasta Europa oriental (Belarús) y el Cáucaso (Armenia), convirtiéndose, a todos los efectos, en una alianza contrapuesta a una OTAN liderada por EEUU.

Está claro que un Afganistán bajo control yanqui es una espina en el costado de China, en particular por su proximidad a Xinjiang, una región riquísima en petróleo y desestabilizada por el nacionalismo uigur (tradicionalmente sostenido por la CIA).

 La importancia geoestratégica de Afganistán no puede ser negada y ha desempeñado ciertamente un papel importante en la decisión de EE. UU. De ocupar el país y establecer bases militares permanente.

 El negocio de las drogas.

Pero quizás detrás de la guerra en Afganistán se escondan intereses aún mayores y más inconfesables: los relacionados con el control del tráfico mundial de heroína, uno de los negocios más rentables del planeta, con un volumen de negocio anual estimado en alrededor de 150 mil millones de dólares por año.

En el futuro cercano aportaremos datos acerca de cómo Estados Unidos está “trasladando droga desde sus bases en Afganistán. Por ahora sólo trasladaremos la opinión de especialistas, quienes se atreven a señalar que “No es ningún secreto que el auge en la producción de opio y heroína en los años 70, en el llamado Triángulo de Oro (Laos, Birmania, Camboya), fue dirigido por la CIA, que con el producto de las operaciones de tráfico de drogas financiaba sus operaciones anticomunistas del Sudeste Asiático”.

“El mismo sistema –igualmente bien conocido según los mismos gargantas profundas-fue adoptado por la CIA en los años 80 en América Latina, para financiar, con el producto de la cocaína, la guerrilla antisandinista de la Contra en Nicaragua, y en Afganistán, con los ingresos de la heroína, la resistencia antisoviética de los mujaheddin”.

 En Afganistán, el negocio continuó también en los años 90 y se incrementó con la llegada al poder de los talibanes, con el conocido respaldo de la CIA. Hasta 2000, cuando el Muláh Omar, a fin de obtener apoyo internacional para su régimen, decidió prohibir la producción de opio, que en 2001 cayó a niveles cercanos a cero.

Una producción que en el Afganistán »liberado» y controlado por los militares y los servicios secretos de EEUU se reanudo a pleno ritmo desde 2002 (cuando los talibanes aún no habían regresado) pulverizó todos los récords históricos y transformó en pocos años este país de Asia meridional en el principal productor de heroína del mundo, esto es 93 por ciento de la producción mundial. Una situación que las fuerzas de EE. UU. Presentes en Afganistán se han negado sistemáticamente a afrontar, afirmando que éste "no era su trabajo" y dejándolo en manos del gobierno títere de Kabul.

 Según un número cada vez mayor y más heterogéneo de expertos y de personas bien informadas, la CIA habría subcontratado la producción y el procesamiento de la heroína al narco-Estado encabezado por Karzai, protegiendo por su parte las rutas de evacuación por vía terrestre (Pakistán, Irán y Tayikistán). Ese mismo narco-Estado gestionó, según los trascendidos, directamente los despachos por vía aérea hacia el exterior.

 El general ruso Mahmut Gareev, ex comandante de las tropas soviéticas en Afganistán, manifestó a Russia Today: "Los estadounidenses no hacen nada contra la producción de droga en Afganistán porque les proporciona, por lo menos, 50 mil millones de dólares al año. No es un misterio que los estadounidenses transportan la droga en sus aeronaves militares al extranjero".

El periodista estadounidense Dave Gibson, de NewsMax, citó una fuente anónima de los servicios de inteligencia de EE. UU. Al afirmar que "la CIA siempre ha estado involucrada en el tráfico mundial de drogas, y en Afganistán simplemente llevan a cabo su negocio favorito, como hicieron durante la guerra de Vietnam."

En ese sentido, Según una investigación realizada por el canal de televisión ruso Vesti, la heroína afgana sale de Afganistán a bordo de aviones estadounidenses de carga militar directamente desde las bases de Ganci en Kirguistán, y de Inchirlik, en Turquía.

Según ha escrito en The Guardian el periodista afgano Nushin Arbabzadah, a menudo oculta en ataúdes de los militares de EE. UU., llenos de droga en lugar de cadáveres. »Creo que es posible que esto suceda, aunque no puedo intentarlo», comentó diplomáticamente el embajador ruso en Kabul, Zamir Kabulov.

El periodista ruso Arkadi Gubnov, de Vremya Novostei, haciendo pública una información proporcionada por una fuente de los servicios secretos afganos, ha escrito "el 85 por ciento de toda la droga producidas en Afganistán se transporta al exterior por medio de la aviación estadounidense."

 El economista ruso Mikhail Khazin dijo en una entrevista que "los estadounidenses están trabajando duro para mantener el tráfico de estupefacientes en Afganistán a través de las garantías de seguridad que la CIA da a los traficantes locales de drogas."

"Estados Unidos no se opone al narcotráfico afgano para no socavar la estabilidad de un gobierno apoyado por los principales traficantes de drogas en el país, empezando por el hermano de Karzai", escribe el famoso periodista norteamericano Eric Margolis en el Huffington Post.

"Lo sucedido en el pasado en Indochina y América Central indica que la CIA podría estar implicada en el tráfico de drogas afganas en mayor medida que la que ya sabemos.

En ambos casos, los aviones de la CIA transportaban drogas al extranjero en nombre de sus aliados locales, y lo mismo podría ocurrir en Afganistán. Cuando la historia de la guerra se haya escrito, la sórdida participación de Washington en el tráfico de heroína afgana será uno de los capítulos más vergonzosos."

 ¿Narcodólares para salvar bancos?

No podemos dejar de citar a Antonio María Costa, director general de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), en una entrevista al semanario austríaco Profil medio en el que declaró: »El narcotráfico es la única industria en crecimiento. Las ganancias son reinvertidas sólo en parte en actividades ilegales, el resto del dinero se coloca en la economía legal mediante operaciones de blanqueo. No sabemos cuánto, pero el volumen es impresionante. Esto significa la entrada de capital de inversión. Hay indicios de que estos fondos también acabaron en el sector financiero, que está bajo presión evidente desde la segunda mitad del año pasado. 

“El dinero del tráfico de drogas es actualmente el único capital líquido disponible para inversión. En la segunda mitad de 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario, de ahí que este capital en efectivo se haya convertido en un factor importante. Parece que los préstamos bancarios han sido financiados con dinero que proviene del narcotráfico y otras actividades ilegales. Es, obviamente, difícil de probar, pero hay indicios de que algunos bancos se han salvado por estos medios." (Jackemate.com)

 

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