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El asedio a Bagdad no resultó ser el previsto. La defensa iraquí equivocó sus presupuestos de defensa de esa ciudad, mientras que el Reino Unido efectuó una evaluación que le permitió  provocar lo que en definitiva resultó ser la caída irremediable del corazón militar iraquí

La invasión de Irak, entre el 20 de marzo y el 1º de mayo de 2003, fue llevada a cabo por una coalición de países, encabezada por Estados Unidos, Inglaterra, España, Australia y Polonia, aunque es necesario apuntar que otros países se involucraron en la fase de ocupación posterior. La ocupación territorial marcó el inicio de la guerra de Irak.

El ex presidente de Estados Unidos George W. Bush señaló que la razón primigenia de tomar la decisión de invadir territorio iraquí era la de “desarmar a Irak de armas de destrucción masiva (ADM), las mismas que hoy por hoy –marzo de 2018-, dice poseer Corea del Norte.

La tarde soleada comenzaba a caer en la penumbra cuando el alto mando iraquí tomó la decisión –irrevocable- de conformar dos anillos defensivos en torno a la ciudad, utilizando para ello a sus mejores hombres para el combate: la Guardia Republicana.

La División Medina fue instalada al sur de Bagdad para enfrentar a las fuerzas de Estados Unidos, mientras que la Hammurabi se decidió desplegarla en el norte  para contener el previsible ataque kurdo.

La inteligencia inglesa había logrado determinar, tras un meticuloso trabajo de inteligencia que cada  División iraquí estaba conformada con 10 mil soldados, 200 tanques T-72, 200 blindados BMP-2, 50 cañones Howitzer GH-45 y artillería ligera.

La soldadesca defensora había cumplido, para ese momento, con la tarea de cavar  trincheras en la periferia de la ciudad, mientras que los vehículos blindados  habían sido colocados en garajes y zonas arboladas para que estuvieran protegidos ante la posibilidad cierta de ataque aéreos e, incluso, los generales iraquíes habían ordenado  provocar incendios para dificultar la visibilidad de los aviones y de los satélites.

La suposición del alto mando era que los invasores de la capital  combatirían edificio por edificio, casa por casa, pero lo previsto no ocurrió.

 Los pretendientes a tomar Bagdad  no encontraron oposición  cuando se enfrentaron a los anillos defensivos.

Quizás, ello no ocurrió debido a los previos bombardeos estadounidenses contra las líneas iraquíes y –paralelamente-, a la deserción masiva de las tropas de Irak.

Una alternativa que los generales ingleses y yanquis advirtieron, era que los comandantes defensores habían recibido la orden de retirar a sus soldados para  que se mezclaran  con la población a los fines de iniciar una guerra de guerrillas, ya previamente organizada.

Ante la evidente desarticulación de la defensa iraquí terminó por caer el aeropuerto capitalino en manos de la entente”, luego que se produjeran combates por un breve lapso, donde fue dejado fuera de combate un  A-10 Thumderbolt estadounidense.

Los norteamericanos no esperaron para  realizar operativos de “tanteo” con columnas de blindados  por las calles y angostas callejuelas de Bagdad y luego se decidió  ingresar en la capital en bloque para captura la capital el 1º de abril de 2003.

Ben Barry, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos  (IISS) de Londres, quien en su momento efectuó una evaluación sistémica del enfrentamiento, informó a la inteligencia inglesa que los combates  no concluyeron con la toma de Bagdad  y dio como ejemplo que el 7 de abril,  un F -15 Eagle fue derribado en Tikrit, falleciendo los dos pilotos.

La coalición militar perdió 173 soldados y 542 resultaron con heridas, mientras que se desconocen las pérdidas de vidas sufridas  por las fuerzas armadas iraquíes, estimadas entre 4000 y 6000.

 

Sin embargo, la resistencia  iraquí  prolongó en el tiempo la ocupación del país, pero la misma sostiene que “la guerra aún no terminó”.

La post invasión

El 22 de octubre de 2010 la página Wikileaks hizo púbicos los documentos relacionados con la guerra de Irak en los que se expusieron 391.832 del Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre el conflicto bélico y su ocupación entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2009.

Allí se revelan, entre otros temas, el uso sistemático de torturas, la cifra de 109.032 muertos, de los que 66.081 fueron civiles, el 63 por ciento; 23.984 enemigos “insurgentes”; 15.196 del gobierno iraquí y 3.771 resultaron ser muertos “amigos” (fuerzas de la coalición).

Cada día – promedio-, murieron 31 civiles, en un período de seis años.

Vale puntualizar  que las fuerzas militares inglesas participaron en Irak a instancia del ex primer ministro laborista Tony Blair, quien  debió hacerse responsable también de la decisión de la participación inglesa en Afganistán, conflictos que derivaron en la pérdida de 600 soldados ingleses.

Barry, vale subrayarlo, se sintió privilegiado cuando se lo comisionó para escribir el informe  post invasión  para evaluar las lecciones aprendidas en el conflicto de Irak y en razón de ello incluyó el análisis de la totalidad de los informes realizados luego de la operación llevada adelante por el ejército, a lo que sumó cientos de entrevistas personales y su asistencia a reuniones con  100 oficiales de alto rango.

Conclusiones

Las inferencias a las que llegó resultaron incómodas. En ese sentido el analista debió referir la incapacidad del Reino Unido para lograr un impacto positivo en la vida de los iraquíes en la ciudad de Basora, el fracaso en encontrar armas de destrucción masiva y el incremento de víctimas  que erosionó el apoyo público, tanto de iraquíes como de ingleses, produciendo ello un impacto estratégico en el Ministerio de Defensa de esa época.  

En ese sentido dicho Ministerio, al decidir Washington  enviar oleadas de tropas a Irak (2007), los británicos se negaron a la convocatoria y Estados Unidos entonces decidió  “separar”  su estrategia de la inglesa.

Esto último permitió salvar la vida a ingleses en el frente, pero debilitó su estrategia general, al punto tal que  dio lugar a que casi fracasara cuando los iraquíes  condujeron, en el marco del Operativo Pascua 2008, el Ejército Mahdi de Basora, que se conoció en el mundo militar como Operación  de Carga de los Caballeros, la que como resultante  produjo un daño fundamental en su reputación con los militares norteamericanos e, incluso, iraquíes.

El estudioso de las decisiones militares  que nos ocupa  también criticó la eficacia  del liderazgo de Blair y sus errores de conducción política de la guerra ya que entendió Ben Barry que el primer ministro no puso suficiente energía personal, restó rigor a la formulación, ejecución, evaluación y ajuste de la estrategia, deviniendo esta postura  en fallas de oficiales militares británicos, funcionarios públicos, profesionales e, incluso agentes de inteligencia.

Los misiles Brimstone

Para el  ex brigadier Ben Barry, un papel muy importante en la guera contra Irak lo cumplieron  los misiles Brimstone, “que pueden ser transportados por cazas rápidos a muy alta velocidad” .

Barry puntualizó que  el Brimstone  es un misil muy preciso, que puede seguir vehículos e incluso motocicletas.  Además, “tiene una ojiva de bajo rendimiento, que reduce a mínimos los daños colaterales y civiles”, agregó.

Malcolm Chalmers, quien participó como  analista del centro de análisis militar Royal United Services Institute  (Rusi), estimó que la intervención en Irak  “fue  importante desde lo simbólico , pero no transformador. El Reino Unido quiso dejar claro que es una de las potencias importantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)”.

Hay que dejar claro que a finales del 2014, la Cámara de los Comunes autorizó bombardeos contra posiciones del EI en Irak pero no en Siria.

Es fundamental recordar que el  ex presidente Barack Obama autorizó el envío de un contingente de las Fuerzas Operativas Especiales, que se unió  a los esfuerzos contra el EI de EE.UU., que lidera una coalición internacional con bombardeos desde el aire para facilitar el avance de los aliados occidentales sobre el terreno.

Antecedentes

Es necesario recalcar que para esta columna se tuvo acceso al análisis bélico de Ben Barry por la calidad profesional de sus  antecedentes.

Barry abandonó el Ejército Británico en octubre de 2010. Se graduó de Sandhurst, más precisamente en la Escuela de Estado Mayor del Ejército, realizó el el Curso de Comando común superior y del personal y el Real Colegio de Estudios de Defensa.

Comandó como oficial de infantería, tropas en todos los rangos de teniente a general de brigada y en cada función infantería británica, aparte de paracaídas. Acrecentó su experiencia en  Irlanda del Norte, dos en las citas de inteligencia, soldado de la Guerra Fría en Alemania y Berlín, así como  en Francia, Portugal, Canadá y Hong Kong.

 Comandó operaciones de primera línea en Bosnia bajo las dos banderas de la ONU y de la OTAN y condujo el trabajo diplomático  de Defensa de los países de la OTAN, Asia Central y Oriente Medio.

Ha sido responsable de la evaluación de las capacidades futuras a través de las fuerzas del Reino Unido, y finalmente como Jefe de MOD para  diseñar y luego implementar la reducción y racionalización de la misma. Su última cita fue líder análisis de las lecciones de la campaña de Irak del ejército británico. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

 

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