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En principio el objetivo básico era lograr que un ser humano caminara en la superficie lunar, verificara la existencia de vida, o no,  y obtuviera materiales de la misma. El segundo sueño a cumplir tenía que ver con colocar una nave terrena en la superficie marciana para realizar sobre ella análisis biológicos, a los fines de detectar vida y un tercer plan buscaba instalar bases, tanto en la Luna como en Marte para utilizarlas como trampolín al espacio exterior

El habitante de nuestra casa global sólo conoce lo que la NASA quiere que se sepa, ya que hay otros propósitos sobre los que mantiene un minucioso silencio. En esta columna intentamos correr el velo de uno de los temas que se manipulan  en las sombras.

En este último sentido podemos mencionar la construcción de bases militares en la Luna, el control militar del espacio para dominar militarmente desde el cosmos a nuestro planeta, la formación de un cuerpo militar secreto, paralelo al que todo el mundo conoce y los contactos con seres no originarios de la Tierra, como lo denunciara públicamente un ministro de Canadá, de reconocido prestigio internacional.

Objetivo cumplido

La primera de las finalidades a lograr fue cumplida con la misión tripulada Apolo 11, enviada al espacio el 16 de julio de 1969, la que alunizó el 20 de julio de ese año y al día siguiente dos astronautas, Neil Armstrong (38) y Edwin E. “Buzz” Aldrin (39)  caminaron en el Mar de la Tranquilidad de la Luna, a las 2.56, de la hora internacional, tras llegar  impulsados por el cohete Saturno V, desde la plataforma LC 39 A del Complejo de Cabo Kennedy, en Florida, EEUU, siendo oficialmente conocida la misión como AS-506. Michael Collins (38) piloteó el módulo de mando.

El avance científico alcanzado se  retransmitió desde el Observatorio Parkes, cercano a Camberra (Australia) con apoyo del MDSCC, en Robledo de Chavela (Madrid), perteneciente a la Red del Espacio Profundo y  el 24 de julio los astronautas amerizaron en el Océano Pacífico.  

Es fácil decirlo: Lograr como especie descender en la superficie de Marte es otra cosa. Hasta enviamos sondas más allá del Sistema Solar. Incluso logramos permanecer en el espacio gracias al desarrollo de la Estación Espacial Internacional, mediante el envío constante de naves tripuladas.

El espacio se expande en lo atinente a su superficie y los astronautas  son reabastecidos con alimentos, agua y con nuevas dotaciones de científicos que se envían  por medio de transbordador espacial.

Muertes  en la carrera espacial

El 18 de enero de 1986 sucedió un episodio que los astronautas no olvidarán. El sello de una de las juntas de uno de  los cohetes aceleradores del transbordador falló en el despegue y como resultante se produjo una rotura del tanque del  gas externo. Enormes fuerzas aerodinámicas ampliaron la rotura y se produjo una falla catastrófica que derivó en la muerte de la los siete tripulantes.

Ello hizo que las empresas contratistas de la NASA reconsideraran la manera de viajar al espacio y ese fue el momento en que se vio afectado -como si hubieran recibido un golpe directo-, un presunto grupo secreto que trabajaba en el área de investigación espacial. El New York Times, por ese entonces, publicó un artículo que sorprendió a los entendidos en el tema.

Tres años más tarde

El  mismo diario, en 1989, dio a conocer un informe en el que se indicaba  que los norteamericanos tenían un grupo de 32 astronautas, entrenados por el Ejército,  en una base de la Fuerza Aérea, con un presupuesto millonario, desarrollando su labor fuera del programa espacial oficial de la NASA. 

Nos dicen que los astronautas “paralelos” recibían órdenes de científicos que tenían como finalidad  enviar  naves al espacio para cumplir misiones secretas de tinte militar, sin que los investigadores “oficiales” lo supieran. La “desprolijidad” tuvo como consecuencia la cancelación parcial del programa, aunque la NASA tenía entendido que el cierre había sido total.

Viajar al pasado

Para continuar explicitando  esta misteriosa situación, deberá el lector ingresar con quien esto escribe en un ficticio “túnel del tiempo” para viajar al 26 de julio de 1947.

Deberá el lector hacer un esfuerzo adicional: Tendrá que considerar que en esa fecha  hacía tres semanas que había sucedido el denominado “Caso Roswell”. En esa ciudad norteamericana había caído una nave presuntamente extraterrestre y habían sido hallados varios seres del espacio exterior en su interior, los que habían sido trasladados a una base militar.

Casualmente, por ese tiempo,  el presidente los Estados Unidos, Harry Truman, firmaba la Ley de Seguridad Nacional, que llevó a la creación de la CIA  y el Consejo Nacional de Seguridad, así como una Fuerza Aérea independiente del Ministerio de Defensa.

 Días antes que esto último sucediera, un general de cuatro estrellas preparó un memorándum para preparar la escena sobre la historia que los ufólogos aún dicen que continúa.

El  memo y saltos en el tiempo

Ese memorándum dice que las naves extraterrestres son reales y que responden al control de seres inteligentes. Es más, el documento  indica que esas naves se ven en las cercanías de establecimientos militares, particularmente de instalaciones nucleares. El escrito finalmente  recomienda invertir en tecnología. Pero una cosa es urdir un plan y otra cosa es concretarlo.

Hagamos otro salto en el tiempo para encontrarnos con una fuerza aérea estadounidense que logra desarrollar varios prototipos de naves espaciales. Entre ellas una que es denominada X 20. 

No hay que confundirse. Esta no es una columna que deba ser considerada como  una historia de ciencia ficción.

El X 20 logrado es similar al transbordador que puede verse en televisión. Puede recorrer la órbita del planeta Tierra, a la velocidad de un misil balístico intercontinental,  puede aterrizar en un campo aéreo, en lugar de un paracaídas o en el océano, como las cápsulas de la NASA y puede actuar como saboteador de otras naves. Su costo habría alcanzado los 5.500 millones de dólares para su desarrollo.

Sus creadores sostenían que el X20 podía ir al espacio a detectar naves enemigas, atacar otros países y hacer trabajos de exploración con una amplia capacidad  de defensa.

La realidad fue otra: El X20 estaba  plagado de problemas en su desarrollo y el secretario de Defensa Robert Mc Namara, para disimular la catástrofe declaró  que “la nave no tenía ningún objetivo real para su vuelo en órbita. Admitió que  no se podía construir el avión” y  que el proyecto finalmente había sido descartado.

Eran muchos y parió la abuela

El gobierno norteamericano, a todo esto, no había tocado fondo: En el 2001, un hacker del Reino Unido obtuvo evidencia sobre algo que él pensaba no existía.

Dijo el hacker haber ingresado en las computadoras de la NASA para descubrir mucho más de lo que buscaba. Un año más tarde el experto informático  dijo haber tenido, en ese caso, el acceso a un grupo de más de 50 computadoras, incluidas las bases secretas de la NASA.

Él señaló que encontró “una lista de oficiales no terrestres de la Fuerza Aérea de EEUU y fotografías de naves”. No sólo descubrió –según sus dichos-, que los extraterrestres eran reales, sino que también existía una fuerza aérea secreta,  que contaba con personal militar que estaba en el espacio.

¿Encubrimiento?

El hacker encontró lo que creyó eran nombres de naves y determinó que la NASA estaría abocada a cumplir con un gran encubrimiento. Incluso detectó el nombre de un sujeto que formaba parte del Majestic 12, un organismo súper secreto encargado de esconder el secreto OVNI del público y de manipular toda la situación a nivel mundial. Creer o reventar.

Para los menos avisados debemos decir que el Majestic 12 (abreviado  como MJ 12) según afirman los seguidores del fenómeno OVNI, es un presunto comité secreto de científicos, líderes militares y oficiales del gobierno que actuaban bajo las órdenes del presidente Truman.

Obviamente el gobierno estadounidense lo negó y niega terminantemente cada vez que puede. Incluso el FBI apoya la falsedad de los documentos que hablan de la formación de Majestic.

A su vez los ufólogos  insisten en que al formar parte del gobierno, el FBI no admitirá jamás la conformación de la organización.

Los presuntos miembros del Majestic 12 eran: Almirante Roscoe H. Hillenkoetter, doctor Vannevar Bush, James Forrestal (sustituido después de su muerte por el general Walter Bedell Smith), Nathan Twining, general Hoyt Vandenberg, doctor Detlev Bronk, doctor Jerome Hunsaker, almirante Sidney Souers, Gordon Gray, doctor Donald Menzel,  general Robert Montague y el Doctor Lloyd Berkener

Llegamos al plato principal

Como en toda  comida que se precie de primer nivel, hay un plato principal y en este caso tiene un nombre: X 37 B.

Para comenzar a referirnos a esa nave debemos retroceder al 7 de abril de 2006. Ese año el Boeing X37 B (Orbital Test Vehicle) se lanza al espacio por primera vez y sin tripulación, hecha a escala (120 por ciento) del prototipo X-40 A, reutilizable de la Base Edwards.

Tiene 32 metros de alto y 9 de largo y un parecido asombroso con el transbordador espacial, pero en miniatura.

En marzo de 2011 efectuó el segundo viaje al espacio y estuvo en el mismo por el lapso de 15 meses. En octubre de 2014 se anunció su regreso del tercer viaje, mientras que el cuarto lanzamiento se produjo el 20 de mayo de 2015. Aún está en curso. 

Los primeros planes se habrían originado en 1999 en la NASA y los resultados logrados se transfirieron al Departamento de Defensa de los Estados Unidos en 2004.

Se especula con que la NASA avanzó  sobre el proyecto X37B durante décadas con el propósito de hacerlo valer ante la posibilidad de la generación de crecientes hostilidades como  un elemento avanzado de defensa.

La Central de Inteligencia Americana  terminó por admitir que con el proyecto X37 B realizó una actividad secreta, mientras que  la Fuerza Aérea yanqui sólo se limitó a puntualizar que  está trabajando en pruebas que permitirá utilizar piezas reutilizables en su sistema de defensa en el espacio exterior.

En una segunda declaración indicó que la nave es un modelo pequeño de transporte de fuerzas militares al espacio.

Lo que sí se pudo establecer  en el 2014, es que una nave regresó luego de un viaje de 637 días en el espacio exterior y no pudo conocerse  la motivación central de la misión y las tareas que se realizaron en la estratósfera.

Sólo se conocieron, en base a fuentes que se negaron a ser identificadas, que el X37B puede llegar a la Luna y aún más lejos. Nick Pope, ministro de Defensa del Reino Unido hasta el 2006 habría especulado con que EEUU esté desarrollando bases secretas fuera de nuestro planeta y para ello utiliza la nave que nos ocupa para  hacer estudios preliminares  para establecer el primer asentamiento.

Proyecto Horizonte

Vale decir que a finales de la década del 50 la Fuerza Aérea estadounidense diseñó el Proyecto Horizonte que precisamente tenía que ver con la instalación del tipo de base a la que nos referimos en la superficie selenita.

De allí se pretendía, como parece ser en la actualidad, hacer funcionar una base cuya motivación básica es explorar el espacio exterior. El Proyecto Horizonte no se materializó, pero hoy la historia  puede revertirse.

Se espera que el X37 B pueda llegar a operar  en un rango de velocidades de Mach 25 en la reentrada desde el espacio exterior, gracias al mejoramiento logrado  en el sistema de protección térmica, el sistema de guía autónomo y una estructura mecánica avanzada. 

El motor es el AR 2/3 de Pratt & Whitney Rocketdyne que funciona en base al combustible peróxido de hidrógeno y J P -8.

Dos aclaraciones finales

La primera tiene que ver con el lanzamiento del X37 B: La nave iba a ser dirigida al espacio desde  la bodega de carga del transbordador  espacial, pero luego del accidente del Columbia se transfirió a un cohete Delta II 7920 y, posteriormente, fue derivado al cohete Atlas V ante la duda surgida respecto de la aerodinámica  de la nave espacial durante el lanzamiento.

La última aclaración tiene que ver con China cuyas fuentes militares  hicieron saber a los yanquis que “el vuelo podría desencadenar una carrera armamentística espacial”.  (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo

 

 

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