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Nicolás Maduro optó por el autogolpe.Tomó la inexcusable decisión para profundizar una tiranía insoportable mediante la aplicación de una constitución a medida, trasuntada a través de la Asamblea Nacional Constituyente, la que ha sido buscada obsesivamente por él y por sus adláteres para vivir como reyes a costillas de mujeres, hombres, jóvenes y niños sufrientes y dejados a su suerte

 La decisión referida, sin duda, va a complicar el futuro venezolano en el que los incidentes con resultado de muerte pueden convertirse en el pan de cada día, debido a que los enfrentamientos entre el oficialismo armado  y la oposición desarmada recién se inicia.

  Ya Maduro  sembró en territorio venezolano  más de 120 cadáveres en las calles, incontables presos políticos y denuncias contra su gestión  por torturas y ejecuciones, en algunos casos filmados con celulares.

 En esta columna  nos estamos refiriendo a un Maduro  a quien los psiquiatras consideran un psicótico delirante, convencido de que  lo que hace es lo que corresponde, aunque demuestre en cada acto un dejo de presunta locura incipiente.

 No casualmente, como todos los paranoides, vive aislado y necesitado de construir un relato  social y político que lo justifique. Nicolás pasa cada día perdiendo contacto con la realidad, creyéndose que se da cuenta de hechos que los otros ni siquiera advierten.   

 Cada 24 horas son más los que consideran a su gestión  como una muestra  circense y tiránica  del poder en la que la vida dejó de tener valor y en la que los actos gubernamentales son sinónimo de hambre, enfermedad, pobreza, desocupación y desesperación por sobrevivir para  poder construir futuro. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo

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