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Por Ricardo Marconi (*)

Como en todas las oportunidades en que se ingresa en un conflicto bélico –como el que se está desarrollando entre Rusia y Ucrania-, a su término, los derrotados, se ven en la necesidad de efectuar un escrupuloso análisis del descalabro sufrido. Y en el caso del enfrentamiento entre la Organización del Atlántico Norte –OTAN- y los talibanes en Afganistán, se hizo lo propio por parte de los contendientes mencionados en primer término.

Es evidente que la Coalición no logró desmantelar y menos destruir a los talibanes en las zonas sur y este de Afganistán. Quedó demostrado que resultó extremadamente dificultoso eliminar en combates directos o a través de la captura a insurgentes en áreas remotas, ya que las zonas tribales fueron un elemento extra difícil de dominar, aun teniendo en cuenta que se le brindó asistencia social y económica a la población más necesitada.

En sucesivas columnas, en su momento, hemos brindado la más minuciosa información posible sobre la actividad de inteligencia local. La misma sirvió para salvar miles de vidas, pero no fue suficiente, a pesar que se enfrentó a la guerrilla en sectores fronterizos y se eligió a miembros destacados de las tribus, a los que se denominó “Khassadores” para reclutar militares pagos o reunir datos que permitieran controlar las zonas más difíciles.

Controles pagos 

Es más, los ingleses tomaron bajo su control zonas específicas y pagaban por los servicios bajo la atenta mirada de agentes de inteligencia y políticos ingleses. Pero no fue suficiente.

El programa fue relativamente exitoso respecto a asuntos rutinarios, aunque rentable. Los agentes no siempre podían solucionar grandes desacuerdos, disputas tribales o diferencias con el gobierno central. No se logró el resultado esperado en el aspecto fundamental: contrarrestar la insurgencia.

Programas de Reconstrucción Provisional 

Así se denominaba a los grupos construidos por la Coalición para lograr una reconstrucción social y económica tras la ocupación militar de Afganistán.

Soldados norteamericanos arriaron su bandera, y es señal de una nueva derrota norteamericana

En su momento ese mecanismo fue considerado como un paso revolucionario en el que se combinaba la seguridad territorial y la acción civil para facilitar un desarrollo regional prácticamente inexistente hasta ese momento, siendo central para ese cometido conformar una unidad de mando con un esfuerzo centralizado.

Los PRT tenían por objetivo básico asumir funciones específicas en la frontera afgana y estaba previsto que los caudillos regionales tomaran bajo su responsabilidad, a su vez, un papel fundamental en lo atinente a la seguridad regional, así como en lo concerniente al incremento de la estabilidad afgana.

Las fuerzas de la Coalición entendían que el gobierno central afgano debía suministrar elementos básicos que permitieran consolidar servicios que habitualmente no proporcionaba y que, además, debía trabajar para lograr mayor seguridad en todo el país a través del aumento de la seguridad mediante el entrenamiento de efectivos de la policía local.

Necesidad de un reemplazo gradual 

Ello debía ser así, ya que las fuerzas militares debían ser reemplazadas gradualmente por fuerzas de seguridad locales, resolviendo crímenes contra civiles y actuando en investigaciones en general o indagando sobre abusos a los derechos humanos.

Los oficiales de enlace estadounidenses tenían órdenes de desarrollar relaciones con los líderes regionales y con los caudillos, a la vez que debían vigilar su comportamiento y aportar, por ejemplo, médicos, dentistas y técnicos de distintas áreas del campo de la salud, ya que había territorios sin infraestructura básica que aprovechaban los talibanes para apoderarse de territorios sin control.

También los PRT debían satisfacer necesidades básicas educativas en toda la denominada Provincia de la Frontera Noroeste. Ello fue muy bien recibido por los miembros de las tribus y esto permitió que, en principio, se contrarrestara la resistencia, el fanatismo volcado a la resistencia armada, y una sensibilidad extrema a las influencias morales.

Reconstrucción para el futuro   

Mientras lo indicado era volcado en el terreno tribal, en el territorio central y en el campo internacional a través de los representantes de la cúpula del Departamento de Estado de Estados Unidos y sus equivalentes de la Coalición, trabajaban en lo que concernía a la reconstrucción con una mirada de dos años hacia el futuro, proveyendo experiencia obtenida de otros conflictos y continuidad.

Así se logró la integración de un Equipo de Reconstrucción Provisional con base en el Ministerio de Defensa norteamericano, ya que los soldados proporcionaban asistencia humanitaria, por ejemplo, en las afueras de la ciudad de Bagram, donde las mujeres eran las más beneficiadas.

Los afganos sabían que, si los PRT eran atacados y destruidos por los talibanes, perdían toda la asistencia y era por ello que los civiles advertían sobre los posibles ataques talibanes y de Al Qaeda.

También veían los civiles que los afganos más capacitados en la Academia Afgana de Servicio Civil, iban tomando los puestos, en las provincias, que dejaban los militares que volvían a sus funciones específicas.

Otra etapa 

En una de las etapas progresivas de trabajo, los PRT debían reclutar personal retirado con experiencia técnicas o conocimientos “únicos” por los que se les pagaban altas remuneraciones.

A otros civiles se los adiestraba en tareas específicas y luego eran derivados a distintos destinos en el interior profundo de Afganistán como asesores de gobernadores provinciales o hasta para apoyar operaciones tácticas en el sur afgano.

A otros habitantes se les enseñaban tareas docentes, con complementos técnicos relacionados con asesorías a gobernantes. La falta de educación en Afganistán era profunda, fundamentalmente en idiomas occidentales y ello era necesario para que asistieran a funcionarios locales en destinos cívicos e incluso militares o policiales.

Los británicos tenían bajo su control a seis distritos administrativos y utilizaba para ello la labor de subcomisionados, muchos de los cuales habían obtenido mucha experiencia militar en India. Alrededor de 4.600 Khassadores patrullaban el distrito de Waziristán bajo las órdenes de un comisario civil.

Los millones de dólares de la droga    

A pesar de todo ese esfuerzo mantenido en el tiempo, ante la revuelta talibán, los jefes tribales se unieron en gran medida a la misma para no perder su mayor entrada económica: Los millones de dólares que mueve la droga.

Los oficiales que actuaban en el terreno debían conocer las costumbres locales para ofrecer muchas oportunidades a la población para alejarla de los talibanes que causaron miles de víctimas mortales y heridos graves, a tal punto que algunos quedaban impedidos físicamente de por vida.

La Coalición y la NATO hicieron, en principio un trabajo prometedor para enfrentar el desafío complejo de establecer un gobierno legítimo y funcional, pero con el tiempo, a pesar de la intervención internacional, renació la guerrilla y el narcotráfico hizo lo propio, convirtiéndose en amenazas significativas para la administración central.

El final ya es por el orbe conocida. Estados Unidos en primer término y la NATO en su conjunto luego, abandonaron a los afganos, llevándose a sus fuerzas terrestres y a sus colaboradores en el terreno para que no fueran eliminados.

Actualmente, los afganos que no acuerdan con el régimen talibán hacen lo imposible por escapar a través de la frontera como pueden y Afganistán volvió a transformarse en un Estado paria sobre el que está en acecho el régimen chino desesperado por ocuparlo económicamente. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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