“Es difícil predecir, en especial si se trata del futuro”, señaló Niels Bohr. Mientras que Alan Davis, un ingeniero que se desempeñó para la NASA durante la misión Apolo XI como encargado de retransmitir hacia el centro espacial de Houston las imágenes que él recibía en su puesto, ubicado en la isla de Antigua denunció la posible existencia de una civilización extraterrena en la Luna
En los primeros segundos de aproximación y del alunizaje de la Apolo XI, la NASA decidió censurar y ocultar al orbe esos instantes de grabación según Davis, ya que lo obtenido en la filmación mostraba evidencias de restos de ruinas milenarias donde, aparentemente, se establecieron formas de vida civilizadas.
El secreto se mantuvo desde 1969, pero el tema, debido al resurgimiento de las propias declaraciones de científico que nos ocupa y de otros trabajadores contratados por la NASA, en ese tiempo, han ido incrementando su fuerza.
Asimismo, un exdirector de dicho organismo espacial, quien se desempeñaba en la sección de Conservación de Fotos, Ken Johnston y el asesor Richard Hoagalnd, revelaron que la NASA posee fotografías con evidentes vestigios humanos en la Luna, captadas en el referido alunizaje del Apolo XI.
Los dos astronautas, que dieron los primeros pasos humanos en suelo lunar, esto es Neil Armstrong y Edwin E. Aldrin, según los aludidos trabajadores, observaron y captaron imágenes de extrañas estructuras sobre la superficie del satélite terrestre durante 14 minutos.
Johnston subrayó, además, que las imágenes publicadas a nivel mundial “no son más que fotos tratadas que han sido editadas para borrar u ocultar evidencias dejadas por las imágenes originales”.
Hay que subrayar que los astronautas habrían hecho una filmación de las ruinas detectadas, la que oficialmente no se dio a conocer y que sólo trascendió gracias a la copia obtenida por un individuo de apellido Rojo.
El hombre seleccionado
Volvamos a Alan Davis, un hombre “seleccionado” entre numerosos ingenieros especializados en comunicaciones para asistir a los astronautas y elegido en 1958 para hacerse cargo de la base de la isla de Antigua.
Era, por ese entonces, considerado por sus pares, como un genio de la electrónica y en comunicaciones, por lo que tuvo especial preponderancia en el Proyecto Apolo XI.
Sus colegas sabían perfectamente que si Davis algo decía, era porque lo tenía documentado, razón por la que se lo designó jefe de Comunicaciones de la NASA.
“El sistema de comunicaciones del Programa Apolo era muy complejo y la señal de recepción fue programada para que se recibiera en la isla de Antigua y, desde allí, mediante un cable submarino se dirigiera a la central de Houston”, afirmó Davis en una de las muy pocas entrevistas que dio.
El circuito comunicacional se generaba en los astronautas, pasaba por el módulo lunar, tras lo cual se dirigía hacia Antigua y desde allí a Houston. “El delay era de 10 segundos”, afirmó Davis.
Copypaste
Un fragmento “trascendental” de la transmisión del Apolo XI, que algunos radioaficionados lograron captar con sus equipos VHF el día de la llegada a la Luna fue el siguiente:
NASA: ¿Qué pasa ahí?, control de la misión llamando a Apolo XI
- Apolo XI: Están aquí, bajo la superficie.
- NASA: ¿Qué está diciendo?
- Apolo XI: “Estos chicos son gigantescos, señor. Enormes!
- ¡Dios mío, usted no lo creería!. ¡Les digo que hay otra nave espacial aquí, situada al otro lado del cráter! ¡Están en la Luna, mirándonos!
- NASA: ¿Qué…? ¿Qué diablos pasa?
- Apolo XI: Estamos los tres aquí. Pero hemos encontrado visitantes…Por las instalaciones, parece que han estado aquí desde hace mucho tiempo…digo que ahí afuera hay aparatos espaciales. Están alineados al otro lado del cráter…
Testigo privilegiado
Sin duda, Davis fue testigo privilegiado de uno de uno de los secretos mejor guardados del gobierno norteamericano. El accedió a imágenes que el público mundial no llegaría a ver de manera directa. Tuvo la visión instantánea y exclusiva, junto al comandante de la nave Neil Armstrong, Michael Collins-piloto del módulo de mando- y Buzz Aldrin, como piloto del módulo lunar, de los restos de una civilización aún desconocida.
En una declaración pública de Davis, formulada tiempo después, el ingeniero estrella de la NASA expresó: “era una civilización -mucho antes de que llegara el Apolo XI-, que existía en la Luna, ya que había ruinas que no podían ser sólo rocas… estaban una sobre las otras…ya que había huecos que podían ser ventanas o puertas, o lo que sea…”
…No era solo un muro. Había varios portales. Uno empezando a un nivel de un metro de superficie, que podrían ser ventanas y otra que bajaba hasta la tierra, un poco más ancha, que también podrían ser consideradas puertas…eran edificios definidos, muy antiguos, con ángulos rectos… y hay vestigios de restos de una arista de construcciones”, amplió Davis.
Vale considerar que la NASA, al momento de concretarse el alunizaje, habría “invitado” a los periodistas que cubrían la información en el comando central de la NASA, “a salir por unos cinco minutos del lugar para “descansar o tomar un refresco”. ¿Qué pasó en ese tiempo?
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Lo cierto es que la filmación del alunizaje se corta antes de concretarse y al regresar la imagen la nave está sobre el terreno.
Entre los hombres de prensa de ese tiempo Davis era considerado un científico bohemio, pero extremadamente inteligente y creíble.
Uno de los componentes de la misión, al pisar y caminar por la Luna tuvo la sensación que calificó de “sexto sentido”, de la presencia escondida de un ser que los estaba mirando…vigilando. Luego encontraron las ruinas.
Al parecer, se mantuvieron también en secreto estricto alrededor de 19 mil fotografías que obtuvo el 8 de setiembre de 1967, la Surveyor 5, de lo que se infiere que los astronautas de la Apolo XI tenían conocimiento de lo que iban a encontrar.
Escape a Sevilla
El ingeniero estrella, quizás impactado por lo sucedido, dejó la NASA y se fue a vivir a Sevilla, su último destino antes de morir ,debido a una dolencia cardíaca.
Más adelante en el tiempo, otros astronautas como Gordon Cooper y Josep Wakers admitieron haber visto en la Luna un objeto con forma de disco en 1962,
“Gota a gota”
En un informe secreto se recomendaba a los científicos y astronautas no divulgar datos sobre vida extraterrestre por el impacto socio-económico-cultural que pudiera tener y, si se decidía dar a conocer, a nivel gubernamental lo contrario, se aconsejaba hacerlo “gota a gota”.
Es más que evidente que lo que sabemos del espacio es una minúscula parte de lo que existe en realidad. Con cada nave enviada al espacio nos encontramos con más misterios que descubrimientos.
Las estructuras en la Luna, que desafían nuestra imaginación, son un ejemplo de ello. Vale preguntarse ¿hay un nivel de conciencia y tecnología en nuestro planeta para absorber adelantos tecnológicos extraterrestres?
Datos poco conocidos
El Apolo XI fue lanzado desde el Complejo de Lanzamiento 39 del Centro Espacial John F. Kennedy, el 16 de julio de 1969, a las 13.32 (9.32 hora local) y Janet, la esposa del comandante y sus dos hijos, observaron la partida desde un yate amarrado en el río Banana.
Por ese entonces el corazón de Armstrong llegó a una velocidad de 110 pulsaciones por minuto. La cápsula era más espaciosa que la que utilizó otros vuelos y ello favoreció que ninguno de los tres astronautas sufriera el síndrome de adaptación espacial.
El módulo lunar “Eagle”, a los tres minutos de iniciar el descenso pasaba sobre los cráteres lunares antes de lo previsto, por lo que el comandante advirtió que alunizaría varios kilómetros más allá del punto establecido.
Aparecieron varias alarmas, entre ellas la “código 1201” cuyo significado desconocían tanto Armstrong como Aldrin. Resultó ser un aviso de la computadora debido a que tenía demasiadas tareas al mismo tiempo.
Aldrin se había puesto a procesar datos innecesarios y la computadora lo alertó. Armstrong, al darse cuenta que alunizarían en una zona poco segura, tomó el control manual de la nave. En el momento del alunizaje quedaba combustible para unos 50 segundos. A las 20.17 una de las tres sondas del Eagle entró en contacto con la superficie lunar.
Armstrong anunció el éxito de la maniobra: “Aquí la Base Tranquilidad. El Eagle alunizó”. El corazón del comandante latía a 150 pulsaciones por minuto.
A todo esto, debido a ciertas ventajas que otorgaba la geografía, la base de Fresnedillas de la Oliva, a pocos kilómetros de la capital española, cumplió un rol especial.
El ingeniero Luis Ruiz de Gopegui, asignado a esa base durante la realización del Programa Apolo, tuvo bajo su responsabilidad el control de la señal de las naves en la base española, las limpió y las retransmitió a Estados Unidos.
Pudo comprobar, entre otros datos, la aceleración del pulso de Neil Armstrong, en el momento del alunizaje.
El tiempo de la misión en su totalidad fue de 195 horas, 18 minutos, 35 segundos, mientras que los astronautas estuvieron en la Luna 21 horas, 36 minutos, 20 segundos. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com