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Por Ricardo Marconi (*)

La contraofensiva ucraniana no está dando los resultados esperados, debido a que los campos minados en el sur de Ucrania son excesivamente densos y los soldados entrenados para liberar el área están avanzando muy lentamente en zonas cercanas a Kiev.

Para colmo, tras vencer esos predios minados, los soldados ucranianos se ven enfrentados a rusos en el interior de fortificaciones y a ataques aéreos, lo que implica que el ataque de los ucranianos se esté midiendo en metros.  El apoyo militar a Ucrania se está tornando muy difícil de sostener en el tiempo si el conflicto perdura. Muchos de los países que están apoyando los esfuerzos de guerra de Ucrania están luchando contra la alta inflación, el aumento de las tasas de interés y el lento crecimiento apuntado.

Por otra parte, los líderes políticos europeos y de la OTAN deben justificar la enorme cantidad de recursos que han invertido cuando sus propios votantes –en el primero de los cados-, luchan para llegar a fin de mes. Eso puede volverse difícil si no hay mucho éxito en el campo de batalla para demostrarlo.

A pesar de lo indicado, el apoyo se sostiene inquebrantable y funcionarios de Ucrania justifican el lento progreso militar, aunque las líneas del frente en el sur y el este de ese país no se han movido mucho en los últimos meses, lo que les da a las tropas rusas mucho tiempo para atrincherarse y prepararse para una contraofensiva.

Según una evaluación del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos con sede en Washington, algunas de las secciones más estratégicas de la línea del frente están protegidas por múltiples líneas de defensa, lo que dificulta que los ucranianos avancen a través de ellas.

El presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., el general Mark Milley, dijo que el ritmo no es sorprendente, dado que los soldados ucranianos luchaban “por su vida”.

“Les estamos brindando toda la ayuda humanamente posible, pero al final del día, los soldados ucranianos están atacando a través de campos minados y trincheras”, recalcó.

“Así que sí, claro, va un poco lento, pero eso es parte de la naturaleza de la guerra”, dijo Milley en el National Press Club. El presidente de Ucrania aseguró que 21.000 mercenarios de Wagner murieron al enfrentarse con soldados de Ucrania

Avance lento pero constante 

Además, Milley enfatizó que, aunque lentamente, los ucranianos están avanzando. “La ofensiva] avanza de manera constante, deliberada, abriéndose camino a través de campos minados muy difíciles, en un promedio de 500 a 1.000 metros por día o 2.000 metros por día”, reflexionó.

Si bien las fuerzas de Ucrania se abren camino a través de campos de minas mortales en tierra, todavía carecen de superioridad aérea y están bajo frecuentes ataques aéreos. «Legión», un sargento mayor de la 47ª Brigada de Ucrania que participa en los combates en el sur, dijo que estaba claro que “las fuerzas rusas se han estado preparando para este momento durante meses”.

“Sabían que esta área es donde se llevará a cabo el ataque principal, por lo que se prepararon a fondo. Aquí tienen artillería y aviación, y tanto cazas como helicópteros están trabajando regularmente”, dijo. Legión le dijo a una agencia internacional de noticias que los combates en el área eran comparables a “lo que era en Bakhmut durante la fase más álgida”.

Un funcionario ucraniano ha dicho que “si bien la contraofensiva está en marcha, el impulso principal aún está por llegar”.

Asimismo, la viceministra de Defensa, Hanna Maliar, dijo que Ucrania estaba reteniendo algunas de sus reservas y que el “ataque principal aún está por delante”.

El ISW también dijo que la información publicada por blogueros militares rusos sobre la situación en el frente sugiere que “las fuerzas ucranianas no están intentando actualmente el tipo de operaciones a gran escala que resultarían en rápidos avances territoriales”.

En cambio, el Ejército ucraniano parece estar lanzando ataques más pequeños en diferentes direcciones a lo largo de la línea del frente de casi 1.000 kilómetros de extensión, tratando de agotar las reservas rusas antes de lanzar un gran impulso.

Mientras tanto, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky,  expresó  que pretendía analizar la estrategia relacionada con el  envío las tropas ya que “Cada metro, cada kilómetro cuesta vidas” y acotó: “Puedes hacer algo realmente rápido, pero el campo está minado hasta el suelo. Las personas son nuestro tesoro. Por eso somos muy cuidadosos”.

Zelensky reconoció este lunes que la semana pasada fue difícil para las tropas en el frente. “Pero estamos progresando. ¡Seguimos adelante, paso a paso!”, dijo en un comunicado.

Milley instó a los observadores a ser pacientes y dijo que espera que la contraofensiva dure hasta 10 semanas.

“Lo que había dicho era que esto tomará seis, ocho, 10 semanas. Va a ser muy difícil. Va a ser muy largo, y va a ser muy, muy sangriento. Y nadie debería hacerse ilusiones sobre nada de eso” declaró a CNN.

El peligro nuclear  

La posibilidad del inicio de una guerra nuclear, en razón del enfrentamiento ruso-ucraniano, aseguraría la destrucción mutua asegurada y por ende, un regreso a la Era Glacial y a la noche eterna.

Es por ello que, en altos círculos políticos de Estados Unidos, de Rusia y de China la cuestión del conflicto enunciado está siendo analizada tras la invasión rusa.

En Suiza, ante esta situación se generó una Unidad de Crisis para coordinar un acceso rápido a refugios y búnkeres de protección.

Estados Unidos, vale recordarlo, en la década del 60 multiplicó su arsenal nuclear y luego, como respuesta hicieron lo propio China, Inglaterra, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Paralelamente, dichos estados habían estado trabajando permanentemente en temas logístico bélicos y mejorando, aunque más lentamente, sus potencias nucleares y termonucleares, a nivel de tierra, mar y aire.

No hay que dejar de mencionar que dichas potencias del orbe permanentemente tratan de optimizar las bases de lanzamiento de misiles intercontinentales para alcanzar distancias superiores a 10.000 kilómetros, como ya hemos adelantado anteriormente en columnas internacionales.

El 90 por ciento de los miles de ojivas nucleares, listas para ser disparadas pulverizarían ciudades y el que venza –una forma de decir-, sólo se quedará con el poder ante campos irradiantes de humo y cenizas. Ante esta perspectiva realista, es que las potencias priorizan la disuasión nuclear.

Obviamente la cantidad de víctimas mortales alcanzará a millones y la lluvia radiactiva, incendios masivos y el impacto climático han influido en la decisión de evitar una guerra del tipo que nos ocupa. Hay que dejar claro que América Latina no se salvará de las consecuencias, a pesar de ser una zona libre del tipo de armas que nos ocupa.

El último acuerdo firmado vigente –New Start prorrogado hasta 2026-, terminó por ser suspendido por el presidente ruso Wladimir Putin y es entonces que, aunque se tomen todos los controles, un error de cálculo, o alguna falla impensada, podría desatar una masacre de escala mundial.

Habrá que dejarse de sumar apuestas a las provocaciones para evitar llegar al final de una amenaza que hará más difícil una retractación.

Sería ideal que algunos estados como el ruso dejen de utilizar a otros como campo de pruebas militares con armas nucleares que destruyen, además de vidas, las estructuras políticas.

Una de las pruebas de desarrollo militar se realizó en Severodvinsk en la región del Mar de Barent, donde está la base rusa de Sevmach se construyó, entre 1955 y 1957, el primer submarino soviético a propulsión nuclear. Y a partir de allí el desarrollo de ese tipo de armamento no se detuvo.

Otro caso de inteligencia previsora, para evitar la destrucción del planeta, tuvo como protagonista al 35º expresidente norteamericano John F. Kennedy cuando se negó, casi en solitario, a no arriesgar la supervivencia humana y ordenó preparar sólo miles de largo alcance, en lugar de otro armamento nuclear para evitar una guerra.

Pidió sí acumular y preparar misiles nucleares en refugios subterráneos, ya que los aviones espías U-2 en Cuba advirtieron la preparación de lugares para disparar desde Cuba misiles rusos y, en paralelo, advirtió lo que sucedería al Comité del Consejo de Seguridad Nacional.

Fidel Castro llamó pirata a Kennedy y puso al país en pie de guerra. Fueron 25 barcos rusos que pudieron rumbo a Cuba y el ministro estadounidense de Defensa Mac Namara advirtió que aplicaría la fuerza para detener el convoy ruso. Un solo barco estuvo a punto de pasar el límite establecido y por esa circunstancia se puso en alerta a la Casa Blanca.

“Estamos preparados para mañana”, anunció Kennedy y el premie ruso Nikita Kruschev ordenó el retiro de los misiles. Fue el vocero de la Casa Blanca el que expuso la posición de Kennedy para decirle basta al mundo comunista y el 10 de junio de 1963 el presidente de los EE.UU. dio un discurso sobre la paz en una universidad donde expresó: “todos somos mortales” y Pravda ocupó sus páginas con el discurso del mandatario estadounidense, quien bregó por terminar con las pruebas nucleares.

Prevenciones  

La Alianza de la OTAN, en Rumania, de manera preventiva mantiene a 1.000 soldados norteamericanos, 140 italianos y 250 polacos. Bulgaria aporta un campo de entrenamiento para 2.500 soldados en rotación para poder preparar otros 2.500 y así sucesivamente.

Letonia, Estonia y Lituania, aportaron misiles Javelín y Stinger que causaron estragos entre las fuerzas rusas. Además, Estonia tiene a 9.000 combatientes preparados para dar pelea; Letonia, 9.100; Eslovenia, 15.100; Bulgaria, 26.900; Hungría 24.800; Rumania, 79.300 y Polonia 130.000.

La anexión rusa de Crimea 

No hay duda que a la Unión Soviética le hubiera encantado, en su momento, devorar por completo a Alemania. Lo mismo que a Putín  dominar a Ucrania. 

La anexión rusa de Crimea fue un levantamiento popular con el pueblo “invocando el derecho a la autodeterminación”, apoyándose en la Carta de las Naciones Unidas. Ucrania estaba envuelta en una violencia nacionalista orgiástica, caracterizada por purgas étnicas contrajudíos y rusos, mientras Estados Unidos pretendía un dominio global y había orquestado un golpe de Estado en 2014 que llevó al derrocamiento del presidente Vícktor Yanukovych. 

La anexión rusa de Crimea desmembró la fuerza de la integridad territorial y la independencia política de Ucrania, mientras Putin era acusado de cultivar un proyecto de asedio, humillación y depredación occidental para generar histeria y apuntalar la agresión rusa en el este ucraniano hoy tomado parcialmente por Rusia.

El golpe de Estado ruso se trató, en realidad, de un levantamiento popular contra un corrupto títere ruso. Occidente envió tropas para apoyar al gobierno ucraniano, a pesar de la de la negativa de Ángela Merkel.  

La anexión de Crimea implicó que Rusia apoyara la insurgencia en el este ucraniano –Bombas-, que dejó un salto letal de 14.000 muertos en 7 años.

El fin de las batallas llegó en el 2015, gracias a que Francia y Alemania lograron un acuerdo político, aunque hubo algunas escaramuzas frecuentes y esfuerzos negociadores para lograr un acuerdo político, pero fracasaron las acciones.

De inmediato Putin ofreció misiles antitanques, radares para campos de batalla y hasta drones para explorar territorios y reforzar al Ejecutivo ucraniano.

El Ejecutivo ucraniano había renunciado a más de 1.800 ojivas nucleares a cambio de un acuerdo con Rusia en 1994 para que se respetaran las fronteras y la soberanía. Los ucranianos se deben cortar las venas pensando en esa errada decisión. Es más, fueron intensos los comentarios respecto de un programa secreto denominado MK –Ultra, en el que fueron utilizados para experimentos militares como cobayos estudiantes y soldados. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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