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Otra vez la voz y la figura del Papa Francisco se agigantaron en su primera visita internacional a Latinoamérica. Esta vez, desde la catedral Río de Janeiro, el Sumo Pontífice urgió a cardenales, obispos, sacerdotes y seminaristas del mundo a trabajar en los barrios más pobres y ser “callejeros de la fe”

Con la firmeza que siempre lo caracterizó, y sin medias tintas, Francisco afirmó que “debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres. Es en las favelas, ‘cantegriles’, villas miseria, donde hay que ir a buscar y servir a Cristo”, dijo en español el ex cardenal argentino Jorge Bergoglio, de 76 años.

“No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio”, sostuvo, en un fuerte llamado a que ayuden a los jóvenes a convertirse en misioneros y a evangelizar donde se encuentren, en “la propia casa, el ambiente de estudio o trabajo, la familia, los amigos”.

El primer Papa latinoamericano condenó también fuertemente la actual “cultura de la exclusión” y “del descarte”, donde “no hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado” y donde las relaciones humanas están reguladas para algunos por “la eficiencia y el pragmatismo”.

Además, les pidió que “tengan el valor de ir contra la corriente eficientista, de esta cultura del descarte” donde la solidaridad “es casi una mala palabra”.

Francisco les habló a los religiosos que se concentraron en Rio para la Jornada Mundial de la Juventud católica (JMJ), que se celebra en esta ciudad del Brasil hasta el domingo.“

Posteriormente, en el Teatro Municipal -en la zona céntrica de Río- el Papa argentino mantuvo un encuentro con la clase dirigente de Brasil y luego almorzó con los cardenales de Brasil, la presidencia de la Conferencia nacional de los obispos de este país, los obispos de la región -entre ellos unos 30 argentinos- y la comitiva papal en el refectorio del Centro de Estudios Sumaré, donde se aloja.

Por la tarde, sobre el imponente escenario montado sobre la playa de Copacabana tiene previsto encabezar una vigilia de oración con más de un millón de jóvenes llegados de 170 países.

Este encuentro, así como la misa de cierre de este domingo, se iban a realizar en el Campus Fidei de Guaratiba, a más de 20 kilómetros de Río, pero las intensas lluvias que cayeron sobre la ciudad toda la semana obligaron a un cambio de lugar, ya que el piso del campo quedó cubierto de agua y lodo.

Por otra parte, Francisco criticó las incoherencias de la Iglesia, a las que atribuyó la "pérdida de fe" de los fieles, e instó a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a "no rezar mucho sino ser un testimonio vivo", en lo que fue una jornada nutrida en la que también se reunió con menores en conflicto con la ley.

Jesús se une a los jóvenes "que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y la corrupción" y a los que perdieron "su fe en la Iglesia, incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio", dijo Francisco en Copacabana, tras asistir a una multitudinaria representación del Vía Crucis.

"¡Cuánto hacen sufrir a Jesús nuestras incoherencias!", agregó.

Aludió además a "todas las personas que sufren hambre en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos"; a los que son perseguidos "por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel"; y a "los padres y madres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales como la droga".

Durante su quinto día (viernes) de estancia en Brasil, que concluyó en la famosa playa carioca ante un público de un millón y medio de personas, el pontífice mantuvo un encuentro reservado con menores delincuentes, el tercero y último de los programados por él en su primer viaje internacional para reunirse con "los jóvenes que sufren".

Las dos reuniones anteriores se centraron en la visita a un centro de recuperación de droga dependientes y en la visita a la favela Varginha, la comunidad más pobre de Río.

Según informó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, durante el "emotivo" encuentro con los jóvenes infractores el Papa rezó un Padre Nuestro en memoria de los ocho niños y adolescentes de la calle asesinados hace dos décadas en Brasil, delante de la iglesia Candelaria, una de las más importantes de Río de Janeiro.

Los chicos que tuvieron la oportunidad de encontrarse con Francisco le regalaron una cruz y un "gran rosario", cuyas cuentas traían los nombres de los niños y adolescentes asesinados mientras dormían por un grupo de exterminio integrado por policías.

Con ese rosario Francisco hizo una oración repitiendo "Nunca mais violencia, só amor" (Nunca más violencia, sólo amor) y "Candelaria nunca mais" (Candelaria nunca más).

La jornada incluyó una reunión con 12 jóvenes de Argentina, Australia, Brasil, Colombia, Francia, Estados Unidos, México, Nueva Zelanda, Portugal, Rusia y Sri Lanka, con quienes compartió un almuerzo durante el cual los instó a que actúen en su entorno, además de destacar que sólo la compasión acerca a Dios.

"Nos hizo una pregunta y pidió que la respondiéramos orando: ¿Por qué están hoy aquí? ¿Por qué hay jóvenes muriendo de hambre en la calle? ¿Por qué hay personas inocentes sufriendo? Cuando tengan una respuesta a esto y sientan que su corazón empieza a llorar, ahí van a estar más cerca de Dios", relató Marcelo Galeano, oriundo de La Paz, Entre Ríos, el único argentino elegido para el encuentro. (Jackemate.com)

 

 

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