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Por Ricardo Marconi (*)

El Club del Hormigón era un ejemplo de vampirización  económica de la mafia, corporizada en La Cosa Nostra que utilizaba la ambigüedad de las relaciones “comerciales” entre el extorsionador y el extorsionado. El 25 de febrero de 1985 la justicia de Nueva York formuló una acusación contra las familias Gambino, conducida por Paul Castellano; Colombo, dirigida por Carmine Pérsico; Genovese, a cargo de Antony Salerno; Luchese, que conducía Antony Corallo; y Bonano, manejada por Philip Rostelli, así como contra otros dirigentes menos conocidos de la Cosa Nostra, quienes tenían la conducción ilegal del sector de la construcción en Nueva York.

La mafia, de hecho, tenía los contratos de construcción entre un pequeño grupo de sociedades denominado el “Club del Hormigón”. Como moneda de cambio la mafia se llevaba el 2 por ciento del contrato, siendo el brazo ejecutor  Ralph Scopo, presidente del District Council of Concrete and Cement Workers of the Laborers Unión (Consejo Zonal del Sindicato de los Trabajadores del Cemento y el Hormigón) , de la Familia Gambino.

Un método simple 

Sin duda, para ese tiempo, el método fue eficaz desde la visión del mafioso. Scopo hacía una visita al nuevo empresario de la construcción y exponía las necesidades de la Familia Gambino. El empresario conocía el poder del visitante para estrangular el sector  en la sección local 282 del Sindicato del Transporte de Nueva York. Los trabajadores sindicados  repartían el cemento por Manhattan y sabían que un paro podría hacer peligrar un proyecto inmobiliario, por lo que la propuesta  era aceptada de manera casi “espontánea”. 

Asimismo, la Familia Colombo controlaba la sección local, denominada 6 A, del Sindicato de Albañiles que utilizaba el cemento entregado por sus colegas de la denominada 282.

Y por último, estaban los Genovese Asociados, ya que tenían un derecho omnímodo sobre los flujos de hormigón en la ciudad antes aludida, implicando ello  -para el vendedor-,  la seguridad de obtener contratos y el ahorro  que tiempo por extensas negociaciones. Si no se llegaba a un acuerdo por una negativa a pagar, se quedaba sin trabajo al no abonar un porcentaje, que era  lo que se le exigía.

Una imprudencia 

Entre las épocas de Al Capone y el jefe máximo Gotti, Joseph “Joe” Colombo cometió la imprudencia de fundar la Liga Ítalo Americana de los Derechos Civiles para ponerle fin al acoso policial y para terminar en los medios con el uso de la palabra mafia y empezar a mencionar, en su lugar, al crimen organizado.

El  FBI comparado con la Gestapo 

El FBI, debido a ello, comenzó a filmar  y fotografiar manifestaciones ante su sede  en Nueva York y la mafia incitó a la población a comparar al FBI con la Gestapo alemana. Así fue que en la última manifestación contra el FBI participaron 50.000 personas en la plaza Columbus Cicle de Manhattan, de la que hasta Carlo Gambino se vio obligado a participar, ya que tenía el control de almacenes que había  en los muelles del puerto. Por primera  vez en la historia no se trabajó ese día en favor de los estibadores.

La situación generada se transformó  en un disparate. Una familia mafiosa que no compartía ganancias con otras familias, se había transformado en una especie de “estrella en los medios” representando a las libertades públicas y el FBI dejó de utilizar las palabras mafia y Cosa Nostra y hasta el productor del filme El Padrino se comprometió a suprimir  términos de su película. “Joe” Colombo terminó siendo elegido el “Hombre del año”.

Otra manifestación 

En la siguiente manifestación, organizada por la Familia Gambino el 28 de junio de 1971, “Joe” Colombo recibió tres disparos de bala en el cráneo, a manos de Jerome  Johnson, quien se había hecho pasar por periodista y llevaba un arma oculta bajo su cámara fotográfica. El custodio de Colombo, Genaro Ciprio lo mató efectuándole varios disparos.  El líder de la conspiración fue Carlo Gambino, aunque quedó claro que no convenía a los mafiosos la publicidad de los medios de comunicación para facilitar negocios.

Por otra parte, Tomaso Buscetta, uno entre otros reconocidos mafiosos “arrepentidos”,  no tuvo empacho en decir que  la Cosa Nostra  “es el reino de los discursos incompletos, ya que ningún  mafioso conoce toda la verdad sobre las actividades  de la organización. Se usan frases  con doble sentido. No se escribe para que no haya incriminaciones y se usan códigos de comunicación y los dialectos y las lenguas regionales  o un argot son las salidas para  dialogar”. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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