Por Ricardo Marconi (*)
El deshielo del ‘permafrost’ es un problema grave en la estepa siberiana que produce, como resultante, enormes lagos de agua, la liberación de gases a la atmósfera y la llegada de sedimentos y fósiles a las cuencas fluviales de regiones aledañas.
Dos pescadores de la región de Yakutsk, -República del Sajá-, detectaron un colmillo de mamut, de más de 50 kilos en sus redes y que casi seguramente terminó en el mercado negro, en lugar de ser entregado a un museo para su posterior investigación.
Desde la misma región se envió un animal, de pelaje manchado, de 32.000 años de antigüedad a un laboratorio para preservarlo en el ‘permafrots’, ya que se había hallado a unos 20 metros de profundidad. La decisión se tomó para investigar sobre el calentamiento que se estaba produciendo, al menos, en el doble de rápido que en el resto del mundo.

El deshielo en la Siberia rusa ya una realidad preocupante para la sociedad de científicos
El permafrost –suelo congelado permanente- se está derritiendo y por ello es que están apareciendo, por ejemplo, cabezas de lobos sobre la superficie con mayor frecuencia en una tierra conocida por «escupir» mamuts lanudos congelados enteros.
El deshielo del permafrots’ se inicia en la superficie helada y luego se incrementa hacia la profundidad de ‘manera lenta o, en algunos casos, de manera abrupta por colapso de extensas capas de hielo.
El reino del invierno
El aludido deshielo, junto con otros cambios, detonados por la modificación climática global, está transformando la región remota que mencionamos, conocida como “el reino del invierno”.
Es uno de los lugares poblados más fríos del planeta y si fuera independiente sería el octavo país más grande del planeta.
La pérdida del permafrost deforma el paisaje, derribando casas y graneros, a la vez que cambia los patrones migratorios de animales que llevan siglos siendo cazados, a la vez que provoca inundaciones severas y ráfagas de viento helado en primavera.
Además, el agua arrasa caminos de ripio y remueve cuerpos de sus tumbas, amenazando también aldeas enteras de manera permanente. Las olas comen la costa ártica menos congelada y las poblaciones se sienten más amenazadas, indefensas e Inestables.
El ‘permafrots’ cubre aproximadamente el 24 por ciento de la superficie del hemisferio norte y almacena inmensas cantidades de metano y dióxido de carbono, así como gases contaminantes.
En esos terrenos nadie puede ser enterrado, ya que los cadáveres no se descomponen y han aparecido cuerpos del comienzo del siglo XX en perfecta conservación, o que conlleva un grave riesgo para la población, ya que algunos se encontraban infectados con el virus de la gripe española latente en sus cuerpos.
Infectados de ántrax
En el 2016 se encontró un cuerpo de un reno conservado en Siberia infectado de ántrax y contagió a 20 personas de una localidad cercana. Y en los 2011 científicos rusos advirtieron que un incremento de la temperatura podría liberar virus y bacterias congeladas y ello podría conducir a hacer volver los vectores de algunas epidemias mortíferas de los siglos XVIII y XIX, sobre todo cerca de cementerios.
A ello se suma el riesgo de zoonosis, debido a la expansión de los hábitats de los vectores, la mejora de las posibilidades de supervivencia de los vectores durante el invierno y la degradación del ‘permafrots’.
Entre 1900 y 1980 la temperatura de la capa superficial de ‘permafrots’ aumentó en 2-4º C; y se espera un incremento adicional de 3ºC. Entre 1897 y 1925 hubo brotes de ántrax con frecuencia que causaron la muerte de 1.5 millones de ciervos en el norte ruso.
Y desde el 2000 se informaron casos de la misma enfermedad entre personas en 29.000 asentamientos del norte ruso, que se encuentran cerca de los cementerios de ganado muerto por ántrax. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política