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Por Daniel Fernández Canedo (*)

En su último informe titulado «Pensando la post pandemia 2021… ¿Estabilización o Estanflación?» la consultora EcoGo, de Marina Dal Poggetto, plantea escenarios futuros a partir del nuevo marco generado en la cuarentena por la pandemia de Coronavirus.

El punto de partida es una corrección a la baja del PBI previendo una caída superior a 10% este año con 7,5% del PBI de déficit y con una inflación de 40% que resultará menor que la del año pasado.

Bajo esas previsiones, el corto plazo está caracterizado por un dólar oficial que anualizado sube un 37% mientras que la inflación de los últimos tres meses viaja un 23% y la tasa de interés para las colocaciones en pesos está en 30%.

Así, con un cepo cambiario reforzado (Miguel Pesce desde el Banco Central busca tapar toda la salida de divisas que no esté autorizada), la tasa le gana a la inflación para tender a uno de los objetivos del Gobierno en materia financiera, que es intentar desarrollar un mercado de ahorro en pesos para desalentar las compras de dólares, o por lo menos reducirlas un poco.

Parte de la zanahoria para los ahorristas es que los plazos fijos le ganen a la inflación aunque se trate de «un índice acuarentenado», caracterizado por tarifas congeladas, precios cuidados y máximos, en el cual «solo 37%» está liberado, y es esa porción la que explicó, por ejemplo, que el costo de vida en junio haya superado las previsiones al ubicarse en 2,2%.

Por otra parte, y sobre la ralentización de la inflación, es interesante repasar el reportaje publicado en Clarín al exviceministro de economía de Cristina Kirchner, Emmanuel Álvarez Agis, en el que él plantea que la pandemia del coronavirus podría ser aprovechada por el Gobierno como un gran «desindexador», inesperado y heterodoxo.

En la visión de Agis, el cambio de la fórmula de actualización de las jubilaciones, la reducción de los salarios por la caída de actividad asociada a la cuarentena, el congelamiento de las tarifas y el control del dólar constituirían un punto de partida particular para intentar alguna desindexación de una Argentina cruzada por un persistente crecimiento de los índices de precios.

Pero el centro de cualquier plan antiinflacionario, y en eso coinciden la amplia mayoría de los expertos, será el compromiso de un sendero fiscal que tienda a reducir el déficit acrecentado por la duplicación del gasto público y la caída de la recaudación real de impuestos.

Lo que los economistas llaman «la dominancia fiscal» es lo que llevó al Gobierno a emitir $1,3 billones en los últimos meses para llenar el rojo de un Tesoro que no logra acceder al crédito externo y solo cuenta como financiador al Banco Central.

La necesidad de contener el déficit como punto de partida para la poscuarentena forma parte de la visión del macroeconomista y asesor del ministro de Economía Martín Guzmán, Daniel Heymann, que pone el acento en un problema estructural: el país exporta poco. Ni las exportaciones del campo ni las de la economía del conocimiento sumadas alcanzarán para generar los dólares suficientes para crecer, asegura Heymann.

Hay funcionarios en el Gobierno que dicen estar convencidos de que sin aumento de las exportaciones la Argentina estará condenada a la medianía económica.

Pero otros, de alto peso político dentro del kirchnerismo, siguen convencidos de que el país podrá crecer poniendo al Estado como motor del crecimiento y jugando todas la fichas al desarrollo del mercado interno en base a una expansión del consumo.

Esa visión parece dejar de lado la regla del 3X1 que indica que cada punto de crecimiento económico se corresponde con tres puntos de aumento de las importaciones que, sí o sí, requieren de dólares.

El mundo vive «la era del dinero gratis»: Peru, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, México y Paraguay tomaron crédito a tasas de entre 2,5% y 4,5% anual durante la pandemia.

Pero la Argentina está al margen y en el medio de una negociación que lleva siete meses con los acreedores por un canje de deuda de resultado aún incierto.

El dato alentador en el contexto del creciente barullo político kirchnerista es que el Gobierno sigue dando muestras de querer superar el default. (Jackemate.com)

 

(*) Columnista Económico –  Clarin.com
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