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Mientras los operarios que trabajan para evitar un desastre nuclear en la planta japonesa de Fukushima, ubicada en el noreste de Japón, a unos 240 kilómetros de Tokio, consiguieron reconectar este sábado los reactores a la red eléctrica, en un intento de restaurar los sistemas de refrigeración, en el resto de los países de Asia crece momento a momento el temor que la radicación, finalmente, también los alcance.

En tanto, se espera para este domingo que la electricidad llegue a los reactores 1 y 2 de la citada planta, según informó la agencia de noticias Jiji, citando a la Comisión de Seguridad Nacional.

La empresa operadora de la planta, Tepco, advirtió que incluso después de restaurar el suministro eléctrico aún llevará un tiempo volver a poner en funcionamiento los sistemas de refrigeración, ya que será necesario realizar pruebas en los equipamientos de las planta, que resultó gravemente afectada durante el terremoto de hace una semana.

Trabajando dentro de la zona de evacuación de 20 kilómetros en torno a Fukushima, cerca de 300 ingenieros lograron hacer funcionar un segundo generador diésel del reactor número 6 después de las 4 de la madrugada, dijo la agencia de seguridad nuclear.

Ellos luego utilizaron esa energía para reiniciar las bombas de enfriamiento en el reactor número 5. El reactor número 6 consigue su electricidad de un segundo generador diésel.

"Tepco ha conectado la línea de transmisión externa con el punto receptor de la planta y confirmó que puede suministrar electricidad", dijo el operador de la planta, Tokio Electric Power Co (Tepco), en un comunicado que reproduce en su sitio digital el matutino ‘La Nación’ de Buenos Aires.

Además, los operarios realizaron orificios en las cubiertas de los reactores 5 y 6 para evitar explosiones, según informó hoy el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) en su página web.

Con esta medida se pretende evitar concentraciones de hidrógeno que puedan provocar explosiones, como presumiblemente ocurrió en otros reactores de la central, que resultó gravemente dañada por el terremoto.

La situación en estos dos reactores se consideraba ya estable. Las vasijas de elementos combustibles usados de estos dos bloques se están refrigerando con la electricidad procedente de los generadores diesel del reactor 6.

Cerca de 1,5 kilómetros de cable se están extendiendo antes de que los ingenieros intenten encender las bombas de enfriamiento en el reactor número 2, seguido por los números 1, 3 y 4 este fin de semana, dijeron funcionarios de la compañía.

"Si ellos tienen éxito en lograr que la infraestructura de enfriamiento funcione, eso será un paso significativo hacia el conseguir la estabilidad", dijo Eric Moore, un experto en energía nuclear del grupo ‘Focal Point Consulting Group’, con base en los Estados Unidos.

Si eso falla, una opción es cubrir la extensa planta de 40 años con arena y concreto para evitar una liberación catastrófica de radiación. El método fue utilizado en el reactor de Chernobil en 1986, escenario del peor desastre de un reactor nuclear en el mundo.

Subrayando la desesperación de las autoridades, camiones de bomberos lanzaron agua durante la noche en una burda estrategia para enfriar el reactor número 3, considerado el más grave debido a que utiliza óxidos mezclados, o mox, los que contienen tanto uranio como el altamente tóxico plutonio.

Japón ha elevado el índice de gravedad de la crisis nuclear desde 4 a 5 en la escala internacional INES de siete niveles, lo que iguala al accidente de Three Miles Islanda en Pensilvania, Estados Unidos, en 1979.

Más grave que el desastre de Chernobil

Algunos expertos ya dicen que es mucho más grave. Chernobil, en Ucrania, alcanzó el nivel 7 de la escala.

"Estamos en una situación de crisis que pone a prueba a nuestro pueblo. Japón se reconstruyó milagrosamente después de la Segunda Guerra. Con la fuerza de todos reconstruiremos nuevamente el país", dijo ayer el primer ministro, Naoto Kan.

En medio de las intensas tareas para refrigerar los reactores dañados de la central de Fukushima I, un sismo de 6, 1 de magnitud se registró en la prefectura de Ibaraki, en el norte de Japón.

El epicentro marítimo de este movimiento sísmico se encuentra a unos 142 kilómetros al norte de Tokio y 98 al sur de la prefectura de Fukushima, donde se encuentra la planta nuclear dañada por el terremoto de magnitud 9,0 que hace una semana asoló Japón.

Por el momento, no había amenaza inmediata de tsunami y tampoco reportes inmediatos sobre heridos o daños, indicó NHK.

Japón se ha visto afectado por centenares de réplicas desde el terremoto de magnitud 9 y el tsunami posterior que arrasaron la costa norte del país el 11 de marzo y desataron una crisis nuclear.

Por otra parte, el gobierno japonés detectó niveles de radiactividad más alto de lo normal en leche y espinacas en las prefecturas de Fukushima y de Ibaraki, cercanas a la planta nuclear afectada por el devastador sismo y terremoto. También se detectó en el agua de Tokio.

"Se ha detectado un nivel de radiactividad que excede el límite legal en Japón en una muestra de leche tomada en la prefectura de Fukushima y en seis muestras de espinacas de la prefectura de Ibaraki", explicó el jefe de Gabinete, Yukio Edano, aunque remarcó que estos niveles no son dañinos para la salud.

Por ese motivo, las autoridades ordenaron una paralización en la venta de productos de esa área, dijo el organismo nuclear de la ONU este sábado.

"Aunque el yodo radioactivo tiene un período de semidesintegración de cerca de 8 días y se deteriora naturalmente dentro de cosa de semanas, existe un riesgo de corto plazo para la salud humana si es absorbido por el cuerpo humano a través de los alimentos", dijo la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) en un comunicado.

Las víctimas fatales siguen creciendo en número

El número de muertos por el terremoto y posterior tsunami en Japón aumentó hasta las 7.197 personas, mientras los desaparecidos se sitúan en 10.905, según el último recuento de la policía.

Los muertos y desaparecidos del devastador terremoto que afectó la región de Tohoku y el tsunami que arrasó la costa noreste de Japón superan ya las 18.000 personas, lo que lo convierten en el peor desastre natural de posguerra de Japón.

Las esperanzas de hallar más supervivientes se han reducido al mínimo, debido al tiempo transcurrido desde el sismo y a que provincias como Iwate, donde hay 4.253 desaparecidos, han sufrido una ola de frío y nieve.

Ahora los esfuerzos de asistencia se centran en procurar un techo a los supervivientes que han perdido sus casas, entre ellos los 387.000 evacuados que aún permanecen en los 2.200 refugios habilitados por las autoridades.

Por otra parte, para la mayoría de los países asiáticos cercanos al Japón la duda de fondo es hasta dónde llega la radicación y sus devastadores efectos. Los más serenos confían en que la eficiencia japonesa terminará por controlar la fuga. Entre estos últimos se ubican las numerosas representaciones diplomáticas que mantienen su sede en Tokio y no la trasladaron más al sur del país.

Pero para los más alarmistas esperan una enorme nube tóxica -en un rango parecido al de Chernobyl- y hablan de un final entre estallidos. Entre un extremo y otro medra el extenso campo de la expresión moderada del miedo y la incertidumbre que, con el tema nuclear, nunca es muy moderado.

La gente habla ahora a diario de reactores, radiación y sistemas de enfriamiento; y de otros términos más engañosos, como "humo blanco" y "piletas", que parecen ocultar el potencial contaminante que tienen los elementos a los que se refieren. (Jackemate.com)

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