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Como otras muchas cosas en la Argentina, también parece que se está perdiendo lentamente en el olvido del imaginario político. De aquél 25 de abril de 1995, cuando se inauguró este antiguo tramo ferroviario como servicio turístico, hoy sólo lo usan anualmente unos doscientos mil pasajeros, de los 25 millones que se aspiraba por año

“Trabajo acá desde hace 10 años y te aseguro que esto ya no es lo mismo. Está peor, muy descuidado”, sentenció uno de los guardas de la estación Maipú, quien prefirió resguardar su nombre ante posibles conflictos laborales.

“Antes había más turistas o gente que venía pasear. Ahora, sólo hay vecinos que toman el tren para ir a trabajar, o no hay nadie: es simplemente una feria de antigüedades”, agregó.

Avenida Maipú 2305, cabecera del ‘Tren de la Costa’, y el abandono es notorio, según da cuenta una extensa nota que Clarín.com publica en su sitio digita.

Las puertas principales de vidrio estaban abiertas de par en par, cubiertas de tierra. Una angosta tabla de madera y una cadena, que había pasado de plateado a cobre rojizo, trababan las manijas de la entrada lateral de la estación, ubicada sobre Ramseyer. Igual, un cartel lo advertía: “Cerrado provisoriamente por acceso avenida Maipú”.

Además, hoy dos de sus cuatro escaleras mecánicas no funcionaban. Y en el segundo piso, el anticuario se ampliaba: distintas ferias venden artesanías y juguetes antiguos a precio turista. Dos ejemplos: un sillón de una plaza, $ 1.000. Un autito a escala, $ 90.

“Para mí, el ‘Tren de la Costa’ perdió su magia porque los locales fueron cerrando y los pocos que quedaron son únicamente de antigüedades o restoranes. Y aumentaron el valor de los productos”, opinó Raúl Masip, un vecino de ‘La Lucila’, de 43 años, quien fue a buscar unos clásicos de vinilo.

La poca gente que circulaba por allí, sólo miraba. No compraba nada. Y en las dos confiterías del segundo piso, “Priscilla” y “Victoria” apenas una familia y una pareja tomaban algo. Y eso que era feriado.

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Mientras tanto, en el andén apenas tres personas esperaban el tren. Es que las tres boleterías de la estación Maipú estaban cerradas. Según un cartel, cierran a partir de las cinco de la tarde, pero tampoco se las había visto abiertas a las tres de la tarde.

“El primer tren sale a las 7.30 y el último a las 9.30”, dijo un encargado de seguridad. Pero la gente que lo esperaba indicó que los trenes empiezan a salir a las nueve de la mañana y el último pasa a las 20. En los ’90 se había prometido que el servicio se prestaría desde las seis de la mañana y hasta las 24, con intervalos de 15 a 20 minutos.

“Hay días en que ni pasa el tren por paros. Por eso la gente se cansó y no lo toma más. Nunca sabe si el tren viene ni a qué hora. No puede asegurarse”, contó Dalia Ramos (52) de Olivos, una de las comerciantes de la feria de la estación.

El problema es que según indicaron los operadores de la estación, sólo dos formaciones circulan de un lado al otro.

El viaje cuesta $ 10 para los residentes de Argentina y $ 16 para los turistas. Este valor es 10 veces más caro de lo que salía hace 17 años, cuando el Tren de la Costa fue inaugurado al público el 25 de abril de 1995.

En sus comienzos costaba $ 1.50 de lunes a viernes; y los sábados, domingos y lunes, $ 2. Además, sigue siendo más caro que un tren común (el ticket ronda entre el $ 1,10 y $ 1,35).

Los vagones verde inglés del tren estaban pintados con grafitis de colores llamativos y grandes letras como ocurre con los de TBA.

El tren sigue siendo silencioso. Pero no está “impecable” como fue presentado durante su inauguración. Las ventanas, rajadas, no se pueden abrir. Y algunos de los 80 asientos de goma blanca están descuartizados.

Los pequeños recipientes que se habían hecho para tirar la basura entre los asientos ya no existen. Tampoco la música ambiental que se oía de fondo en sus primeros viajes, ni se ven todas las luminarias fluorescente funcionando. Pero para viajar gratis, la gente dice que "está bien".

El ‘Tren de la Costa’ está complicado. Todos los usuarios coincidieron en el que se está convirtiendo en un complemento del Mitre de Trenes de Buenos Aires (TBA), de los hermanos Cirigliano.

Así, está cada vez más lejos de ser un paseo turístico y exclusivo. Y se acerca más a un objeto antiguo de colección. (Jackemate.com)

 

Fuente: Clarín.com

 

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