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La  noticia en el campo de la ciencia aeroespacial fue ocupada plenamente  por el ‘amartizaje’ de la sonda “Mars InSight”  en la Elysium Planitia, un área plana, casi sin rocas, dirigido  desde el centro de control de la NASA en el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena , situado cerca de Los Ángeles

Una nave que costó al erario público norteamericano casi  1.000 millones de dólares  ingresó de manera autónoma a la atmósfera marciana a unos 125 kilómetros de altura a una velocidad de veinte mil kilómetros soportando una temperatura de 1.500º centígrados gracias a su escudo térmico.

Gracias a su paracaídas, su descenso se realizó luego más lentamente, tras lo cual se desprendió su escudo térmico y se desplegaron sus tres patas, luego se soltó el paracaídas y se encendieron los doce motores que permitieron posarse a la nave a un promedio de 8 kilómetros. Fueron los seis minutos más delicados que debió pasar el Mars InSight.

Con ello finaliza un largo proceso de investigación que culminó felizmente en el planeta rojo y se inició otro, minucioso de investigación, que no es objeto de esta columna.

La  invitación no es para que el lector  se introduzca en los datos por venir  y que culminarán con el objetivo de poner un grupo de astronautas en Marte, sino que es para llevar al lector al pasado, más precisamente  a la época en que en la tierra Estados Unidos y la ex Unión Soviética  pugnaban por demostrar quien era más apto para triunfar en la carrera espacial.

Y en el enfrentamiento de las dos potencias mundiales  Argentina hizo su aporte a los viajes al cosmos, enviando seres vivos en naves tripuladas  y el primer elegido para  ese cometido fue un ratoncito, blanco como la nieve, al que se le colocó un arnés a medida con su nombre: Belisario.

Fue el primer astronauta argentino. Su objetivo era probar una cápsula espacial y un sistema  que permitía transmitir datos biológicos del roedor-héroe, que sería rescatado  para su  posterior adaptación a cohetes de mayor tamaño.

Para poner las cosas en su justo término, recién dos años después de concretarse el Proyecto BIO, una misión tripulada norteamericana   se posaba en la Luna.

En Argentina, el presidente era Arturo Frondizi, fue convencido de llevar adelante el experimento por la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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