El analista político Thierry Meysaan al hacer uno de sus habituales comentarios señaló con precisión meridiana que “a los estrategas norteamericanos les gusta comparar el poder de Estados Unidos con el del Imperio Romano”. Dejó en claro, sin embargo, que “los romanos aportaron seguridad a los pueblos que conquistaban y los incorporaban a su imperio, mientras que el neoimperialismo estadounidense no aporta nada.
Por el contrario, les absorbe sus recursos con el pretexto que “pueden contar con la protección de los ejércitos del país del norte”.
Es evidente que el condicionamiento no representa un problema para el Grupo de los 8, pero si está enfrentado el mismo con el Reino Unido, que con su ejército y el estadounidense garantizan la seguridad de las “rutas de la sed” mediante sus fuerzas aéreas y el control de las rutas marítimas.
Los norteamericanos no se quedan quietos y emplazaron una nueva base militar en Níger, que estará destinada a sus drones armados para, según el Pentágono, impedir las amenazas de grupos terroristas en la región del Sahel, un cinturón de hasta 5400 kilómetros de ancho que atraviesa África desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo.
La nueva base 201, localizada a pocos kilómetros de Agadez albergará a los drones M q-0, con capacidad para desempeñar tareas de vigilancia y ataques adicionales, con lo que se da por hecho que con su autonomía de vuelo puedan llegar a países del oeste y norte de África. Níger es la segunda mayor base permanente y está detrás de la existente en Yibutí, un pequeño país localizado en el Cuerno de África.
Estados Unidos invirtió 110 millones de dólares y su costo operativo ronda más de 15 millones de dólares anuales.
La pequeña nación africana de Yibuti hospeda las bases militares de cinco países, incluida China.
A esto debemos agregar los 4000 hombres que Norteamérica poseen en la base aérea de Camp Lemonnier, desde donde se puede controlar el estratégico estrecho de Bab el- Mandeb.
Estos movimientos de fuerzas militares tienen como objetivo el seguimiento de conflictos bélicos como el de Túnez, que se ha convertido en un “país ingobernable” para la Casa Blanca, mientras que se sigue de cerca lo que ocurre en Egipto y Libia, territorio este último que para el gobierno de Trump “es un campo de batalla”.
Los analistas de política internacional entienden que el Medio oriente seguirá siendo pasto seco para el fuego mientras no se asuma la necesidad de una paz orgánica.
En Latinoamérica
Ya hemos visto en columnas anteriores como se extiende como reguero de pólvora la crítica situación de Venezuela, país que puede convertirse en un foco de violencia con desarrollo acelerado a las fronteras con Colombia y Brasil.
En la frontera con los colombianos ya operarían fuerzas armadas clandestinas que tienen a los refugiados en tránsito de Venezuela como víctimas preferidas y en la propia Venezuela ocupan territorios abandonados por la fuga de venezolanos que a finales de 2020 alcanzaría a 4 millones de desesperanzados envueltos por la miseria. (Jackemate)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com