Al momento de iniciarse esta columna, el exdirector de la central de inteligencia de Estados Unidos (CIA), John Brenann hacía saber a quién quisiera escucharlo que el asesinato del periodista Jamal Khashoggi no podría haberse concretado sin el conocimiento del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán
El príncipe, considerado “el hombre fuerte de Arabia” consideró al homicidio como “infame e innecesario”, una forma política de cubrirse teniendo en cuenta que en las décadas por venir podría asumir el reinado del país árabe.
El ejecutor
Las agencias internacionales de noticias no dejan de mencionar a Saud al Qahtani, de 40 años, componente del círculo de poder de bin Salmán como el hombre clave del entramado que llevó a la muerte a Khashoggi, ya que habría sido quien discutió con el periodista en el consulado durante una videoconferencia, razón por la cual exigió a cabeza de éste último.
Las insistentes versiones periodísticas indican que alrededor de 15 agentes fueron los encargados de cumplir la orden, entre ellos –señalan-, un forense que se encargó de descuartizar el cuerpo sin vida con una sierra, según habrán consignado fuentes de inteligencia turcas aludidas en las últimas horas por la agencia Reuters.
A Qahtani le habrían enviados los dedos de una mano como prueba de haber cumplido la orden. El presidente turco Recip Tayyip Erdogan tendría en su poder una copia de la grabación en la que se escucha discutir a Khashoggi y a Qahtani.
Erdogan, a pesar que no quiere cortar las relaciones con Estados Unidos por intereses políticos, económicos y militares, se niega a entregar la grabación.
Qahtani, hace 18 años, fue designado como el encargado de proteger la imagen de Arabia Saudita y desde hace 13 forma parte del grupo que entorna a Salmán conduciendo una red de periodistas y editores que marcan la línea conductora de la Casa Real.
Incluso, en su gestión, ordenó la detención de 200 personas,entre las que se encuentran componentes de la monarquía, funcionarios y magnates que se hallan bajo el régimen de prisión domiciliaria, a quienes interrogó personalmente.
Las aludidas agencias internacionales de noticias, en 2017 lo relacionaron con el secuestro del primer ministro libanés Saad al Hariri, como castigo por no haber enfrentado debidamente al grupo rival shiita Hezbollah.
En esa oportunidad, al ser acusado internacionalmente respondió que “es un fiel ejecutor de las órdenes del príncipe heredero. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com