Por Ricardo Marconi (*)
Un poco más de 1.000 días -34 meses y 18 días-ocupó la presidencia de Chile Salvador Allende, quien había asumido su cargo el 4 de setiembre de 1970. El nuevo mandatario había asumido luego que los chilenos lo habían votado en un 36,3%.
El primer mandatario norteamericano Richard Nixon, junto a su secretario de Estado Henry Kissinger, utilizando a la embajada estadounidense en Chile, comenzaron a seguir de cerca el proyecto político trasandino, ya que consideraban que desde territorio chileno comenzaría a generarse una particular amenaza: la expansión política hacia Latinoamérica de ese proceso naciente, contrario a sus intereses.
Allende, al año siguiente de asumir su cargo, recibió la visita de Fidel Castro por espacio de 24 días y, posteriormente, hizo lo propio con el líder ruso Leonid Breznev.
El programa económico de Allende pretendía para los chilenos lograr equidad económica y social y en ese marco se lanzó a lograr objetivos tales como la nacionalización de sectores clave como la producción de cobre y la implementación de la reforma agraria.
Allende tenía un número apreciable de objetivos a obtener, tal como la expropiación de sectores productivos y Kissinger inició, en paralelo, el boicot del Estado norteamericano respecto de las inversiones en territorio chileno.
Para cumplir ese objetivo se valió de la CIA que le trasladaba información desde la capital chilena respecto de los movimientos de las fuerzas armadas de Chile y la cúpula de los militares espiados, sobre esa situación, según trascendidos, tenía pleno conocimiento que ello sucedía.
Los chilenos, imprevistamente, comenzaron a notar que había faltantes de mercadería básica en los centros de comercialización masivos y, en paralelo se notó la disminución productiva. Tal fue el nivel de las faltantes que algunas empresas tuvieron que dejar de operar y se inició y desarrolló en breve lapso lo que el gobierno calificó de hiperinflación, a tal punto que se cuantificó la misma en un 600 por ciento. Asimismo, la debacle económica determinó el crecimiento de la deuda externa chilena.
La Unidad Popular de Chile denunció el acaparamiento del mercado negro, asociándose ello a un clima creciente de descontento social que, claramente, estaba justificado.
La inflación invadió a los productos básicos y la compra por tarjeta de racionamiento alimentario fue la fórmula utilizada para evitar una hambruna. Ello determinó el surgimiento de grupos de izquierda como el MIR que pretendía defender la revolución, surgiendo la respuesta de grupos políticos de derecha que se nuclearon bajo las banderas de “patria y Libertad”.
Acuerdos
El cardenal Raúl Silva Henríquez comenzó a trabajar en el logro de acuerdos entre la Iglesia, la Democracia Cristiana y Unidad Popular, aunque -vale decirlo sin tapujos-, no logró los resultados que esperaba y dicho partido se alió a la derecha del Partido Nacional.
Allende toma la decisión de nacionalizar la producción el cobre y así nace CODELCO, la minera más grande a nivel mundial. Y de inmediato nacen los primeros intentos golpistas, produciéndose el 29 de junio de 1973 el denominado “Tanquetazo”, producido por un grupo de militares asociados a carabineros que se sublevaron, pero rápidamente fueron reducidos con una consecuencia política previsible: cambios de gabinete.
Allende se vio en la necesidad de nombrar un nuevo comandante en jefe del Ejército y el 23 de agosto de 1973, como un contrapeso a la tendencia golpista de la Marina, designó al general Augusto Pinochet.
A Salvador Allende y su equipo político no se les cruzó por la cabeza que Pinochet, presionado por la Marina y la Aviación, se decidiera a subirse al movimiento golpista. Y fue precisamente él quien tomara el poder y tomara junto a los restantes comandantes militares la decisión de ordenar que aviones Hawker Hunter bombardearan el Palacio Presidencial y, como complemento, se intervinieran los medios de comunicación. Por ese motivo, las primeras imágenes que conoció el mundo sobre el criminal atentado, se conocieran en el exterior y no en Chile.
Allí no terminaban las consecuencias del golpe: Los colaboradores de Allende Enrique Paris, Georges Klein, Héctor Pincheira y Claudio Jimeno se reunieron en La Moneda, donde fueron arrestados y luego torturados por 48 horas seguidas, tras lo cual se decidió su ejecución.
A esos muertos, se les sumaron 3065 víctimas mortales a manos del nuevo régimen que dispuso el encarcelamiento o la persecución política de 40.000 ciudadanos.
En el transcurso de muchos años se mantuvo el debate de cómo había muerto el presidente Allende, el primer socialista del mundo que llegó al poder por medio de los votos del pueblo.
El titular del gobierno, el 10 de setiembre de 1973, tuvo conocimiento del movimiento de tropas ocurrido en Valparaíso, a partir de las 6 de la mañana y reunió a asesores en su casa del barrio Tomás Moro. Sólo tardaron los convocados una hora y media para trasladarse al palacio de la Moneda y apenas llegados el presidente preguntó por dónde se hallaba Pinochet, quien según Jaime Gazmurri, secretario de un partido de izquierda (MAPU) era un general constitucionalista obsecuente del presidente.
Pinochet se hallaba a 20 kilómetros de Peñalolen y había asumido la conducción del golpe junto a Gustavo Leigh, José Toribio Medina y César Mendoza, jefe de los carabineros. Pinochet pidió “la rendición incondicional, nada de parlamentar”, según trascendidos de la desclasificación de documentos que se conocieron mediante la periodista Patricia Verdugo.
Las mujeres y el personal subalterno recibieron la orden de evacuar el Palacio de la Moneda y también la Guardia de Carabineros optó por abandonar a Allende en casi su totalidad, incluso su jefe, el general Sepúlveda, jefe del Cuerpo.
El presidente conminó a su hija Beatriz para que se marchara y consiguió huir a La Habana, junto a Frida Modak, jefe de prensa, según Jorge Timossi, de la agenciad e noticias Prensa Latina.
Se quedaron los componentes de la Guardia de amigos del Presidente (GAP), el director de Investigaciones Eduardo Paredes y el periodista Augusto Olivares, también muerto.
A las 11.52 se inició el bombardeo y 18 cohetes impactaron, tras lo cual se iniciaron los cañonazos que rodeaban el Palacio.
Allende lanzó su último discurso a través de Radio Magallanes, aun no ocupada por los golpistas. Tras dos horas de resistencia, el presidente ordenó a sus allegados que se entreguen.
Fernando Flores, secretario general de Gobierno, y Daniel Vergara, subsecretario del Interior fueron enviados a parlamentar con los golpistas pero los detuvieron en el subterráneo ubicado bajo la plaza Constitución y luego aparecieron muertos. Allende había estado disparando con una ametralladora. A las 15 horas todo había concluido.
Las Fuerzas Armadas en el Palacio de la Moneda
Cuando las tropas ingresaron al Palacio, Salvador Allende estaba muerto tras recibir 13 impactos de una ametralladora de los golpistas, en el Salón Independencia con su cabeza destrozada y en la mano tenía un fusil AK que le había regalado Fidel Castro. En la sala cercana estaba el cadáver de su jefe de prensa, de apellido Olivares.
Luego esa versión se diluyó y comenzó a circular la especie que indicaba que el presidente se había suicidado mediante disparos que se había hecho contra sí mismo mientras el Palacio ardía atacado por los tanques y aviones.
“Todo el mundo sabía que la batalla estaba perdida de antemano”, según una declaración que se publicó en una entrevista al dirigente político Gazmurri.
Hoy por hoy, Chile recuerda lo señalado en un ambiente político que ha sido calificado de “dividido y con menos acuerdos”. El actual presidente de Chile, Gabriel Boric no había nacido en los tiempos del golpe, sino 12 años después.
La oposición de Boric ya ni va a los actos oficiales, luego que el presidente insinuó que ordenaría analizar las causas del golpe de Estado, pretendiendo desmitificar a Salvador Allende. La jugada le salió mal. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Periodismo Político