Por Ricardo Marconi (*)
Hace ciento cuarenta años, la noche era víctima de una helada difícil de soportar y Samuel Clemens, como era habitual, antes de ir a dormir, les relató un cuento a sus hijas Clara y Susy, en momentos en que la familia vivía en París, en 1879.
Las niñas esperaban ese mágico momento antes de apagar las luces del dormitorio y, en esa oportunidad Samuel inició la historia sobre un niño pobre y hambriento se come una flor mágica que leda la habilidad de hablar con los animales.
Con el tiempo, algo sobre esa historia debió destacar lamente de Clemens –a quien se lo conoce como Mark Twain-, ya que decidió, sin pensarlo dos veces, hacer anotaciones al respecto.

Mark Twain, prestigioso escritor norteamericano
En 2011 John Bira, revisando archivos de Twain, en la Universidad de California, en Berkeley encontró esas notas del cuento que el escritor tituló “Oleo Magarine”.
Bira, asombrado luego de hallar la fábula, rica en imaginación comentó el hecho con especialistas en Twain, los que estimaron que podría ser el único remanente escrito de un cuento de hadas para niños de su autoría.
El mencionado Bira también puso el texto bajo la mira del Museo de Twain, localizado en Harford, Connecticut, que se vendió a la Editorial Doubleday Books for Young Readers.
Posteriormente, la editorial publicó “The Purloning of Prince Oleo Margarine”, una versión de la historia que fue modificada e ilustrada por los especialistas Philips y Erin Stead, quienes elaboraron una historia de 152 páginas que presenta a animales que hablan, gigantes, dragones, un príncipe secuestrado y –como si fuera poco-, hasta un rey malvado.
El agregado
Los Stead agregaron un giro posmoderno: El propio Twain hace una aparición en el libro para discutir con el autor Philips sobre el rumbo que tomó la historia.
Según Clemems (Twain), en sus diarios especificó que sus hijas le “exigían” la invención de historias sobre la marcha y le aportaban una imagen que rescataban de revistas o simplemente una referencia visual.
Philips y Erin, para “captar” el ritmo de la voz narrativa de Twain leyeron los dos volúmenes del autor original con su autobiografía, la que había sido dictada. Los Stead abordaron el proyecto “como una pieza de historia oral” que debían contar a sus hijos.
La vida
Nacido en Florida, Missouri, se convirtió en capitán del barco del río Missisippi y la guerra civil de Estados Unidos impidió que el transporte del río se fuera hacia el oeste cuando intentó excavar oro y empezó a escribir en el periódico.
En 1863 comenzó a escribir como Mark Twain, nombre que proviene del lenguaje de marinero que significa “marca dos” en la cuerda para medir la profundidad del agua debajo del barco que es fundamental para el viaje. Con ese nombre firmó historias que fueron populares entre la gente y permitieron construir su reputación.
Más tarde lanzó una novela, destacándose en ella la historia de un niño Mzungu que ayudó a un esclavo que es nativo de África para encontrar la libertad en los estados del sur de Estados Unidos [1]. (Jackemate.com)
[1] Huckeleberry Finn.
(*) Licenciando en Periodismo – rimar9900@hotmail.com